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Circular desde Herguijuela por Chorro de los Ángeles y Pinofranqueado, vuelta por Esperabán

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Author

Trail stats

Distance
57.98 mi
Elevation gain
6,234 ft
Technical difficulty
Moderate
Elevation loss
6,234 ft
Max elevation
4,258 ft
TrailRank 
32
Min elevation
1,495 ft
Trail type
Loop
Time
10 hours 7 minutes
Coordinates
4959
Uploaded
June 10, 2023
Recorded
June 2023
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near Herguijuela de Ciudad Rodrigo, Castilla y León (España)

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Itinerary description

Junio es el mes de los retos. Si tienes un proyecto deportivo descabellado en la cabeza, desproporcionadamente largo en km o alto en desnivel... o ambos! Hazlo en Junio. Largas horas de luz y temperaturas contenidas serán tus mejores aliados.

Es el caso de mi ruta de hoy; la tengo en la lista desde hace tiempo, esperando El Día en el que tenga fuerzas físicas, mentales, buena meteo y muchas horas de luz. Ese día ha llegado, y tengo además varios objetivos adicionales: quiero comprobar con mis propios ojos los estragos del lamentable incendio que hace pocas semanas asoló la zona; quiero admirar el chorro de los Ángeles tras el volumen de lluvias de los últimos días; y quiero ver las cerezas colgando de las ramas pues es la época justa!

Arranco a subir por la carretera de Martiago a Robledillo cuyas curvas y pendientes empiezo a conocerme ya de memoria, hasta que llego sin novedad al límite provincial y de ahí en bajada a La Golosa. Para ser sincera no voy para nada convencida de completar la ruta, y llevo varias posibilidades de escape en la cabeza según me vaya encontrando.

En La Golosa me desvío por la pista conocida que indica Ovejuela, en un delicioso paseo colgado en las alturas que separa las comarcas de Gata y las Hurdes. Aquí ya empiezo a apreciar las cicatrices del incendio. Se alternan parches de bosque quemado, con partes que milagrosamente han escapado de las llamas. El valle que baja hacia Ovejuela está mucho más afectado que el lado de Descargamaría, y en concreto la "Piedra montá" se ha calcinado entera. Al menos, pensé, como ya no hay pastos no me encontraré con el clásico rebaño de cabras y sus dos perros ovejeros que suelen andar por aquí, solos sin pastor. Qué equivocada estaba.

Sigo avanzando con pena entre los restos del incendio. Aún huele a quemado y dan ganas de llorar. Las lluvias de los días previos han arrastrado cenizas y restos varios, y han socavado los caminos en muchas zonas.
Llego al cruce que baja al río de los Ángeles desde donde ya se admira el impresionante Chorro de los Ángeles, pero decido acercarme al mirador de los buitres a pie del chorro en desvío de un par de km. A falta de pocos metros, unos ladridos surgen de mi derecha y me echan de allí; los perros del rebaño de cabras!! Los maldigo, y me doy la vuelta para bajar por la pista de los Ángeles hasta la primera curva en que está el mirador del Chorro, donde me pararé y evaluaré los próximos pasos.

Sorprendentemente el rinconcito del Chorro se han salvado de la quema, y tal y como esperaba baja mucha agua cuyo estruendo se escucha desde aquí. Me siento a contemplar el paisaje, y mantengo un debate mental conmigo misma: allá abajo a tomar por culo se ve Pinofranqueado, y mi Yo prudente y perezoso me dice que no se me ocurra bajar hasta allí, recordándome que quedarían aún 60km y 1000m de desnivel. Mi yo aventurero, inconsciente, impulsivo y hambriento me mira con la boca abierta incrédulo ante la posibilidad de darme la vuelta aquí y desaprovechar este maravilloso día. Objetivamente, todos los factores están a favor: es pronto y me quedaría luz de sobra para continuar sin prisas; la meteo es perfecta; los perros no van a aparecer más...

Ni pa ti ni pa mí; decido bajar un poquito con la posibilidad tranquilizadora de desviarme hacia Ovejuela sin llegar a bajar a Pinofranqueado, recortando mucho la ruta y perdiendo mucho menos desnivel, aunque Ovejuela implicaría regresar hacia arriba arrastrando la bici por el camino de 3km del chorro que sé que no es ciclable.

El valle de los Ángeles es gigantesco, y sería espectacular de no encontrarse quemado :(. La pista baja sin miramientos en marcada pendiente, y descubro los estragos que la lluvia ha causado en muchas curvas donde los torrentes han destrozado literalmente el piso y se han comido buena parte de la misma. Me toca desmontar muchas veces para sortear los pedruscos y tardo más de los esperado en llegar a la carretera. Como ya sabía porque me conozco, ni me lo pienso y continúo animadísima a Pinofranqueado, vamos a por todas!

Llego al pueblo a la hora del vermut y almuerzo de tapas en la agradable plaza mientras la camarera me cuenta los entresijos del incendio: fue provocado y desde el pueblo se vio cómo comenzaban a arder varios focos, y hasta un coche allí mismo. Cuesta creer que no se pueda pillar a los pirómanos!

Después de comer comienza la fase 2 de la expedición, que es además la más dura con el puerto de Esperabán esperándome allí adelante. Sin problemas, voy genial de tiempo y avanzo sin absolutamente ninguna prisa ni presión, parándome a hablar con los locales cada vez que tengo ocasión. Avanzo por la carretera del Esperabán ya conocida, y aquí por fin desaparecen los cadáveres del incendio recuperando el valle la frondosidad y verdor de las maravillosas Hurdes. Paro en Castillo a tomar un café y hablar con más locales, y enseguida llego a la Aldehuela donde busco a algún paisano que me venda cerezas. Encuentro a una amable señora lavando la ropa en la fuente con jabón de sosa y charlamos un buen rato sobre los tiempos pasados en las Hurdes, tema que me fascina. Pero no hay cerezas: muchas se han echado a perder con las lluvias y no se han molestado ni en cogerlas, así que me ofrece coger yo misma las que quiera y así hago, llevándome un puñadito para la cena de esta noche, qué ricas!

Y ahora ya sí, el puerto de Esperabán me abre sus brazos. Tiene huevos que he dejado lo más duro para el final, pero prefería dejar lo conocido y asfaltado para la última parte. Parriba!

Este puerto es muy duro, el sol pega fuerte y me pego una sudada del 15. Este sitio es una de las pocas cosas en el mundo que aún le dan sentido al plato pequeño de mi bici jaja. Hay un par de tramos que me piden meterlo, y más con el palizón que ya llevo.

Pero como siempre todo acaba, y llego arriba eufórica perdida con la maravillosa vista del lado salmantino tan familiar y reconfortante. Me encanta coronar este puerto, que subidón me da siempre y qué chute de energía provocan las vistas desde aquí.

Lo que queda es archiconocido: bajada hasta Agallas a tumba abierta y con vistas que disfruto como una enana. Parada en Las Moras de cháchara con los locales, y llegada a la Hergui sin novedad pero henchida de satisfacción ante otro proyecto mental completado y disfrutado al máximo en cada pedalada.

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