Badajoz a Villafranco (dos canales)
near Pardaleras, Extremadura (España)
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Trail photos
Itinerary description
Dos canales, efectivamente: por delante y por detrás ( y a la cama sin cenar). Con 27 grados de temperatura me dirigí por la ribera del río Guadiana en dirección a San Roque, por donde paseantes cincuentones, con perritos falderos, se agachaban a recoger la caca desperdiciada de los canes; mientras tanto, yo admiro el fuerte de San Cristóbal y las murallas de la Alcazaba que absorbía la luz cansina de las diez de la mañana.
Poco después me encontraba en la Ronda Norte preguntando a un hombre con perrito si había algún camino que siguiera la ribera, y parece ser que no, que no hay. A todo esto, el perrito desquiciado me quería morder, el muy hijo de puta.
El pedaleo me llevó a la rotonda de Cerro Gordo y allí, a la izquierda sale un camino agrícola que lleva a Villafranco; por el camino los tomates obligaban a los braceros a doblar el lomo, mientras yo tragaba el humo de los tractores que sulfataban mis cansados pulmones; no obstante, dale que te dale, que me encajé en el cruce con la antigua carretera de Madrid. Al mirar a la izquierda veo que se aproxima una ciclista y le pregunto por Villafranco y me dice:
—Allí se ve. Y sigue su camino, yo me pongo detrás (con buenas intenciones)
—Venga dale —le digo mientras la adelanto.
No habían pasado dos minutos cuando me dejó más tirado que el camalote del Guadiana. La chica desde luego promete, sobre todo con ciclistas como yo.
Ya en Villafranco me tomo un plátano para recobrar fuerzas y un café con leche y sacarina ( hay que cuidar el exceso de azúcar, qué gilipollez). Este pueblo, no es pueblo, es pedanía de Badajoz que se acuesta a la orilla de dos canales y tiene la quietud de los tiempos del silencio.
Me pongo en marcha y deshago el camino pero subo a Cerro Gordo y pregunto a un tipo con barba de chivo y ojos saltarines que dónde está el canal que lleva a Guadajira.
—Detrás del Golf
Por tanto, me dirijo echando leches (porque era una pendiente, vamos) hasta la rotonda del Golf y, efectivamente, allí está la carretera de la confederación hidrográfica que va hasta Talavera, supongo ( habrá que investigar otro día); yo llegué hasta Villafranco por detrás; así que objetivo cumplido. Doy la vuelta y para casa.
Aunque hay bastante tramo de carretera, esta dispone de un arcén ancho. Lo más peligroso está entre la rotonda de Cerro Gordo y la de Ronda Norte. Así que con cuidadín llegué hasta donde Badajoz recupera su nombre y San Roque da la bienvenida. Lo demás desandar la ribera de Guadiana en donde el camalote afrenta a la Alcazaba y al fuerte de San Cristóbal.
Que Dios lo confunda y lo lleve a las profundidades de la Nada. (Al camalote, claro).
Haya salud para diez mil rutas más
Poco después me encontraba en la Ronda Norte preguntando a un hombre con perrito si había algún camino que siguiera la ribera, y parece ser que no, que no hay. A todo esto, el perrito desquiciado me quería morder, el muy hijo de puta.
El pedaleo me llevó a la rotonda de Cerro Gordo y allí, a la izquierda sale un camino agrícola que lleva a Villafranco; por el camino los tomates obligaban a los braceros a doblar el lomo, mientras yo tragaba el humo de los tractores que sulfataban mis cansados pulmones; no obstante, dale que te dale, que me encajé en el cruce con la antigua carretera de Madrid. Al mirar a la izquierda veo que se aproxima una ciclista y le pregunto por Villafranco y me dice:
—Allí se ve. Y sigue su camino, yo me pongo detrás (con buenas intenciones)
—Venga dale —le digo mientras la adelanto.
No habían pasado dos minutos cuando me dejó más tirado que el camalote del Guadiana. La chica desde luego promete, sobre todo con ciclistas como yo.
Ya en Villafranco me tomo un plátano para recobrar fuerzas y un café con leche y sacarina ( hay que cuidar el exceso de azúcar, qué gilipollez). Este pueblo, no es pueblo, es pedanía de Badajoz que se acuesta a la orilla de dos canales y tiene la quietud de los tiempos del silencio.
Me pongo en marcha y deshago el camino pero subo a Cerro Gordo y pregunto a un tipo con barba de chivo y ojos saltarines que dónde está el canal que lleva a Guadajira.
—Detrás del Golf
Por tanto, me dirijo echando leches (porque era una pendiente, vamos) hasta la rotonda del Golf y, efectivamente, allí está la carretera de la confederación hidrográfica que va hasta Talavera, supongo ( habrá que investigar otro día); yo llegué hasta Villafranco por detrás; así que objetivo cumplido. Doy la vuelta y para casa.
Aunque hay bastante tramo de carretera, esta dispone de un arcén ancho. Lo más peligroso está entre la rotonda de Cerro Gordo y la de Ronda Norte. Así que con cuidadín llegué hasta donde Badajoz recupera su nombre y San Roque da la bienvenida. Lo demás desandar la ribera de Guadiana en donde el camalote afrenta a la Alcazaba y al fuerte de San Cristóbal.
Que Dios lo confunda y lo lleve a las profundidades de la Nada. (Al camalote, claro).
Haya salud para diez mil rutas más
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