Alcalá del Júcar Pura Vida: Casas del Cerro, La gila, tranco del lobo y Las Eras. Sendas y caminos.

Por fin se fue el viento. Se quedó el frio, pero a eso ya estamos acostumbrados y ya tiene que hacer frio para no salir en bici.
No demasiado temprano, por aquello de que estamos en riesgo por bajas temperaturas, pero a eso de las 9 estábamos Juanto, Jose y un servidor dando pedales por las calles de Casas del Cerro con ánimo de pasar una buena mañana de bici por la hoz del Júcar.
La idea era hacer algunas sendas de sobra conocidas por Juanto, que nos lleva con decisión por los caminos de Alcalá del Jucar, Las Eras, La Gila, el tranco del lobo etc.
Salimos de Casas del Cerro y buscamos una primera senda que bordea la planicie y nos deja unas bonitas vistas de Alcalá Del Jucar, con un mirador incluido. No tardamos en llegar a la famosa senda de las zetas que baja hasta Alcalá. Una preciosidad de senda por el propio terreno, limpio y sencillo y por las vistas, quizás las más bonitas de toda la provincia.



Una vez abajo subimos por carretera en dirección de nuevo a Casas del Cerro, pero nos desviamos por senda pedregosa que pondrá nuestras fuerzas a prueba para encaminarnos a La Gila.
Una vez arriba, en uno de los últimos repechos Jose tira de fuerzas y rompe la cadena, por lo que me toca sacar herramientas y hacer de Mc Giver. No hay problemas, con un troncha cadenas incluso un manazas como yo soluciona el entuerto.
Ligero desvío para ver el impresionante Tollo del barranco de la noguera. Una da las muchas depresiones de origen cárstico que hay por la zona, quizás la más grande. Fotos de rigor y retomamos dirección La Gila, una pequeña aldea que recuerdo de mi infancia. No llegamos a entrar al pueblo, pero en verano bueno será llegar al pié de su depósito de agua y llenar bidones.
Aquí tenemos la primera senda técnica de la etapa. En general es una senda bonica, que nos deja contentos tras haberla hecho, satisfechos de ser capaces de “pilotar” la bici sorteando obstáculos. Pendiente suave y constante, con firme pedregoso y algunas rocas semi enterradas que debemos sortear, o pasar con decisión compensado bien el peso atrás. Cerradas curvas que debemos trazar con cierta inercia y pericia para no quedar trabados y no salirnos de la trazada y disfrute general ante un nuevo reto superado y las vistas de Tolosa desde la ribera contraria.
Enlaza con una larguísima senda que va a media ladera bordeando el cauce del Jucar, pasamos por una pequeña presa y el entorno es en todo momento exuberante y generoso con los amantes de la naturaleza. Poco a poco vamos sumando kilómetros y la senda nos va desgastando por su continua ondulación en altura, pequeños pasos técnicos, repechos etc.
Curioso también el estado de terreno. Las precipitaciones de días anteriores, ya sean de agua o nieve, empapan el terreno y se congelan. El hielo se expande y abre la tierra. Después sube la temperatura y el hielo se funde, se convierte en agua que se filtra hasta capas inferiores. El viento termina de secar la superficie y deja el terreno blando y esponjoso. El resultado es que nos vamos hundiendo unos centímetros todo el rato con la sensación de haber pinchado. Y gracias porque si el agua no pasa a capas inferiores, lo que tenemos es un barro magnífico.
Seguimos por nuestra senda y llegaos a una subida que haremos empujando la bici y tras una suave bajada llegamos a un cómodo sendero que discurre paralelo al río.
Frio sendero por cierto, la umbría y la humedad hacen que este tramo tanto en verano como en invierno nos deje fríos, por lo que recomiendo subir piñones y mantener ágil la pedalada.
Llegaremos a la pequeña senda que nos baja al tranco del lobo, con su comienzo que parte en empinada rampa desde el camino y que en el vídeo vemos a Jose hacer sin mayores problemas.



