Almudévar-La Atalaya. La Hoya de Huesca
near Almudévar, Aragón (España)
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Trail photos
Itinerary description
Recorrido en bicicleta saliendo por el Camino de Matilero, Camino del Albergue para llegar a la Atalaya por el camino de Almudévar a Tormos.
La atalaya se sitúa al sur de Ortilla, lugar desde donde tomaremos la carretera asfaltada que bordea el pantano en dirección a Almudévar. Hay que llegar casi hasta debajo de la torre, concretamente hasta la “paridera de la atalaya”. Si llevamos vehículo todoterreno podemos acceder por pista de tierra, que tomaremos desde la misma paridera. No hay pérdida posible, pues en ningún momento perderemos la atalaya de vista. A pie desde la paridera hay unos 45 minutos de magnífico paseo.
Una de las primeras citas documentales que encontramos data del año 1091. Es una cesión firmada por Sancho Ramírez y su hijo Pedro a los hermanos Fortunio y Sancho Aznárez.
La torre tiene planta rectangular (9 x 6.8 metros). Se alzó con fábrica de piedra sillar. Actualmente solo conserva 3 de sus 4 lienzos, pues el muro sur se ha hundido totalmente, al igual que el remate. Hay dos vanos; uno en altura en el costado norte y otro, el de acceso, en magnífico arco de medio punto en la base del muro oeste. Tenía dos plantas de altura. En la baja observamos cuatro pequeños nichos: dos en el este y uno en los paños norte y oeste. El profesor e investigador Adolfo Castán "Torres y Castillos del Altoaragón" lleva la cronología de esta torre a finales del siglo IX o comienzos del X.
La llanura de la Sotonera ha sido desde tiempos remotos lugar apropiado para los cultivos cerealistas y por tanto asiento de sucesivas civilizaciones. Junto a ello el eje que supone el río Gállego el cual, además de riqueza en forma de agua, proporcionó vías de comunicación norte-sur.
Poco al este del embalse artificial de Tormos o de la Sotonera, al que aporta caudal canalizado el mencionado río, se alza sobre un cerro-testigo la ruinosa torre de La Atalaya. Es visible desde toda la Sotonera (al igual que ocurre con la ermita de los Agudos, al otro lado del pantano) y desde su emplazamiento las vistas sobre la misma son espectaculares. Comunica visualmente con Bolea y por supuesto con otra torre afín cual es la de San Mitiel. Se puede acceder con todo terreno por pista que sale a nuestra derecha una vez rebasada la torre circulando en dirección norte, a la altura de la pardina de La Atalaya. No hay problemas para encontrar la dirección buena porque nunca perderemos de vista la edificación.
La torre consiste en un edificio de planta rectangular con sus lados mayores orientados a levante y a poniente. Se ha derrumbado el muro sur arrastrando en su caída una parte de los anteriores por lo cual es difícil, sin una excavación arqueológica adecuada, delimitar su perímetro exacto. Lo que resta de los lados mayores mide unos 10 metros, siendo de 6,50 la medida del septentrional. Al interior la torre presenta en la planta baja cuatro pequeñas oquedades cuya funcionalidad desconozco.
El arranque de la torre muestra un basamento levemente ataludado, apreciable en el perfil derecho. La construcción se efectuó con sillares magníficamente trabajados que muestran en su cara vista un acabado de almohadillado repicado así como un listel periférico de cuidada ejecución. Los sillares alcanzan tamaños notables de alrededor de un metro siendo su lado menor de unos 35 cm. Se colocan preferentemente a tizón, dejando vista su superficie menor sin que por ello sea infrecuente ver abundantes piezas dispuestas a soga (Imagen 10). La anchura de los muros ronda el metro y medio y los muros se conforman sin relleno intermedio entre ambos lienzos. Se utilizó para su traba una argamasa muy clara y en pequeña cantidad. No obstante a esta descripción, hallamos al interior zonas en las que el acabado es más tosco, de mampostería, con sillares intercalados de buena calidad.
El estado general de la torre es preocupante. Los muros amenazan con seguir desmoronandose poco a poco, o quizá de forma más precipitada a la vista del gran defecto de sillares existente en el ángulo noroeste. El empuje angular de los dos lienzos se concentra allí en un solo sillar, que a pesar de haber sido "reforzado" por alguna mano bienintencionada se muestra notablemente insuficiente.
