Peníscola-Passejant pel Passeig i assaltant el Castell pel mar

Peníscola se vanagloria con razón de haber sido elegida para rodar múltiples películas y series: El Cid, Calabuch, Juego de Tronos, el Chiringuito de Pepe...Nada más apropiado entonces que comenzar este paseo por la extensa Platja Nord, donde Charlton Heston ganó su última batalla como El Cid Campeador para conquistar València. La ola de calor ha atraido ya a veraneantes, que aunque numerosos, no son suficientes ni mucho menos para llenar los incontables locales gastronómicos que se ubican uno al lado del otro, sin solución de continuidad, por todo el litoral. El Passeig del Papa Luna está bastante bien cuidado, así como la Platja Nord, a lo que se une el atractivo de caminar por un entarimado sendero por encima de las dunas. Cerca de la Oficina de Turisme, reconocible desde lejos por estar ubicada en una moderna reproducción de una torre de guaita de la Serra d'Irta, encontramos también, un moderno Anfiteatre, unas Llacunes con poca agua pero con puentecito como homenaje a La Marjal, zona húmeda del litoral que se conserva aún detras de los hoteles, y por supuesto arena, mucha arena de la citada Platja Nord, que nos acompañará hasta la entrada al Nucli Històric. También nos acompañan en nuestro caminar, hoteles, bloques de apartamentos, los nombrados bares y restaurantes, y desde luego tiendas y más tiendas con clara vocación turística. Nada sorprendente si se está acostumbrado a visitar en época estival la costa. Un tren turístico poco concurrido a estas horas, "No se realizan viajes si hay pocos viajeros" reza el cartel, ofrece la oportunidad de recorrer otras zonas montando en él. Curiosas rocas erosionadas caprichosamente por el mar y el viento, flanquean nuestro caminar para amenizar e invitándonos a buscar parecidos razonables y así pasar el rato. Una fuente y un dragón modernistas nos reciben al final de este recorrido playero, junto a otra oficina de turisme. Otra zona de restaurantes y tiendas, desemboca en lo que ya es propiamente el casco histórico de Peníscola. Yendo a la derecha contemplamos la Font de la Petxina, por su forma, un antiguo lavadero y el Estany del Port. Una Golondrina nos llama de forma apremiante con su bocina, y aceptamos su reclamo para contemplar el conjunto arquitectónico desde el mar. Este trayecto está recogido en el recorrido, y aunque opcional, no requiere más esfuerzo que dejarse acunar por la olas, pudiendo descontar del total del recorrido los 4'6 km de la travesía; lo que significa caminar realmente 8'5 km y no los 13'1 km que figuran en el track. Ya navegando, nos hablan del Bufador, por el sonido que genera el mar en las calles de la ciudad, de las escaleras del Papa Lluna, las cuevas que usaban los marineros por carecer de puerto (de la plaça) y para rezar (del altar), y también de las vistas del castillo así como las de la playa. De nuevo en tierra pisando ahora adoquinadas calles, entramos en la Plaça de Santa María, subimos las escaleras que nos llevan hasta el Mirador del Port, el estrecho paso de la ronda, sin salida y donde son ahora las gaviotas las que montan guardia, y recorremos las murallas. La capilla de Santa Ana y el Portal de Sant Pere, preceden al Bufador, el otro extremo de la oquedad situado en las calles de la ciudad, y que transporta el rumor del mar y el ulular del viento. Pasado el Museu del Mar y la Casa de les Petxines, el Far de Peníscola, donde se rodó Calabuch de Berlanga, con el entrañable Pepe Isbert, parece montar guardia hacia el mar, pero también hacia tierra, adosado como está al castillo. La entrada al Castell de Peníscola es de pago y permite visitar conjuntamente el Parc d'Artilleria; las visitas guiadas también están incluidas o en su defecto audioguías. El castillo de estilo templario, es sobrio y como era habitual poco iluminado, aunque su perfecto estado de conservación da idea de su antiguo esplendor. A la salida nos espera la inquietante silueta del Papa Lluna, de mirada dura e inquisidora, que parece juzgarnos y condenarnos de antemano al fuego eterno por nuestros pecados, sin darnos ocasión a defendernos. Al lado, la Iglésia de Nostra Senyora de la Ermitana, patrona de la ciudad, nos permite buscar la salvación con la consabida penitencia y propósito de enmienda, pecadores como somos sin remedio, aunque buenas personas en el fondo. El Parc d'Artilleria está inmerso en obras parciales de remodelación, y en mi opinión , perdemos la ocasión de poder visitar sus partes más interesante, aunque el florido jardín es muy hermoso. Los últimos tramos de fortificaciones, dedicados en otra época a escuela, nos despiden y nos empujan hacia la playa y el interminable paseo marítimo, como parte de la penitencia que nos quedaba por cumplir.