Sorpresa al llegar al puente colgante puesto que descubrimos que falta uno de los tramos y el puente está cerrado. Hay indicios de que se está reparando por lo que espero que la próxima vez que lo visitemos (seguro que más pronto que tarde) podamos transitarlo.
Subida del tranco del lobo. Ya la conocemos pista cómoda, algo pedregosa, y dura…Sobre todo si uno lleva unos 15 días metido en casa con pequeñas salidas al abrigo de Chinchilla, evitando el viento. Se nota la falta de piernas…es sin duda la vez que más he sufrido en esta subida, que hago lenta, pero del tirón.
Una vez arriba Juanto y Jose han tenido tiempo de conocerse mejor mientras me esperan e incluso de almorzar, por lo que los “engaño” con un pan de higo para que me sigan esperando mientras almuerzo.
Tomamos camino llano en dirección a Las Eras, suerte que no hay nada de viento e incluso el frío es llevadero. Quizás demasiado puesto que el hielo a estas alturas ha dejado paso al agua y esta, cuando no se filtra, tiene la costumbre de mezclarse con arenas y arcillas y formar pegajosos barros que nos hacen ir resbalando por los caminos.
Como dice el bueno de Juanto,” Si la rueda de tu compañero ves resbalar…Échate por el bancal¡¡”
Con buen humor y levantando lluvias de barro vamos pasando por distintas granjas y pequeñas aldeas y llegamos a la altura de Tolosa, pero arriba, en la planicie. Juanto nos indica que hay una senda que baja hasta el pueblo, pero muy pedregosa por lo que preferimos evitarla. Lo que si buscamos es un camino que bordea la depresión del Júcar por la misma cornisa de la roca.
Se trata de un camino incómodo pero muy recomendable, ciclable en su totalidad pero con piedra suelta. Discurre llano, bordeando la depresión y siguiendo una terraza con el gran cañón del Jucar a nuestra izquierda. Las vistas son impresionantes.
Un poco más de camino y llegamos a Las Eras donde cruzamos pro su plaza y llegamos a la fuente que encontramos helada. La pequeña gota que incesante cae del grifo ha formado una curiosa estalactita que llega hasta arriba. Curioso y gélido arte efímero que nos brindan los rigores del invierno.
Aquí tenemos otra senda con un paso técnico en roca que recuerdo de otras veces. Hago la senda tras Juanto y descubro que ese paso técnico es mucho más sencillo si lo hacemos por el borde de la derecha…Que bueno es seguir a los que saben¡¡ El resto de senda es rápida y limpia, un disfrute.
Nos deja en lo más alto de Alcalá del Júcar y podemos disfrutar de unas vistas privilegiadas del castillo y del pueblo. Unos metros de carretera para enlazar con una senda que nos deja en las casas más altas del pueblo. Entrada complicada entre dos mojones y el resto es dejarnos caer. Bueno, tenemos unas escaleras y un par de curvas complicadas al final, donde fácil será que tengamos que bajarnos de la bici.





Callejeo frenético por las callejuelas del pueblo, donde siempre me ha llamado la atención lo acostumbrados que están los perros y gatos que nos encontramos a guarecerse en los zaguanes con total naturalidad a nuestro paso, sin asustarse ni extrañarse y retomar de nuevo la calle una vez hemos pasado.
De distinta forma nos miran los visitantes de tan turístico pueblo, pensando que debemos estar locos por bajar los escalones de su acceso principal, como si no hubiera mañana.
Tras cruzar el puente tenemos otra fuente y llegamos al tranquilo meandro arenoso en forma de playa. Foto a los tranquilos patos que flotan despreocupados y tomamos el camino y senda posterior que bordea el rio. Gran error pues nos ponemos de barro como nunca nos habíamos puesto. Las ruedas absolutamente anegadas de barro y para mejorarlo se nos pegan las hojas secas de un cañaveral.



Por suerte nada más subir a la carretera encontramos a un vecino en la puerta de su chalet que nos saca una manguera con la que lavamos las bicis y podemos afrontar la subida a casas del cerro. Muy a mi pesar la hacemos por carretera para evitar la senda de las zetas que aunque es una delicia, sin duda estará llena de barro a estas horas, una vez el hielo se haya fundido. En otras circunstancias, hay que subir de nuevo por las zetas, sin dudarlo.
Tras la subida por carretera en la que apenas nos cruzamos con un par de coches, llegamos a Casas de Cerro tras una magnífica mañana de deporte y compañerismo en la que como siempre hemos disfrutado al máximo.
Pura Vida¡¡