Candelario All Mountain extremo
near Candelario, Castilla y León (España)
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Trail photos
Itinerary description
Espectacular ruta tanto como los impresionantes parajes que recorre, maravilloso el pueblo de Candelario y excelsas las trialeras y zonas de pedrusco máximo; eso sí, he de avisar que no es una ruta para todos los públicos, el desnivel acumulado que marca y el kilometraje no representan para nada el titánico esfuerzo físico a realizar para superar las pedregosas subidas primera y el Puerto de la Covatilla después, además de los titánicos descensos donde la roca es onmipresente. También aclarar que desde el Canchal de la Panadera la ruta tiene una zona corta de pateo duro por un sendero de piornal, es un tramo corto pero después de la paliza es muy sufrido, aunque una vez llegados a la zona de Las Barreras, el sendero ya es ciclable, aunque con tramos de casi freeride. Una vez hechas todas las aclaraciones, vamos con la crónica.
Lo primero agradecer a Nando que nos acompañara, no hay nada mejor para descubrir nuevos lugares que hacerlo pedaleando con buena gente de la zona, que nos aconsejó y nos fue describiendo lo que nos íbamos a encontrar, además de quitarnos el aire en La Covatilla ;-).
La ruta comienza en la bella localidad de Candelario, un pueblo maravilloso, difícil de olvidar, donde comenzaremos el primer ascenso por pista hasta La Garganta del Oso, donde descendemos por una trialera de ensueño, que luego al final de la ruta repetiremos. La trialera de La Garganta del Oso, es un pedregal impresionante, con escalones de roca y zonas algo más rápidas, donde es imprescindible llevar algo de velocidad para pasar por encima de las rocas. Todo este descenso discurre por un enclave sombrío y espectacular.
Rápido llegamos a Candelario con una sonrisa de oreja a oreja, tomamos una callejuela a la izquierda, para subir a Las Lagunillas, con su bonito mirador, para bajar por otra pedregosa trialera, con algún tramo flow, majestuosa, la trialera del Escobardal. Hacemos un pequeño tramo de enlace por carretera para adentrarnos en el Camino del Calvario, absoluto pedregal, con algún tramo más limpio, donde predomina el ascenso bruto, pedaleando sobre las piedras, pero con muy buenos tramos de descenso. Otro tramo de enlace, pequeño, en el entorno del Embalse de Navamuño, para después de reponer fuerzas, descender por la trialera del Zahurdón, impresionante y excelsa, pedrusco puro, sin palabras.
En el Zahurdón tomamos un desvío para subir otro pedregal de fuerte pendiente, que nos dejará en un camino más amplio para descender de nuevo, al Pontón del Coto, otro descenso, éste algo más vertical, inmenso como los anteriores, que nos llevará al ascenso de LLanolópez, con mucho pedrusco, como no, que nos dejará en Candelario tras un breve descenso.
En este nuevo paso por Candelario, que será el último antes de regresar, aprovechamos para recargar líquido y comer un poco, porque ahora, y después del gran esfuerzo realizado hasta el momento, nos tocaría enfrentarnos a un camino rompepiernas hasta Navacarros, con zonas de fuerte ascenso de pedrusco, para posteriormente enfrentarnos a La Covatilla, puerto que menospreciamos en parte, porque es más duro de lo que parece sobre el papel, con el añadido del viento en las zonas altas. Eso sí, las vistas del ascenso son espectaculares.
Bien, una vez alcanzamos la estación de ski, exaustos, repusimos fuerzas y volvemos para alcanzar Peñalaiz atravesando un prado de vacas poco ciclable y desde allí comenzamos a descender por una senda al principio poco ciclable que nos precipitó en otra nada ciclable y llena de piornales en la que tuvimos que cargar con la bici a la espalda durante varios tramos. Este fragmento de la ruta comprende 700 metros muy malos, ya que la senda está poco frecuentada y los piornos se han hecho fuertes en este sector.
Una vez alcanzada la vista del valle del Oso, la senda inóspita que traíamos se une con otra y el recorrido empieza a ser ciclable, pero muy muy técnico con pasos angostos y pendientes, sobre todo el final, de auténtico freeride. Nuestro estado físico muy deteriorado no nos permitió disfrutar de este descenso como debería, ya que es imprescindible que todos los músculos de nuestro cuerpo estén al 100 por 100 para poder acometer los giros entre pedruscos y tramos rotos de fuerte desnivel.
Después de un último tramo vertical con nivel de pedrusco máximo, llegamos al arroyo de Oso, donde descansamos de la terrible bajada, y continuamos por un camino roto que nos enlazará con aquella primera trialera de la jornada, en la Garganta del Oso. Nuestro nivel físico mermado, nos hizo pensar que no íbamos a poder realizarla como este impresionante descenso merece, pero no fue así, hay veces en las que el cuerpo machacado revive para dar todo de uno mismo en un tramo de máxima atención y disfrute. Una vez terminado el pedregoso camino volvemos a Candelario, a nuestro punto de partida, con una paliza extenuante, un disco de freno destrozado y un radio arrancado en la rueda trasera de una de nuestras monturas, y otra rueda trasera muy deteriorada en otra, todo solucionable posteriormente en el taller, porque en este momento tocaba descansar y cenar como se merece para finalizar una jornada inmejorable.
