Arribes del Duero Miranda do Douro-Crucero Ambiental
near Miranda do Douro, Bragança (Portugal)
Viewed 373 times, downloaded 2 times
Trail photos
Itinerary description
Tras la epopeya vivida ayer por el castañar de Candelario, rally y chubascos incluidos, y la posterior visita a Alba de Tormes,
Deambulando por las calles de Alba de Tormes
nos felicitamos por haber elegido el Domingo para disfrutar del Crucero Ambiental de Arribes del Duero, por un doble motivo. En primer lugar, porque a la hora de reservar las entradas, nos preocupó la posibilidad de que no hubiera suficientes viajeros y anularan la salida. Y segundo, tuvimos el acierto, o tal vez fue el efecto de la "flor" de nuestro maestro de rutas, de acertar de pleno con un día espléndido. Aunque seguro que la cabina del barco protege de la lluvia, ni es agradable ni se disfruta igual de la vistas bajo un chubasco. Llegamos con tiempo de sobra, desde Ciudad Rodrigo,
En Ciudad Rodrigo, establecemos nuestro campamento base
pues aquí es una hora menos, sin mañanear demasiado, pues ya llevamos varios madrugones acumulados. Nos quedamos curioseando por los alrededores del parquing adaptado, mas cercano al agua, disfrutando del silencio y de las vistas, hasta que al llegar los tripulantes y empleados, nos informan de que ya se abre el aparcamiento superior. Como somos los primeros, no acertamos a elegir sitio, ya que, como todos sabemos, si hubiera ya algún coche aparcado y por el efecto rebaño, nos habríamos acercado a los que allí hubiera. Ya bajando por la rampa de acceso, saboreando el entorno y el momento, disparando innumerables fotos a la vegetación, al embalse y a todo lo que se pone por delante, parecemos flotar en una nube de felicidad, tal es la comunión conseguida. Empiezan a llegar los otros viajeros y formamos un nutrido grupo, todos por aquí y allá curioseando, hasta la hora de embarcar. Sentados a estribor, atendemos a la, suponemos, bióloga, que nos validó las entradas, por necesidades de multifunción y reduccción de gastos imaginamos. Pide que cerremos los ojos y guardemos silencio, guiándonos con voz sugerente en busca de la paz y el olvido del estrés, para iniciar totalmente relajados esta singular propuesta. Solo oimos un suave chapoteo, producto de ser el barco casi totalmente eléctrico y por ello silencioso, estando ya en marcha cuando nos pide que abramos los ojos. Nos anima a dirigir la mirada, hacia los puntos que recogidos en el folleto, son de mayor interés. Comienza narrando las singularidades de los coloridos acantilados vestidos de rutilantes líquenes, del Pozo de las Nutrias donde a veces es posible verlas en libertad, de las características de los invisibles habitantes de las aguas, el plancton, ayudandose de una pantalla para que podamos observar el "aterrador" aspecto de los "fieros" pobladores del agua recogida. Toca ahora glosar la fuerza de la vida vegetal, que aferrándose al granito, intenta transmutar las lisas y duras paredes, en un vertical encinar. En los cielos reinan volando majestuosas las rapaces, y en las rocas mas altas, a la espera de cumplir con su trabajo, los buitres leonados. En la eterna dicotomía, de la vida y la muerte, las cigüeñas negras les ponen el contrapunto, gracias a la fabulación de ser aladas portadoras, de nuestras angelicales criaturas. Una privada audición, captada con un potente micróno direccional y con el acompañamiento de nuestro silencio, de las canóras aves y sus coros, precede a la explicación sobre el flotante hábitat, ideado para evitar que sean inundados sus nidos, con la subida y bajada del nivel del pantano, y a una general desbandada hacia las cubiertas exteriores, a la que somos animados. Caras sonrientes, por la experiencia y el sol y la brisa acariciando los rostros, refleja claramente la satisfacción obtenida. Nos pone la narradora la miel en los labios, pues hablando de salidas de dos horas, a nuestras preguntas, aclara que son para grupos de mas de veinte, previo encargo. Antes de dar media vuelta, nos señala los nidos de aves, visibles en las paredes de los acantilados, las siluetas posadas en lo alto de las peñas, de los alimoches, y colaborando con ella, los pasajeros nos avisan de majestuosos vuelos, hacia babor y estribor, de aguilas reales y de sus primos, los también reales milanos, así como los peregrinos halcones. De la Piedra del Oso, solo vemos la piedra, y de la Cascada Invernal, por ser ahora primavera y a causa de la sequía, la erosionada garganta. Regresando hacia el embarcadero, tienen otra oportunidad los que siendo menos afortunados, algo no vieron, dice la narradora, y para sanar melancolías, anuncia cuando desembarquemos, miradas al microscopio y una cata de vinos. Cumplimos con rigor con lo primero, y con mayor generosidad con la segunda obligación. Degustando ricos caldos con fruición, nos declaramos dispuestos a rellenar favorables encuestas si así fuera necesario, después de alguna, del oporto, repetición. Con el ánimo exaltado, nos despide una alegre nutria, que de acuerdo a su jovial carácter, salta y chapotea arriba y abajo, haciendo las delicias de niños y mayores, posando con donosura en algunas ocasiones. Marchamos alegres hacia Miranda Do Douro para visitar sus calles.
