Travesía por los 6 puentes del Duero en Oporto.

PASEO PREVIO POR OPORTO.
Oporto, esta vez de paso, de regreso de Barcelos del congreso ibérico “La bicicleta y la ciudad”, y sin necesidad de medir nada, afortunadamente, dejo en el hotel los medidores de partículas PM2.5 y de CO2.
Me dio el tiempo justo para saborear algunos de los encantos de esta preciosa ciudad, menos monumental que Lisboa pero por su menor tamaño, más acogedora y con mucho mucho encanto.
Oporto, famosa por el vino al que da nombre y por sus 6 puentes sobre el río Duoro, tiene un centro histórico declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1996 y está situado a tan solo 150 km de Vigo o unas 5 horas de Madrid en coche.
Paseo por su interior, caminos empedrados que te llevan a una ciudad llena de callejuelas, balcones de hierro forjado y edificios monumentales. Cabe destacar los de la avenida de los Aliados, la torre de los Clérigos, la catedral, el palacio de la Bolsa y la iglesia de San Francisco.
Muy cerca se sitúa la bella estación de trenes de San Bento, de estilo neoclásico, famosa por sus fantásticos murales compuestos por más de 20.000 azulejos, que la convierten posiblemente en una de las estaciones más bonitas del mundo.
Caminando entre los edificios monumentales y las calles angostas de grises adoquines, aparece de repente uno de esos tranvías que se han convertido en una atracción turística para visitar la ciudad. El simple hecho de verlos desplazarse es un espectáculo.
Callejeando ves que las paredes de las casas poseen unos sorprendentes azulejos así como otros muchos lugares, además de la estación de San Bento, la capilla de las Almas o la iglesia de San Ildefonso. Todos estos espacios convierten esos azulejos en arte y lenguaje.
Algo que llama la atención son los graffitis, un lenguaje visual que crece en muchos rincones de la ciudad: en paredes que se desmoronan, en cristales de escaparates vacíos y en otros lugares descuidados y medio abandonados.
Para bajar al río Duoro hay dos opciones: utilizar el funicular (que no estaba en servicio) o las escaleras de piedra. Así que a pie, me dirijo a la Ribeira, entre bonitas casas de colores con tenderetes repletos de ropa, por callejuelas empinadas que bajan desde la catedral y algunos edificios emblemáticos,
Acercándome al río me encuentro con la imagen del puente más conocido de Oporto, el de Don Luis I, una construcción diseñada por un discípulo de Gustave Eiffel.
Lo más característico del Puente de Don Luis I es su gran arco de hierro, para cuya construcción fueron necesarias miles de toneladas de material.
El puente cuenta con dos pisos: por el superior, de casi 400 metros de longitud, circula el metro de Oporto, y por el inferior, de unos 175 metros, los vehículos.
En ambos niveles hay habilitados carriles específicos para peatones, por lo que se puede pasear por el puente e ir parándose a mirar o hacer fotos.
Desde su inauguración a finales de 1886 el Puente Don Luis I se ha convertido en un símbolo para Oporto.
Curiosamente, desde aquí parece verse una ciudad pero en realidad son dos. Enfrente de Oporto, situada en la margen izquierda del río Duero, está Vila Nova de Gaia, otra ciudad portuguesa. Aunque hay un autobús, un metro y un tranvía para llegar hasta Vila Nova de Gaia, en realidad basta con cruzar andando el puente de Don Luis I.
Aunque yo no llegué a la otra orilla, decir que ahí están las bodegas en las que se elabora el famoso vino denominación de origen Oporto. Dicen que solo contando las ribereñas hay hasta sesenta bodegas.
En mi caso, me conformé con una vinoteca de la zona histórica de Oporto donde tuve ocasión de probar oportos tintos de tawny y ruby, y blancos secos. Interesante cata!!!
CRUCERO POR LOS 6 PUENTES DEL DUERO EN OPORTO.
Recomendable realizar el crucero de los puentes para visitar los 6 que unen un extremo de la ribera con el otro. Se realiza a bordo de un rabelo, una pequeña embarcación utilizada para transportar las cubas desde los viñedos del valle del Duero hasta las bodegas de Vila Nova de Gaia.
Estas barcas son uno de los mayores atractivos turísticos de la ciudad, y ofrecen un agradable e interesante paseo de 50’ de duración por 15€.
Cogiendo el barco en el muelle de Ribeira, navegamos por el Duero hasta el Puente de Freixo (aguas arriba, en la zona más oriental de la ciudad; en realidad son dos puentes separados 10 cm entre sí y sobre ellos se encuentra la autopista A20, con 4 carriles en cada sentido de circulación y una longitud de 3 km), pasando por los puentes de Don Luis I, Infante don Enrique (puente moderno sin pilares dedicado a Enrique el Navegante), María Pia (anterior al de Luis I, sólo con piso superior, prestó servicio ferroviario hasta 1991) y Sao Joao (sólo para trenes, más moderno sustituyó al de María Pia).
Y retornar hasta el muelle de Ribeira, para hacia el oeste llegar al puente de Arrábida en la desembocadura del Duero.
Antes de dejar esta acogedora y entrañable ciudad, que siempre te deja huella y ganas de volver, degusto por un precio módico, en la terraza de un rte recomendado frente al Duoro, una sabrosa açorda de marisco (un guisado de marisco) con un vinho verde.