130.- Oropesa - Cuevas del Águila - Molino de Peña

Ruta diferente a las que estamos acostumbrados a realizar ya que transcurre por el valle del Tiétar, y donde el majestuoso Gredos nos estará vigilando.

Salimos temprano de Oropesa hacia Torralba de Oropesa, para continuar dirección norte al Dehesón del Encinar. Desde allí y tomando la vía Pecuaria de la Cañada Real Leonesa Occidental que pasa a los pies del embalse de Navalcán llegamos a Parrillas.

La cosa comienza a cambiar, ya que saliendo por los caminos del norte de esta localidad comenzaremos a ascender la Sierra del Águila. Dejando atrás los olivares y encinares, y dando la bienvenida a los jarales y pinares. Volviendo la vista atrás distinguimos el embalse de Navalcán en lo más cercano, y la Sierra de la Estrella y de Guadalupe así como Oropesa en la lejanía.

Casi sin darnos cuenta, llegamos a la parte más elevada de la ruta. Entre el pinar distinguimos la "casa del ministro". Y como dice el dicho, todo lo que se sube.... también se baja. Es donde aprovechamos y disfrutamos el descenso para recuperar fuerzas entre el bonito pinar por el camino forestal hasta llegar al paso sobre el río Tiétar (el cual para nuestra ayuda se encontraba hormigonado).

Tras el vadeo y a unos cientos de metros encontramos las famosas Cuevas del Águila (ya en la provincia de Ávila), cuyo nombre suponemos se lo dio la sierra en la que se encuentra dicha cueva, y la cual recomendamos visitar.

Nosotros continuamos dirección norte esta vez por un camino bien asfaltado y llano entre pequeñas parcelas hasta dar con la carretera comarcal donde giraremos a mano izquierda.

Al encontrar la primera rotonda tomaremos el camino de la izquierda, es el camino de los llanos, donde sus grandes robles dan una espesa sombra la cual agradecemos. Debemos estar atentos para continuar la ruta ya que tomaremos el primer camino de tierra que aparece a nuestra izquierda.

Comienza una fuerte subida con grandes socavones dado las lluvias de los últimos días, pero en poco más de un kilómetro estaremos descendiendo hacia el Tiétar. En cierto punto del camino encontramos como las zarzas están empezando a cegar el sendero, esperemos que el ayuntamiento tome cartas en el asunto y limpie dicho camino ya que sino esta bella ruta se acabará perdiendo.

En cierto punto del camino encontraremos unas casas, son las Casas del Maíllo, desde este punto son 3 kilómetros lo que nos separa del molino. Aunque el camino se va perdiendo dado la vegetación este no tiene pérdida y pronto encontraremos un gran llano donde olivos e higueras aparecerán. Es "El Paraíso del Tiétar", o al menos eso indica en su dintel una de las antiguas casas medio derruidas de 1942 que allí encontramos, y que suponemos daban cobijo a las personas que en el molino trabajaban.

Una decena de metros más adelante y paralelos al canal que suministraba de agua del río Tiétar al molino, encontramos nuestro segundo objetivo, el molino de Peña.

Como si de una muralla se tratara aparece esta bonita edificación y un par de construcciones secundarias. Lo que no pudimos observar fue la piedra del molino como tal, ya que este punto se encontraba cegado por la espesa vegetación.

Tras un breve descanso nuestra ruta prosigue hasta a Navalcán, no sin antes tener que vadear por segunda vez el Tiétar. Y lo malo que en este punto el río se encontraba mucho más crecido que en el vadeo anterior y el agua casi nos llegaba por la cadera, dado a las lluvias de los últimos días (lo cual no suele ocurrir y menos al final del verano). Pero quien quiere peces.... ya sabéis.
Tras unos pocos malabares alcanzamos la orilla manchega y continuamos esta vez en continua subida dirección sur sin pérdida hasta la localidad de Navalcán donde realizamos una segunda parada técnica para hidratarnos.

Continuamos ya más cansados pero contentos dirección sur para alcanzar una de las lenguas del embalse y enlazar desde allí con el camino de ida hacia Oropesa el cual despedalearemos.

Una de las rutas que llevaba mucho tiempo en nuestras cabezas y que por fin se hacía realidad. Y que quede claro que no fue por pereza, pero dado la longitud de la misma y que solo era posible realizarse en los meses más calurosos cuando el río Tiétar disminuye casi hasta desaparecer y es posible cruzarlo, sin barca :) nos hacía planificarlo con bastante antelación.