Con alforjas y a lo loco. Etapa 5: Baiona – Pontevedra
near Baiona, Galicia (España)
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Itinerary description
Dejo atrás Baiona usando el carril bici que bordea la costa, y gracias al cual los ciclistas podemos recorrer tranquilamente este formidable trayecto. Primero bordeamos el pequeño saliente en el que se ha colocado la escultura de Soledad Penalta con un cierto aire a las creaciones de Chillida, más tarde veo pasar la playa Ladeira, la población de A Ramallosa, bordeo el monte Lourido y en seguida reconozco el gran arenal de playa América, con lo que disfruto de las bonitas vistas a Panxón y Nigrán.
Agoto el paseo con carril bici todo lo posible y, cuando éste acaba, continúo por una estrecha carretera que va hacia la vecina playa de Patos. Pero antes, me desvío hacia el oeste para pedalear por una nueva bahía, en este caso la de Monte Ferro.
En seguida me topo con el cartel explicativo de la denominada “Senda Litoral de Monteferro”, que yo hago a mi manera: buscando miradores. En este camino me encuentro con la primera de las rampas imposibles para la bicicleta, con un firme poco adherente y una pendiente que hace pensarse eso de gastar energía inútilmente. Sin alforjas sería otro cantar.
Sea como fuere, voy descubriendo rincones por aquí y por allá a las islas Estelas, a Panxón, a Baiona y a las islas Cíes, que aparecen majestuosas frente a mi. También descubro restos del pasado militar de este enclave, y fianlmente me desvío por una pista asfaltada para visitar el curioso monumento a la Marina Universal.
El regreso se hace casi por el mismo punto por el que nos desviamos, así que uniendo estrechas callejuelas avistamos la playa de Patos, que recorro en su totalidad. Cuando esta playa se acaba, el camino me empuja hacia la carretera PO 325, que une Vigo con A Ramallosa, decido escapar del litoral; ya está bien por hoy.
Asciendo por carreteras secundarias hasta que el asfalto se termina y comienzan las pistas de tierra. En poco tiempo he alcanzado los 350 metros sobre el nivel del mar, y aunque el ascenso ha sido casi todo por asfalto, el esfuerzo ha sido considerable.
Pero ha sido llegar arriba y encarar la cara oeste de los montes de Saiáns para descubrir el motivo de este esfuerzo: primero me topo con el cartel de la mámoa das Requeixas y a los pocos metros, un cartel indica el camino para el área etnoarqueológica de Saiáns. Pero esto no es todo: pronto descubro magníficas vistas sobre las Cíes de nuevo y sobre el área metropolitana de Vigo; de hecho, en varios puntos -sin haberlo pretendido- coincido con el GR 53, o panorámico de Vigo, llamado así porque permite observar la ciudad desde lo alto.
Desciendo por Coruxo y pronto me encuentro cerca de la famosa playa de Samil. Solo que no la piso, sino que al contactar con el rego Lagares, que muere en este arenal, comienzo a remontarlo por el sendero que lo acompaña durante buena parte de su recorrido.
Este sendero, perfectamente acondicionado -y de hecho, muy transitado por caminantes y otros ciclistas-, ofrece un paseo cómodo y sin desniveles atravesando la ciudad olívica, muy tumultuosa y poco asequible para los viajeros con alforjas. Así, sin perder de vista la corriente fluvial, podemos ver el estadio de Balaídos, el del club Celta de Vigo, además del parque de Castrelos -uno de los mayores pulmones de la ciudad-, varios muiños y diversos puentes, desde los más tradicionales a los más modernos.
Tras casi 9 kilómetros por este plácido sendero urbano, dejamos tranquilidad sin coches aunque con muchos otros usuarios y nos lanzamos a las avenidas de Vigo: siempre en ascenso, buscamos el depósito de agua de Sampaio.
Cuando lo encontramos, en 2.3 kilómetros hemos ascendido 110 metros entre el vivo tráfico de la urbe. Lo bueno es que en este punto se inicia otra de las buenas -para nosotros- construcciones humanas: la senda da agua.
