PLAYA FLUVIAL DEL RIO LEREZ - ISLA DE TAMBO - COMBARRO

La ruta parte de la playa fluvial del río Lérez. Es un sitio ideal para entrar con la piragua, porque hay para aparcar el coche al lado de la playa, se baja estupendamente por unas pasarelas de madera que hay instaladas y, a la vuelta hay duchas, para lavar el material.
Enfrente de la playa tenemos la Isla de las Esculturas, un espacio de esparcimiento de la ciudad.
Partí pronto, a 6º de temperatura exterior, pero en cuanto empecé a palear calenté. La ruta pasa por debajo de un total de 6 puentes que cruzan el río Lérez en la ciudad.
Una vez que se atraviesa el puente de la autopista salimos ya a la ría. Desde allí ya se ve la Isla de Tambo, primer objetivo del día. Es una isla que tuve un destacamento militar hasta hace pocos años y que ahora está desmilitarizada. A pesar de ello, depende de la comandancia de Marín y, según consta en la web, hay que pedir un permiso especial para entrar.
Rodeé la isla por el sur, viendo el faro que hay en un promontorio rocoso, con un pequeño arenal al lado donde se puede desembarcar perfectamente. Una vez rodeada la isla, paré en el arenal a descansar y sacar algunas fotos. No tuve ningún problema en hacerlo, no es la isla de Perejil que hay que defenderla de invasiones de extranjeros.
Una vez descansado, en vez de regresar al punto de partida, decidí aprovechar el buen día que hacía y me dirigí entre las bateas hasta los Hórreos de Combarro, que merece la pena visitarlos desde el mar. Según consta en internet, hay más de 60 hórreos, de los cuáles 30 están mirando hacia el mar.
Desde Combarro crucé la bahía hasta la Punta dos Galos, pasando al lado de la playa de Lourido. La marea estaba alta, pero hay que tener cuidado ya que existe un banco de arena que sobresale mucho de la playa. Desde allí fui hasta el muelle de Besada para, una vez pasado nuevamente el puente de la autopista, meterme en el canal de agua.
Con la marea alta puede que tengáis algún problema para pasar por debajo del puente de los tirantes, ya que sobrasale muy poco del agua. Yo me tuve que inclinar un poco para atrás para poder pasar.
Llegué al punto de partida y, como me sobraba algo de tiempo y menos de fuerzas, decidí seguir río arriba. Merece la pena ya que el paisaje cambia radicamente, entrando en una zona frondosa con árboles de ribera, que están preciosos en esta época del año. Se puede ver una fervenza que cae sobre el río y navegar hasta una pequeña presa que hay. Allí fin del recorrido y vuelta a la playa fluvial.