Caravaca de la Cruz - Murcia

Tercer y último día pedaleando por Murcia. En esta ocasión íbamos a utilizar, casi en exclusiva, la vía verde del Noroeste, 80 Km del antiguo trazado entre Murcia y Caravaca. En bajada.
Se empieza callejeando por Caravaca para dar a la antigua nacional, una carretera arbolada, y con el carril bici segregado. En seguida se accede al antiguo trazado, en bajada, y se puede apreciar la calidad de las obras: decenas de puentes y cinco túneles allanaron el recorrido ferroviario. El primer túnel, el más largo, está iluminado. Cehegín está detrás, a tiro de piedra de un área de descanso con fuente y todo.
Ahora empieza una subida ligera por un pinar, con las balsas de riego cerquita... qué tentador debe de ser su vista en los días de más calor. Hoy no, y la sombra de los pinos nos quita los rayos del sol. Con estos pensamientos, nos acercamos a Bullas. Pero aquí el trazado de la vía verde ha sido usurpado por una autovía y el desvío nos da un rodeo por los cerros con más subida de la deseada. Y luego toca callejear. Al fin, por un camino de labranza, seguimos camino.
El paisaje ha cambiado. Sin pinos, menos natural, ahora son todo cultivos. Los almendros, todos en flor, son un espectáculo. Los limones cuajados de frutos rodean el camino. Y alguna finca interrumpe (poca cosa) la traza de la vía.
El Niño nos ofrece un bar para tomar algo. Pero el camino es cuesta abajo, a veces al 3%, y no se sufre pedaleando, la verdad. Mula nos enseña su castillo, y al otro lado se puede ver el cerro testigo de La Puebla de Mula, con unos restos apenas visibles desde la vía verde.
El paisaje vuelve a cambiar: más árido, recuerda al desierto de Almería, y ahora la vía cruza profundas ramblas gracias a unos magníficos puentes. Llegamos a Alguazas, donde el ferrocarril Murcia - Caravaca compartía estación con la línea Cartagena - Murcia - Chinchilla - Albacete. Dicha línea se ha quedado sólo para largo recorrido sin parada en todas las estaciones: Alguazas está cerrada sine die. Y un poco más allá, otra mala noticia: el color de las aguas del río Segura, que se cruza gracias a un puente metálico. Qué pena de río, que nace puro en Cazorla y es una alcantarilla a cielo abierto a estas alturas... Molina de Segura nos anuncia que Murcia capital está cerca. Por fortuna, el urbanismo ha respetado el trazado del tren y, salvo cruces, se puede rodar tranquilamente buscando la meta. Meta a la que se llega en subida, pasando el último túnel, y viendo una zona que parece ser el patio de recreo murciano: senderos y más senderos para todos los gustos y dificultades.
La vía verde se acaba en el campus de la universidad, pero nos salimos un poco antes y, esquivando las vías del tranvía y callejeando un poco, volvemos al hotel donde empezamos el viaje dos días atrás.