Casas de Juan Gil 2: montaña a través

¡Una locura la ruta de hoy! Pero vamos por partes.
Empezamos en Casas de Juan Gil, y después de bajar al valle, cuando empieza la subida hacia la sierra ya me percato de que las piernas acusan la fatiga de los dos días anteriores… Pero salvo algunos repechos ligeros, todo es bajada, así que se lleva bien. Llegamos al siguiente valle, que ya linda con el embalse del Molinar, y tiramos hacia el Oeste para ir bordeando este último y obtener magníficas vistas del agua.
Pero pronto hay que meterse p’adentro, y una dura subida nos lleva del borde del precipicio a la meseta superior, donde unos grandes cultivos de trigo se pierden en el horizonte. Lo han cosechado ya, y se ven las balas de paja amontonadas. Sorprendo algunos ciervos, que se alejan sin dejar que me acerque. Vamos bordeando los campos y hacemos km. más tarde un requiebro para volver hacia el curso del Júcar, metiéndonos por un valle tributario que nos pone atentos con unas bajadas tortuosas y bastante inclinadas.
De vuelta al rio, pero a bastantes metros de altura de éste, volvemos a tener magníficas vistas que nos harán parar para hacer fotos.
Pero ya toca volver… y entonces empieza el desastre. Lo que cuando diseñé la ruta parecía un buen camino, resulta ser una senda que apenas se ve en la ladera de la montaña. Me pierdo varias veces hasta que la encuentro, y cuando empiezo a seguirla y va convirtiéndose poco a poco en camino, compruebo que está totalmente abandonado y ocupado por matorrales y árboles caídos. Una odisea, muchas veces me toca cargar con la bici a cuestas porque hago prácticamente todo este tramo a pie. Más adelante el camino mejora, pero cada 20 m. o menos hay un árbol caído que no deja pasar, así que me toca meterme por el bosque andando, arrastrando la bici, llevándola por delante o encima, entre matorrales y arbustos que nos arañan a los dos. ¡Una locura!
Al cabo de bastante tiempo llego a un camino en buenas condiciones, que sigo a toda velocidad, pero me paso del desvío que tenía que tomar… ¿qué desvío, si no veo nada? Intuyo, más que veo, otra senda monte a través, y confiando en que estará en mejores condiciones que la anterior, me lanzo por ella. Eso sí, andando con la bici al lado.
¡A qué mala hora! La senda resulta estar en peores condiciones que la anterior, muchas veces ni la distingo, todo es monte a través a través de una vegetación que no me quiere dejar pasar. A estas alturas, estoy ya extenuado y el sol me da fuerte, la insolación está al acecho… Empieza a empinarse la ruta y las pulsaciones se me disparan, teniendo que parar cada pocas decenas de metros.
Cuando llego por fin a un camino en buenas condiciones, el móvil con el Sports-Tracker se me queda sin batería, menos mal que el otro, donde llevo el Strava y el Wikiloc aun tiene un 20%.
Hace rato que he pasado de disfrutar con lo que hago, a soñar con que estoy en casa, sentado en el sofá, con una buena cerveza en la mano. Incluso llego a pensar que ojalá pase una furgoneta y hago auto-stop. Es una agonía.
Pero no ha acabado el tema… ahora toca volver a Casas de Juan Gil, y me espera el duro puerto para llegar a los molinos de viento, unos km. al 5-6%. Resulta tremendamente duro para las condiciones en las que estoy, a todo desarrollo y paso de caracol, y mirando el suelo porque no me atrevo a mirar hacia delante, no sea cosa que pierda la moral.
El agua ya se me ha acabado, pero por suerte, a mitad subida tengo la fuente de “agua no potable” cuyo cartelito a estas alturas me importa un pimiento. Me refresco, me recupero del mareo, y a seguir subiendo.
Cuando llego a la cima, la sombra de un gran pino me da unos minutos de descanso, mientras pienso si vomito o me dejo caer. Menos mal que ahora llega la gran bajada al valle, varios Km. de velocidad y aire en la cara, que me dan el alivio necesario para llegar finalmente al pueblo, donde la fuente se convierte en mi mejor amiga…
Decididamente, voy a cambiar esta ruta…