Baños de Gilico-Coto Minero del Distrito Gilico-Arroyo Hurtado-Camino de las Casas Coloradas-Bancal de los Guardas. Anthercas

Accedemos desde la Autovía Murcia-Caravaca, salida 33 por la RM-552 hacia Calasparra, pasado el cruce a Gilico, aparcamos junto a la Casa del Manantial, en el paraje conocido como Baños de Gilico pertenecientes al término de Calasparra (38°10'35.58"N 1°38'16.50"W).

Antaño conocida como Baños de San José o de la marranica, ya que una leyenda local atribuye su descubrimiento, a la curación de una cerda que se bañó en las aguas que manaban allí. Los viajeros y ganaderos que transitaban por la cañada hacían uso de ellos, actualmente se usa el agua para explotación agrícola y ganadera.
Tomamos la pista hacia las Casas de Gilico en una mañana fría y luminosa, cruzamos el puente sobre el río Quípar; nos movemos por un zona con mucha historia: las crecidas del Río Quipar eran aprovechadas por los romanos para el cultivo de olivo (aceite) y cereal (trigo); testimonio de épocas remotas son la humilde necrópolis en la Casa de la Vereda y de la existencia de un ajuar funerario en el Cortijo de los Panes.

En el cruce del Bancal de Los Guardas, giramos por la pista huertana que nos eleva sobre un collado, para descender al Coto Minero del Distrito Gilico en el término municipal de Cehegín; un yacimiento de magnetita con un 70% de hierro y propiedades magnéticas, se explotaba en la mina María (subterránea y a cielo abierto) en la vaguada del Quípar, pero las filtraciones dificultaron la extracción de mineral a pesar de las obras de aislamiento, llegando a proyectarse la desviación del cauce; como se exportaba a Alemania, la guerra mundial de 1914 supuso la quiebra del negocio; acabó el “cable” desmontándose en 1954, fue transportado y reutilizado en las minas leonesas.
El “cable” (tren aéreo con vagonetas), transportaban el mineral desde el Coto Minero de Cehegín y el Distrito Gilico, hasta la Estación de Tren de Calasparra; este último se inauguró en 1908 con sistema Roll, de 15 km de largo y movido por la energía eléctrica del Salto de Cañaverosa.

Hacemos un alto en las ruinas del poblado minero Gilico con el Almorchón de fondo, cruzamos el río y aparece el abandonado Cortijo de Alonso, vemos el gran lago que fue el laboreo a cielo abierto de la mina María, provocado por una gran avenida del Río Quípar. Aparcamos las bicis para echar un vistazo a las instalaciones desde fuera.

Proseguimos por pista en ascenso paralelos al Barranco de los Postes del Nevado; nos separamos en el Cabezo de las Balas y la Mina San Antonio; giramos a la izquierda bordeando el asentamiento ibérico del Cabecico del Trigo hacia El Chaparral; seguimos la pista izquierda a Los Descepaos, entrando en la pedanía de Arroyo Hurtado. Salvamos el arroyo del mismo nombre. Pedaleamos por grandes extensiones de campos cultivados, en la actualidad estas tierras son de secano, dedicadas en principio al esparto y la vid, ahora son explotaciones de albaricoqueros y melocotoneros, pero hasta mediados del siglo XX estuvieron destinadas al cultivo del arroz.

Volvemos a cruzar, junto al Cortijo de Los Carrascos, el Quípar; paramos a tomar el mantente al inicio de la pista de vuelta, entre el Alto de la Jabalina y la Albaidosa; en el cruce del Acebuchal seguimos por la derecha, el Camino de las Casas Coloradas acaba descendiendo por un bosque de pinos con bastante musgo en las partes de umbría.
La estupenda pista paisajística y de buen rodar, atraviesa entre Cabezo Redondo y el Cerro de Cambrones a la Cañada de Juan Ruiz. Pasamos desde el Bancal de los Guardas (por donde vinimos) a Los Coloraos, cruzando el puente del Arroyo de Gilico, con abundante caudal cuando suele estar seco. Nos dirigimos a la Cañada del Carril, realizando un trecho por la Vereda de Rotas, observamos unos pequeños badlands, antes de cruzar por el puente de la carretera de vuelta al aparcamiento.

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