2016-12-09 Linares-Rioseco-Soto de Ages-San Andres-Collado Isorno-Caleao-Linares

Dejamos el vehículo en Linares, en el bar casa Avelino, es una pequeña atalaya sobre el embalse de Tanes, en su cola, dando vista a Coballes. Hemos madrugado poco, son sobre las 12, un café y un pincho de jamón antes de iniciar la ruta. Abandonamos la atalaya siguiendo el asfalto que rodea el embalse de Tanes camino de su presa de gravedad y descendemos por su cuesta, a nuestra derecha el barranco de Anzo, objetivo de otras rutas. Entramos en Rioseco dejando atrás la central hidráulica de Tanes propiedad de EDP. Al inicio del pueblo, junto al centro de salud, abandonamos la carretera en giro a la izquierda camino de la casa del agua, uno de esos muchos centros que se ha puesto en funcionamiento con mayor, menor o ningún éxito con fondos del plan Leader. Comunicamos con la carretera de Rioseco a Soto de Ages, Ganamos altura muy despacio. A nuestra izquierda en medio del bosque, semi-escondido, otro centro, el del urogallo, de dudoso éxito. Dejamos el asfalto para entrar por entre tierras de labor en Soto de Ages. No tomamos la ruta del Alba por su trazado habitual, nos vamos a San Andres pasando por el puente sobre el rio Alba, junto al bar donde se pueden pescar y comer las truchas que has pescado (pisci-bar). Primera experiencia con cebos y peces de muchos niños, entre ellos los míos. En San Andres comenzamos la pista que nos elevara sobre la ruta del Alba por la margen contraria de la ruta habitual, el camino entre castaños y a la sombra nos lleva a un pequeño mirador sobre la piscifactoría Alba y los riscos que conforman las foces del rió Alba. Descendemos en busca de la ruta del Alba a la que accedemos por un puente de madera. Estamos sobre la ruta del Alba hoy convertida en un paseo de hormigón apto para todos públicos, incluido tacones y carricoches. Unos kilómetros cómodos por la ruta del otoño asturiano entre cantarios de agua y ocres de otoño bajo el cielo azul intenso y limpio. Abandonamos la ruta del Alba cruzando el puente sobre el rió Alba, siguiendo el PR y sus marcas amarillas y blancas. El camino se empina de forma bruta con repechos fuertes y prolongados, lo mas favorable es el firme hormigonado que permite hacer la ruta totalmente ciclable. A medida que ganamos altura el paisaje se hace mas impresionante, praderías y riscos se entremezclan. Un pequeño respiro en la zona de Lichariegu, varias cabañas sobre el camino en las que los detalles están cuidados al máximo, destacan dos sierras y un labriego. La ruta se vuelva a empinar, sin descanso y con fuertes pendiente en especial la ultima rampas antes de la majada Bauga, impresionante conjunto de dos tres cabañas entre alguna chopera, en una zona llana, con vista sobre el collado Isorno y el resto del camino hasta coronar. Preciosas vista, lugar soleado y tranquilo que trasmite sosiego y tranquilidad a pesar del esfuerzo realizado. Coincidimos con una persona que esta de puente en una de estas cabañas, charlamos afablemente con él. Corta bajada hasta el rió Fresnedal, nos detenemos en la fuente y comienza otra fuerte subida hasta unas cabañas entre acebos y una portilla que cierra el paso a la finca de "Jaime". El camino va por la izquierda, este se encuentra embarrado, y pisoteado por ganado, optamos por gritar su nombre (Jaime), al no obtener respuesta abrimos la cancela y subimos por el prado a salir por la cancela opuesta junto a la cabaña de "Jaime", como reza en el letrero de una de sus paredes. Aquí se inicia un tramo duro, muy duro el cual no conseguimos hacer montados mas que a tramos, el verde se agarra a la rueda y la pendiente endurece el camino hasta coronar el collado Isorno donde se abre ante nosotros unas vistas espectaculares a ambos valles. De un lado el rió Alba y del otro Caleao y todo el cordal. Desde aquí solo resta soltar freno y dejar bajar las bicis ta oda rueda hasta Caleao. Varias "Z" con vistas soberbias sobre Caleao y el valle nos dejan en medio del pueblo donde nos detenemos en el hotel "la casa del agua" a tomar un te y una cerveza y conocer sus instalaciones. Atravesamos el pueblo, hasta la carretera donde ya solo resta seguir el río de los Arrudos y perder altura por asfalto camino de Coballes y la cola del embalse que nos devuelve a la atalaya de Linares, al bar casa Avelino, (fallecido) donde ponemos fin a la ruta con sus estupendos y afamados callos en todo el valle cocinados por la familia que regenta desde hace años este establecimiento con notable éxito. Laura y Angel atienden al publico mientras su madre maneja con esmero y maestría los fogones y aportando sus propios productos de la matanza.
La ruta no presenta dificultad técnica alguna, si bien, físicamente se puede considerar moderada por la continua y dura subida al collado Isorno.