La atalaya se sitúa al sur de Ortilla, lugar desde donde tomaremos la carretera asfaltada que bordea el pantano en dirección a Almudévar. Hay que llegar casi hasta debajo de la torre, concretamente hasta la “paridera de la atalaya”. Si llevamos vehículo todoterreno podemos acceder por pista de tierra, que tomaremos desde la misma paridera. No hay pérdida posible, pues en ningún momento perderemos la atalaya de vista. A pie desde la paridera hay unos 45 minutos de magnífico paseo.
Una de las primeras citas documentales que encontramos data del año 1091. Es una cesión firmada por Sancho Ramírez y su hijo Pedro a los hermanos Fortunio y Sancho Aznárez.
La torre tiene planta rectangular (9 x 6.8 metros). Se alzó con fábrica de piedra sillar. Actualmente solo conserva 3 de sus 4 lienzos, pues el muro sur se ha hundido totalmente, al igual que el remate. Hay dos vanos; uno en altura en el costado norte y otro, el de acceso, en magnífico arco de medio punto en la base del muro oeste. Tenía dos plantas de altura. En la baja observamos cuatro pequeños nichos: dos en el este y uno en los paños norte y oeste. El profesor e investigador Adolfo Castán "Torres y Castillos del Altoaragón" lleva la cronología de esta torre a finales del siglo IX o comienzos del X.
La llanura de la Sotonera ha sido desde tiempos remotos lugar apropiado para los cultivos cerealistas y por tanto asiento de sucesivas civilizaciones. Junto a ello el eje que supone el río Gállego el cual, además de riqueza en forma de agua, proporcionó vías de comunicación norte-sur.
Poco al este del embalse artificial de Tormos o de la Sotonera, al que aporta caudal canalizado el mencionado río, se alza sobre un cerro-testigo la ruinosa torre de La Atalaya. Es visible desde toda la Sotonera (al igual que ocurre con la ermita de los Agudos, al otro lado del pantano) y desde su emplazamiento las vistas sobre la misma son espectaculares. Comunica visualmente con Bolea y por supuesto con otra torre afín cual es la de San Mitiel. Se puede acceder con todo terreno por pista que sale a nuestra derecha una vez rebasada la torre circulando en dirección norte, a la altura de la pardina de La Atalaya. No hay problemas para encontrar la dirección buena porque nunca perderemos de vista la edificación.
La torre consiste en un edificio de planta rectangular con sus lados mayores orientados a levante y a poniente. Se ha derrumbado el muro sur arrastrando en su caída una parte de los anteriores por lo cual es difícil, sin una excavación arqueológica adecuada, delimitar su perímetro exacto. Lo que resta de los lados mayores mide unos 10 metros, siendo de 6,50 la medida del septentrional. Al interior la torre presenta en la planta baja cuatro pequeñas oquedades cuya funcionalidad desconozco.
El arranque de la torre muestra un basamento levemente ataludado, apreciable en el perfil derecho. La construcción se efectuó con sillares magníficamente trabajados que muestran en su cara vista un acabado de almohadillado repicado así como un listel periférico de cuidada ejecución. Los sillares alcanzan tamaños notables de alrededor de un metro siendo su lado menor de unos 35 cm. Se colocan preferentemente a tizón, dejando vista su superficie menor sin que por ello sea infrecuente ver abundantes piezas dispuestas a soga (Imagen 10). La anchura de los muros ronda el metro y medio y los muros se conforman sin relleno intermedio entre ambos lienzos. Se utilizó para su traba una argamasa muy clara y en pequeña cantidad. No obstante a esta descripción, hallamos al interior zonas en las que el acabado es más tosco, de mampostería, con sillares intercalados de buena calidad.
El estado general de la torre es preocupante. Los muros amenazan con seguir desmoronandose poco a poco, o quizá de forma más precipitada a la vista del gran defecto de sillares existente en el ángulo noroeste. El empuje angular de los dos lienzos se concentra allí en un solo sillar, que a pesar de haber sido "reforzado" por alguna mano bienintencionada se muestra notablemente insuficiente.
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