PRIMERA TRAVESÍA POR EL EMBALSE DE BELESAR
near Asma, Galicia (España)
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Itinerary description
El embalse de Belesar, construido sobre el río Miño para producción eléctrica, es el encoro más grande de este río. Fue construido en el año 1963 y tiene una capacidad de 655 Hm3.
Hay un club naútico cruzando el embalse donde se puede dejar el coche, bajar el kayak y tiene una rampa para entrar en el agua. Las dimensiones del embalse asustan, ya que tiene una longitud de unos 50 Km. Claro que no iba a hacer toda la ruta...
Debido a la inmensidad del embalse hay que llevar las ideas muy claras de por donde quiere ir uno, ya que es sencillo perderse o desorientarse.
Salí prontito, a las diez de la mañana, con un cielo con nubes algo bajas que iban a ir desapareciendo a lo largo del día. Cuidado con el viento, ya que al ser tan abierto, si sopla crea muchas complicaciones. Tuve la suerte que de ida sopló poco y de vuelta a favor.
Nada más salir crucé a la orilla contraria para ver una curiosa formación rocosa, A Pena de Arcado. Rodeé la punta de Altamira, girando a babor. Después los giros fueron todos a estribor, hasta llegar al puente de Mourulle. Antes de la construcción de este puente, había que cruzar el Miño en barcazas. Aquí, entre O Saviñao y Taboada existía un paso de este tipo hasta los años 40 del siglo pasado.
Fue en esta época cuando se construyó un buen puente de hormigón cuyo tiempo de uso duró menos de dos décadas. Y esto fue porque aguas abajo del Miño se construyó en los años 50 el gran embalse de Belesar. Era conocido como Ponte Fortes, en honor a su impulsor y fue construido entre 1942 y 1945. Mientras se construía ya se sabía su futuro pues años después fue anegado por el pantano nombrado y se tuvo que volver al uso de las barcazas.
Pero la unión de las parroquias de San Xián de Ínsua y de San Vicente de Mourulle se volvió a recuperar gracias a la construcción de otro puente finalizado en 1969. Fue diseñado por el ingeniero de caminos José Antonio Torroja Cabanillas, II Marqués de Torroja, padre de la popular cantante del famoso grupo musical Mecano y descendiente también de otro ingeniero de caminos, Eduardo Torroja .Se cubrió con una estructura metálica que lo llevó a ser denominado “a ponte dos parafusos” (puente de los tornillos).
Continué aguas arriba, entrando a estribor en la desembocadura de algunos pequeños regatos. Es la zona denominada A Costa de Rodeiro. Como ya llevaba 3 horas de ruta decidí dar la vuelta.
La vuelta me ceñí a estribor, navegando cerca de la orilla y dibujando los entrantes y salientes del embalse. Entré donde desemboca el Rego de Vilela, pensando que podía haber una fervenza allí, pero fue una falsa impresión.
Pero mi insistencia dio su fruto, ya que en el siguiente entrante, descubrí una magnífica fervenza. Ya desde el agua se adivinaba que el salto de agua era mayor al que se vislumbraba desde el agua. Así que decidí bajarme del kayak, con cierta dificultad debido a lo escarpado del terreno y visitar a pie la cascada. Es la fervenza del Rio da Ponte de Enriande.
Y en el siguiente entrante, otra fervenza, más pequeña en el Rego da Lama. Aquí no eché pie a tierra, ya que en la anterior me costó bastante volver al kayak.
Volví a rodear la punta de Altamira, donde pregunté si mi dirección era la correcta y, con algo de viento a favor llegué al punto de partida.
Hay un club naútico cruzando el embalse donde se puede dejar el coche, bajar el kayak y tiene una rampa para entrar en el agua. Las dimensiones del embalse asustan, ya que tiene una longitud de unos 50 Km. Claro que no iba a hacer toda la ruta...
Debido a la inmensidad del embalse hay que llevar las ideas muy claras de por donde quiere ir uno, ya que es sencillo perderse o desorientarse.
Salí prontito, a las diez de la mañana, con un cielo con nubes algo bajas que iban a ir desapareciendo a lo largo del día. Cuidado con el viento, ya que al ser tan abierto, si sopla crea muchas complicaciones. Tuve la suerte que de ida sopló poco y de vuelta a favor.
Nada más salir crucé a la orilla contraria para ver una curiosa formación rocosa, A Pena de Arcado. Rodeé la punta de Altamira, girando a babor. Después los giros fueron todos a estribor, hasta llegar al puente de Mourulle. Antes de la construcción de este puente, había que cruzar el Miño en barcazas. Aquí, entre O Saviñao y Taboada existía un paso de este tipo hasta los años 40 del siglo pasado.
Fue en esta época cuando se construyó un buen puente de hormigón cuyo tiempo de uso duró menos de dos décadas. Y esto fue porque aguas abajo del Miño se construyó en los años 50 el gran embalse de Belesar. Era conocido como Ponte Fortes, en honor a su impulsor y fue construido entre 1942 y 1945. Mientras se construía ya se sabía su futuro pues años después fue anegado por el pantano nombrado y se tuvo que volver al uso de las barcazas.
Pero la unión de las parroquias de San Xián de Ínsua y de San Vicente de Mourulle se volvió a recuperar gracias a la construcción de otro puente finalizado en 1969. Fue diseñado por el ingeniero de caminos José Antonio Torroja Cabanillas, II Marqués de Torroja, padre de la popular cantante del famoso grupo musical Mecano y descendiente también de otro ingeniero de caminos, Eduardo Torroja .Se cubrió con una estructura metálica que lo llevó a ser denominado “a ponte dos parafusos” (puente de los tornillos).
Continué aguas arriba, entrando a estribor en la desembocadura de algunos pequeños regatos. Es la zona denominada A Costa de Rodeiro. Como ya llevaba 3 horas de ruta decidí dar la vuelta.
La vuelta me ceñí a estribor, navegando cerca de la orilla y dibujando los entrantes y salientes del embalse. Entré donde desemboca el Rego de Vilela, pensando que podía haber una fervenza allí, pero fue una falsa impresión.
Pero mi insistencia dio su fruto, ya que en el siguiente entrante, descubrí una magnífica fervenza. Ya desde el agua se adivinaba que el salto de agua era mayor al que se vislumbraba desde el agua. Así que decidí bajarme del kayak, con cierta dificultad debido a lo escarpado del terreno y visitar a pie la cascada. Es la fervenza del Rio da Ponte de Enriande.
Y en el siguiente entrante, otra fervenza, más pequeña en el Rego da Lama. Aquí no eché pie a tierra, ya que en la anterior me costó bastante volver al kayak.
Volví a rodear la punta de Altamira, donde pregunté si mi dirección era la correcta y, con algo de viento a favor llegué al punto de partida.
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