Este recorrido es un camino accesorio al canal que transportaba agua desde el Embalse de Eiras (ayuntamiento de Fornelos de Montes) para abastecer la ciudad de Vigo. La conducción del agua atraviesa los ayuntamientos de Fornelos de Montes, Soutomaior, Pazos de Borbén y Redondela antes de llegar a Vigo. Además, estamos ante un mirador excepcional de la ría de Vigo, desde el cual se obtienen unas vistas privilegiadas de la Ensenada de San Simón, la Península del Morrazo, las Islas Cíes y los ayuntamientos de Pazos de Borbén y Soutomaior. Al ser un camino asociado a una tubería de tan largo recorrido tiene una característica que lo hace único: apenas tiene pendiente, por lo que lo pueden disfrutar todo tipo de personaspara pasear, andar en bici, correr, siendo incluso apto a personas con movilidad reducida.
En mi caso hice los primeros 10.5 kms ininterrumpidos, pero al cruzarse esta ruta con la carretera que lleva a Redondela, inicio el descenso, por lo que comparto ruta con las flechas amarillas del Camino de Santiago de nuevo. Al llegar a Redondela se unen los trazados de los Caminos portugueses de la costa y central.
Siguiendo la tónica de mi viaje, atravieso la tranquila población de Redondela para ascender nuevamente de forma abrupta: esto es un sube-baja contínuo.
Pero no gratuito, porque al alcanzar los 175 metros sobre el nivel del mar (2.5 kms desde Redondela), unos paneles nos indican que estamos de nuevo sobre los pasos de la Senda da Auga: de hecho, a la ya conocida pista de tierra ancha y de firme regular se le unen dos tubos de considerable diámetro que se unen a mi camino. No cabe duda: vamos bien ;)
Así, durante 4.4 kms recupero fuerzas y velocidad media, pedaleando a plato absorto por el magnífico entorno amplificado por la soledad del camino. Antes de salir de este recorrido hago una visita al muiño de Reboreda, solitario lugar en el que se puede encontrar una pequeña caída de agua.
En este momento, la senda coincide con la carretera PO 250, que une Redondela y Forzáns. Durante 4.4 kms circulo por este asfalto, bastante tranquilo y en buen asfalto, hasta que a los pocos metros de atravesar la población de Pazos de Borbén, un divertido camino descendente vuelve a mostrar dos grandes tuberías. De nuevo estoy en la Senda da Auga, dirección embalse de Eiras.
O no exactamente. La dirección es esa, pero cuando tras cumplidos 6 kilómetros de divertido (si!) pedaleo acompañado tan solo por los dos grandes tubos, al avistar el río Oitavén, en vez de remontarlo hacia el embalse, lo seguimos a favor de corriente. Al llegar a la aldea de Aranza enlazo unos senderos con firme empedrado que dan sentido al nombre de la ruta: con una doble suspensión nos lo hubiésemos pasado de miedo; con las alforjas, disfrutamos con moderación. No es cuestión de romper los soportes de los portabultos.
Sea como fuere, sigo descendiendo en un entorno idílico por senderos cada vez más estrechos hasta que tanto la fuerte pendiente como el firme roto nos aconsejan bajarnos de la bici. Será que voy mal? No, afortunadamente son unos metros y ya veo el destino, que no es otro que el espectacular puente colgante sobre el Oitavén, ya en el GR 58, o Sendeiro das Greas (el más largo de los senderos de Gran Recorrido en Galicia, con 247 km.).
El puente colgante bien merece unas fotos. Pero la experiencia no es encontrarlo ni fotografiarlo, sino ¡atravesarlo!. Está en un estado, digamos “descuidado”, con óxido en su estructura y algún tablón de su suelo en estado precario. Entre que se ve el río por debajo, y lo que se mueve, su paso no es apto para ciclistas con vértigo. Seguro.
Bueno, ya estamos en la orilla del Verdugo. Al pie del puente colgante arranca un bello sendero de pescadores de 1 km de longitud que muere en el puente medieval con origen romano de Comboa. No podíamos dejar de visitar ambas construcciones, aunque dicho sendero estaba en muy mal estado, con numerosos troncos de árboles caídos que retrasaron mucho nuestro avance; imaginamos que es debido a un fuerte temporal que atacó la zona tres días antes, pero no quiero dejar de mencionarlo...
Sigo las marcas del GR 58 y, al poco de bordear la iglesia de Soutomaior, inicio un ascenso más que me acerca al castillo de Soutomaior. Foto de rigor, y continúo la marcha. Dentro hay un evento y no me dejan pasar.