Una visita turística a Miranda do Douro
También en busca de nutrición, ya que aquí tempranean, y por la diferencia de horario, para nosotros ya se hace tarde.
Deambulando por las calles de Alba de Tormes
nos felicitamos por haber elegido el Domingo para disfrutar del Crucero Ambiental de Arribes del Duero, por un doble motivo. En primer lugar, porque a la hora de reservar las entradas, nos preocupó la posibilidad de que no hubiera suficientes viajeros y anularan la salida. Y segundo, tuvimos el acierto, o tal vez fue el efecto de la "flor" de nuestro maestro de rutas, de acertar de pleno con un día espléndido. Aunque seguro que la cabina del barco protege de la lluvia, ni es agradable ni se disfruta igual de la vistas bajo un chubasco. Llegamos con tiempo de sobra, desde Ciudad Rodrigo,
En Ciudad Rodrigo, establecemos nuestro campamento base
pues aquí es una hora menos, sin mañanear demasiado, pues ya llevamos varios madrugones acumulados. Nos quedamos curioseando por los alrededores del parquing adaptado, mas cercano al agua, disfrutando del silencio y de las vistas, hasta que al llegar los tripulantes y empleados, nos informan de que ya se abre el aparcamiento superior. Como somos los primeros, no acertamos a elegir sitio, ya que, como todos sabemos, si hubiera ya algún coche aparcado y por el efecto rebaño, nos habríamos acercado a los que allí hubiera. Ya bajando por la rampa de acceso, saboreando el entorno y el momento, disparando innumerables fotos a la vegetación, al embalse y a todo lo que se pone por delante, parecemos flotar en una nube de felicidad, tal es la comunión conseguida. Empiezan a llegar los otros viajeros y formamos un nutrido grupo, todos por aquí y allá curioseando, hasta la hora de embarcar. Sentados a estribor, atendemos a la, suponemos, bióloga, que nos validó las entradas, por necesidades de multifunción y reduccción de gastos imaginamos. Pide que cerremos los ojos y guardemos silencio, guiándonos con voz sugerente en busca de la paz y el olvido del estrés, para iniciar totalmente relajados esta singular propuesta. Solo oimos un suave chapoteo, producto de ser el barco casi totalmente eléctrico y por ello silencioso, estando ya en marcha cuando nos pide que abramos los ojos. Nos anima a dirigir la mirada, hacia los puntos que recogidos en el folleto, son de mayor interés. Comienza narrando las singularidades de los coloridos acantilados vestidos de rutilantes líquenes, del Pozo de las Nutrias donde a veces es posible verlas en libertad, de las características de los invisibles habitantes de las aguas, el plancton, ayudandose de una pantalla para que podamos observar el "aterrador" aspecto de los "fieros" pobladores del agua recogida. Toca ahora glosar la fuerza de la vida vegetal, que aferrándose al granito, intenta transmutar las lisas y duras paredes, en un vertical encinar. En los cielos reinan volando majestuosas las rapaces, y en las rocas mas altas, a la espera de cumplir con su trabajo, los buitres leonados. En la eterna dicotomía, de la vida y la muerte, las cigüeñas negras les ponen el contrapunto, gracias a la fabulación de ser aladas portadoras, de nuestras angelicales criaturas. Una privada audición, captada con un potente micróno direccional y con el acompañamiento de nuestro silencio, de las canóras aves y sus coros, precede a la explicación sobre el flotante hábitat, ideado para evitar que sean inundados sus nidos, con la subida y bajada del nivel del pantano, y a una general desbandada hacia las cubiertas exteriores, a la que somos animados. Caras sonrientes, por la experiencia y el sol y la brisa acariciando los rostros, refleja claramente la satisfacción obtenida. Nos pone la narradora la miel en los labios, pues hablando de salidas de dos horas, a nuestras preguntas, aclara que son para grupos de mas de veinte, previo encargo. Antes de dar media vuelta, nos señala los nidos de aves, visibles en las paredes de los acantilados, las siluetas posadas en lo alto de las peñas, de los alimoches, y colaborando con ella, los pasajeros nos avisan de majestuosos vuelos, hacia babor y estribor, de aguilas reales y de sus primos, los también reales milanos, así como los peregrinos halcones. De la Piedra del Oso, solo vemos la piedra, y de la Cascada Invernal, por ser ahora primavera y a causa de la sequía, la erosionada garganta. Regresando hacia el embarcadero, tienen otra oportunidad los que siendo menos afortunados, algo no vieron, dice la narradora, y para sanar melancolías, anuncia cuando desembarquemos, miradas al microscopio y una cata de vinos. Cumplimos con rigor con lo primero, y con mayor generosidad con la segunda obligación. Degustando ricos caldos con fruición, nos declaramos dispuestos a rellenar favorables encuestas si así fuera necesario, después de alguna, del oporto, repetición. Con el ánimo exaltado, nos despide una alegre nutria, que de acuerdo a su jovial carácter, salta y chapotea arriba y abajo, haciendo las delicias de niños y mayores, posando con donosura en algunas ocasiones. Marchamos alegres hacia Miranda Do Douro para visitar sus calles.
Una visita turística a Miranda do Douro
También en busca de nutrición, ya que aquí tempranean, y por la diferencia de horario, para nosotros ya se hace tarde.
Waypoints
Comments (2)
You can add a comment or review this trail
Un indret ensisador
Un crucero imprescindible