CAMINO SANTIAGO FRANCÉS CARRIÓN DE LOS CONDES LEON

Lunes 5 de julio, dejo atrás Carrion de los Condes, bonito, acogedor y entrañable pueblo en dónde un hostal sencillo me ha demostrado que a veces es mejor que la opulencia, aunque no ha evitado que durmiera más de las habituales y escasas 5 horas y tampoco a evitado que el pepito grillo de mi cabeza haga de las suyas de madrugada con sus ideas unas veces alocadas y otras sensatas. Tras un confortable desayuno en la solitaria plaza del pueblo, tipico beso diario de rigor a mi amor y unos mimos a mi otro amor con unas gotitas de aceite en la cadena, que no es Dios pero hace milagros y un poquito más de presión a las ruedas. Enprendo el camino sobre las 9 de la mañana, esta soleada y fresca por la insistente brisa del oeste. Dejo atrás el pueblo por una carretera de las muchas que hizo antaño Franco, muy abandonada llena de baches, enseguida me encuentro tres operarios intentando repararla, los romanos las hacian más rápido. Me adelantan los coches rozando, a los bicigrinos en particular y ciclistas en general también se nos debería de respetar.
Me adentro por un camino como una autopista para un biker, transcurre entre bonitos parajes de cereales inmensos hasta donde alcanza la vista, el infinito y más allá, dónde se divisan en la ontananza peregrinos como puntitos insignificantes en este inmenso universo del que se dice todo está íntimamente interconectado. La verdad que cada vez mas siento íntimamente los detalle de esta naturaleza. Se hace monótona cansina, me parece que voy a tener tiempo para meditar y filosofar un rato. Hoy me atrevo con todo hasta con la política, no podía faltar mi mi carácter controvertido y socarrón.
He adornado la bici con un par de cintas y pegatinas del camino de Santiago, y de España, hay que hacer patria no solo cuándo ganan el mundial. Sí, aunque no alardeo por respeto a la diversidad, me siento Cántabro de nacimiento, Navarro de adopción, y español, y si ademas le añades una asturiana, afincada en Madrid, con hijos navarros, y familiares con mas de ocho apellidos diferentes, me siento muy ciudadano del mundo del universo.
Hoy el camino también va y se lo dedico a los vivos, muy vivos con quiénes tengo el lujo de convivir. A mi familia materna, Conchi, Tutos Ignacio, que estamos recuperando el afecto y cariño familiar, como no puede ser de otra manera.
A mi familia política qué ariesgo acogiendo como uno mas de la familia, a un creído niñato de pueblo.
A mis compañeros de Soltecna, que con dos manos y mucha voluntad hacen lo de cuatro, a mis compañeros del Grupo Gaes, que me apoyan profesionalmente siempre con una sonrisa, sobre todo mis chicas. A mis tres jefes a veces criticados y no siempre comprendidos, que me dieron la oportunidad , y de los que he aprendido profesionalmente mucho.
A mi grupo de los fantásticos que en nuestras reuniones me aportan la cordura y sensatez qué compensa mis locuras. A mi grupo de amigos incondicionales los janets tabernarios que me enseñan a jugar al mus y disfrutar de la vida a nuestra manera, a mi entrañable amigo Fajoneti por la cicloterapia de las tardes de los viernes terapéuticos, cabreando con las bicis, por los montes, que me han entrenado cuerpo y mente para hacer esta aventura, y a su familia por aguantar mis tonterías, a mis compañeros ebikers que me han puesto fino filipino en las rampas más duras para estar a tono y hacer este camino, a mis colegas del baloncesto que soportan mi exigencia deportiva, y a todos los que seguramente alguno se me olvida. El camino ha cambiado siendo mas divertido de sendas y veredas estrechas con ligeros toboganes entre parajes de arboledas y campos de labranza. En un típico área de descanso de peregrinos paro a reponer fuerzas tomando un gel, encuentro a una chica menuda, delgada y de piel tórrida por el sol, sentada descansando al lado de un petate más grande que ella, le pregunto su nombre, se llama Lili, viene desde Francia y lleva 1500 km andando, le pregunto el motivo, porque si me responde, y me deja pensativo durante el resto del camino. Muchas veces no hacemos las cosas porque no esto, porque no lo otro, y tienes razón hay que hacerlas entre otras cosas porque si, hay que vivir y hacerlas.
El viento ha amainado rolando al suroeste, me permite ir volando hasta llegar a Sahagún, todos los pueblos tienen su encanto pero este algo menos. Hoy aquí ya me espera el
equipo en el pit lane bien preparados, hacemos un perfecto stop and go, cremita solar, botella de agua fria, y raudo emprendo el camino que durante muchísimos kilómetros pica hacia arriba, transcurre por una angosta vereda de altas hierbas que van raspando la chapa y pintura de mis piernas, al final me encuentro unos obreros cortandolas y se me escapa un " buen trabajo ya le hacía falta un buen corte de pelo a estos campos"
En paralelo a escasos centímetros va la carretera, la miro y remiro de vez en cuando de reojo con la tentación de ir por ella, pero al igual que las tentaciones de la vida hay que evitarlas, hay que ser exigente y honesto con uno mismo, he venido a hacer el auténtico camino del peregrino caminante.
La ausencia del viento, el poco desnivel, el estado del las pistas, buen estado físico y mental, toda la máquinaria funciona perfecto, hace que lleve un muy buen ritmo, incluso la media superior a la prevista, así que en el Burgo Ranero me paro a comer, esta vez solo, para no perder mucho tiempo y no repetir una opípara comida que me lastre como días anteriores en los últimos kilómetros. Unas lugareñas me recomiendan ultramarinos Loli donde atienden dos viajecillos que me recuerdan a mis abuelos, charlamos un poco y me atienden muy amablemente, con un poco de fruta un mini bocadillo y agua qué por 6 € y sentado en una silla de una terraza con vistas al horizonte disfruto como el mejor menú. Reemprendo la marcha, hoy más ligero y cuesta abajo, por una carretera que transcurre entre campos inmensos de cereales, me voy sintiendo muy bien, de repente me doy de bruces con un inmenso rebaño de ovejas de trashumancia guiado por dos perros, dos chicas una de ella caballo y un chico, de todos ellos me sorprende su juventud e ilusión con la que van, me cuenta que van hasta Navas en Asturias, siete días de camino eso sí que es admirable, me hacen pensar que lo importante es la pasión cómo haces las cosas y no tanto el qué. Tras unas fotos, continúo a toda velocidad cuesta abajo y sin frenos, esta vez me he salido del camino y voy por la carretera, lo reconozco he pecado durante unos kilómetros, necesitaba seguridad para contemplar y grabar en mi retina los paisajes que no están descritos ni en la imaginación. Pero después obedientemente vuelvo al camino de rectitud marcado. La entrada hacia León es fea, y peligrosa, le salva la llegada al centro historico y la culminación en la catedral. Los temidos 100 km a los que nunca me había enfrentado en una sola etapa han terminado siendo los mejores del camino hasta hoy. El adelanto en el horario previsto en la llegada me permite encontrar la tienda de bicis para reparar la amortiguación y disfrutar de una bonito y reposado paseo en tren chu-chu por la ciudad, el cuerpo lo agradece ya no está para más, al atardecer y anochecer de Leon esta preciosa y cena en una grata compañía familiar.