Lo primero agradecer a Nando que nos acompañara, no hay nada mejor para descubrir nuevos lugares que hacerlo pedaleando con buena gente de la zona, que nos aconsejó y nos fue describiendo lo que nos íbamos a encontrar, además de quitarnos el aire en La Covatilla ;-).
La ruta comienza en la bella localidad de Candelario, un pueblo maravilloso, difícil de olvidar, donde comenzaremos el primer ascenso por pista hasta La Garganta del Oso, donde descendemos por una trialera de ensueño, que luego al final de la ruta repetiremos. La trialera de La Garganta del Oso, es un pedregal impresionante, con escalones de roca y zonas algo más rápidas, donde es imprescindible llevar algo de velocidad para pasar por encima de las rocas. Todo este descenso discurre por un enclave sombrío y espectacular.
Rápido llegamos a Candelario con una sonrisa de oreja a oreja, tomamos una callejuela a la izquierda, para subir a Las Lagunillas, con su bonito mirador, para bajar por otra pedregosa trialera, con algún tramo flow, majestuosa, la trialera del Escobardal. Hacemos un pequeño tramo de enlace por carretera para adentrarnos en el Camino del Calvario, absoluto pedregal, con algún tramo más limpio, donde predomina el ascenso bruto, pedaleando sobre las piedras, pero con muy buenos tramos de descenso. Otro tramo de enlace, pequeño, en el entorno del Embalse de Navamuño, para después de reponer fuerzas, descender por la trialera del Zahurdón, impresionante y excelsa, pedrusco puro, sin palabras.
En el Zahurdón tomamos un desvío para subir otro pedregal de fuerte pendiente, que nos dejará en un camino más amplio para descender de nuevo, al Pontón del Coto, otro descenso, éste algo más vertical, inmenso como los anteriores, que nos llevará al ascenso de LLanolópez, con mucho pedrusco, como no, que nos dejará en Candelario tras un breve descenso.
En este nuevo paso por Candelario, que será el último antes de regresar, aprovechamos para recargar líquido y comer un poco, porque ahora, y después del gran esfuerzo realizado hasta el momento, nos tocaría enfrentarnos a un camino rompepiernas hasta Navacarros, con zonas de fuerte ascenso de pedrusco, para posteriormente enfrentarnos a La Covatilla, puerto que menospreciamos en parte, porque es más duro de lo que parece sobre el papel, con el añadido del viento en las zonas altas. Eso sí, las vistas del ascenso son espectaculares.
Bien, una vez alcanzamos la estación de ski, exaustos, repusimos fuerzas y volvemos para alcanzar Peñalaiz atravesando un prado de vacas poco ciclable y desde allí comenzamos a descender por una senda al principio poco ciclable que nos precipitó en otra nada ciclable y llena de piornales en la que tuvimos que cargar con la bici a la espalda durante varios tramos. Este fragmento de la ruta comprende 700 metros muy malos, ya que la senda está poco frecuentada y los piornos se han hecho fuertes en este sector.
Una vez alcanzada la vista del valle del Oso, la senda inóspita que traíamos se une con otra y el recorrido empieza a ser ciclable, pero muy muy técnico con pasos angostos y pendientes, sobre todo el final, de auténtico freeride. Nuestro estado físico muy deteriorado no nos permitió disfrutar de este descenso como debería, ya que es imprescindible que todos los músculos de nuestro cuerpo estén al 100 por 100 para poder acometer los giros entre pedruscos y tramos rotos de fuerte desnivel.
Después de un último tramo vertical con nivel de pedrusco máximo, llegamos al arroyo de Oso, donde descansamos de la terrible bajada, y continuamos por un camino roto que nos enlazará con aquella primera trialera de la jornada, en la Garganta del Oso. Nuestro nivel físico mermado, nos hizo pensar que no íbamos a poder realizarla como este impresionante descenso merece, pero no fue así, hay veces en las que el cuerpo machacado revive para dar todo de uno mismo en un tramo de máxima atención y disfrute. Una vez terminado el pedregoso camino volvemos a Candelario, a nuestro punto de partida, con una paliza extenuante, un disco de freno destrozado y un radio arrancado en la rueda trasera de una de nuestras monturas, y otra rueda trasera muy deteriorada en otra, todo solucionable posteriormente en el taller, porque en este momento tocaba descansar y cenar como se merece para finalizar una jornada inmejorable.
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Easy to follow
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Brutal ruta, impresionante.
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Impresionante......