Camino Santiago 2016. Etapa 2/5. Villalba - Sobrado do Monxes. 29-SEP-16

Hemos salido hoy de Villalba prontito, que en este albergue Castelos te despachan pronto.

El dormir en albergue a unos nos gusta (por el ambiente) y a otros no, principalmente porque durante la noche las próstatas y apretones no perdonan, y cuando no se levanta un vecino, se levanta otro, y luego te toca a ti, con lo cual se te queda la sensación de que no pegas ojo, aunque luego sí parece que llegas a roncar y todo.

Foto en la torre del homenaje del Parador de Villalba.

El dia ha comenzado con bastante niebla, aunque al llegar a Bahamonde (20 km), ya ha salido el sol.

Hemos hecho una parada para que Miguel repare su rueda trasera de una pequeña raja que le hace perder aire continuamente.

Seguiremos el relato más adelante…

Continuando con la etapa de hoy, tras la reparación del pinchazo hemos seguido la ruta por senderos cubiertos por los árboles, llenos de vegetación, una auténtica pasada, se pasa de robledales a bosques de castaños, luego de pinos, etc.

Al poco Carlos ha roto la tija de titanio de su bici, le hemos pedido ayuda a un señor que tenía allí mismo su casa, pero mal arreglo tenía la cosa, así que el resto de la etapa, (nada menos que 30 km), los ha hecho con el sillín un palmo más bajo de su medida.

Hemos comido en un albergue pequeñito del Camino (Roxica, o algo así) y nos ha costado arrancar para hacer los últimos 15 km (¿por el orujo quizás?), hasta llegar a Sobrado dos Monxes, un monasterio que da albergue a los peregrinos y que es un sitio precioso y sorprendente, tiene 2 claustros visitables, así como la iglesia, totalmente atípica, una iglesia impresionante, pero desangelada, sin figuras ni oropeles en los altares y capillas, tan solo un cristo en una cruz, el resto sin adornos, cuadros, etc…, tan habituales en cualquier iglesia, y más de España. Una iglesia tamaño catedral abandonada. Las paredes por dentro muchas de ellas forradas de verdín de la humedad y el altar mayor lleno de cagadas de las palomas.

Después de cenar en un bar del pueblo , ya estamos acostados en la habitación del monasterio, 13 personas, y vamos a proceder a la competición de ronquidos, aunque ya un alemán de una cama cercana está en plena faena, otros competidores han empezado a chasquear sus lenguas para intentar acallarle. Por la zona sur se oyen comentarios de “Vaya joya…”, y el que escribe está descoyuntado de la risa ahora mismo.

Nada más que contar del día de hoy, tan solo que Carlos ha negociado con una paisana y le ha comprado una tija de una bici que tenia en la calle. Este Carlos es un fenómeno …