Andavías, Palomares, Cordel de Sanabria, sendero de la cárcel, Zamora.

Antes de empezar os voy a dar un bricobiciconsejo, ahhh: Necesitaremos: un niño enfermo, un síndrome de Diógenes y una rueda tubelizada sin líquido que pierda aire. Los pasos son: le robamos la jeringuilla del antibiótico al niño enfermo y rescatamos esa cámara irreparable pero con líquido que gracias a Diógenes hemos dejado tirada en algún lugar del trastero. Le hacemos una raja y metemos la jeringuilla -sin aguja- para ir sacando el líquido poco a poco e irlo metiendo en la rueda tubelizada-pinchada-y-sin-líquido. Hinchamos y a rodar. ¡Funciona! Increíble pero cierto.
La ruta:
Pues como le pasó a Euge el otro día: los chubascos hicieron que cambiara de planes. Pensaba ir hasta Santa Eufemia y volver por Montamarta (unos 65 km) pero no pudo ser. Como no tenemos gym ni spa, me tuve que refugiar en el lugar más parecido: el bar Patreli. No está tan bien dotado de instalaciones y aparatos, pero tienen café, pipas y cerveza: suficiente. El tormentón fue tremendo y dejó agua de lo lindo, pero acabó marchándose. El problema es que fue hacia Zamora. La única alternativa que me quedaba era bucar el claro hacia Ricobayo y esperar que las nubes fueran avanzando. Acerté. Como la ruta Andavías-Zamora es algo sosa, me he metido por los sitios más divertidos que se pueden encontrar por la zona: Palomares, el Cordel de Sanabria y el sendero de la cárcel. Los caminos estaban bastante pesados por el aguacero, pero el frescor y la limpieza de polen (se veían los charcos llenos) que ha hecho la tormenta es una gozada. En los rampones se me atragantó uno y lo subí en dos tiempos. Después me fui por el camino del lomo, según el mapa, hacia el cordel de Sanabria: dos subidas sobre la bici y la central a pata después de tenerme que bajar antes de la mitad. Conejito por aquí, conejito por allá y giro a la izquierda hasta el camino del Penadillo. De ahí hasta el estupendo sendero de la cárcel en el que sigo disfrutando a tope. Luego me tocó ir a lavar la bici, de barro hasta los topes, así que un poco de carril bici hasta llegar a la autovía que me llevaría hasta el otrora Elefante Azul (me ha quedado reluciente). ¡Hasta la próxima!