El sendero del GR no es apto para ir (montado) en bicicleta, y voy justo de tiempo, por lo que decido tomar una pista asfaltada con un porcentaje de desnivel que pone a prueba los desarrollos más cortos de la transmisión 3x10. Pero facilita que se hagan con celeridad los 3.6 kms que me separan del inicio del ascenso a la Ermida da Peneda.
A pesar de estar a 329 metros sobre el nivel del mar, y que su ladera oeste, la que da a la ría, caiga casi vertical, la ascensión por donde yo la hago son 1.7 kms de un ascenso moderado y por asfalto. Eso sí, las vistas merecen y mucho la pena. Las fotos no reflejan la belleza de un atardecer en lo alto de este montículo donde cohabitan una ermita, los restos de un castillo y un castro. Sin olvidarnos de una centeneria sobreira (alcornoque) que podría tener más de 400 años. Según la leyenda, bajo sus raíces se esconde un gran tesoro que os mouros enterraron, dirección que parece seguir la antigua mina que se encuentra en las inmediaciones.
El descenso no se realiza exactamente por el mismo sitio, sino que aprovecho una pista forestal aunque los últimos metros sí coincidan con la carretera inicial. Pronto me desvío hacia la derecha, el mar, para iniciar un vertiginoso descenso que termina en el puente Sampaio, que marca un hito en la historia de España al librarse a pocos metros de su emplazamiento la batalla de Sampaio, decisiva en la Guerra de la Independencia y puso fin a cinco meses de ocupación francesa. Por cierto, acabamos de volver a tomar contacto con el Camino de Santiago Portugués, con el que esta vez vamos a coincidir algo más de 5 kilómetros.
Suficientes como para poder disfrutar -o padecer- el que para mi es el más espectacular de los tramos de este Camino: A Brea Vella da Canicouba. Coincide con la antigua vía romana, y es un camino enlosado pero muy irregular y en continuo ascenso, por lo que personalmente prefiero hacerlo en sentido contrario ;). Con alforjas se puede hacer casi íntegro montado, pero no sin derrochar esfuerzo y tesón.
Termina este divertido segmento en la aldea de Figueirido; en este punto, transito por una carretera solitaria y ya descendente, dejándome llevar, hasta que el ruido del agua me llama la atención: si, es la Fonte do Salgueiriño, que marca además el nacimiento del río Gafos. Aprovecho para reponer líquido, tomar un gel y sacar una foto conmemorativa. Este río va a estar muy presente en mi itinerario mañana...
Tan solo unos metros más adelante de este punto, atravieso la aldea de O Alcouce para buscar la estación de tren de Figueirido. No por nada, sino porque es la referencia que tengo: aquí comienza el sendero del río Tomeza.
Aproximadamente durante 5 kilómetros no me despego de este arrollo, pedaleando por un serpenteante sendero estrecho, típico de pescadores, que carece de desnivel pero que plantea dificultad por las múltiples raíces resbaladizas que continuamente nos desvían de la trayectoria escogida. Fuera de esto, disfruto como un niño en este slalom que, si no fuera porque la luz escaseaba ya, lo haría eterno.
El sendero muere en una carretera, pero no una cualquiera: estoy a 300 metros de las estaciones de Pontevedra (tren y bus, que se encuentran muy cercanas), además del albergue público de peregrinos y otros establecimientos hoteleros. Solo queda buscar uno y reponer fuerzas para la última etapa.
Más detalles:
Travesía completa
Etapa 1: Portela de Lamas – Ourense
Etapa 2: Ourense – Melón
Etapa 4: Tui – Baiona
aquí
Agoto el paseo con carril bici todo lo posible y, cuando éste acaba, continúo por una estrecha carretera que va hacia la vecina playa de Patos. Pero antes, me desvío hacia el oeste para pedalear por una nueva bahía, en este caso la de Monte Ferro.
En seguida me topo con el cartel explicativo de la denominada “Senda Litoral de Monteferro”, que yo hago a mi manera: buscando miradores. En este camino me encuentro con la primera de las rampas imposibles para la bicicleta, con un firme poco adherente y una pendiente que hace pensarse eso de gastar energía inútilmente. Sin alforjas sería otro cantar.
Sea como fuere, voy descubriendo rincones por aquí y por allá a las islas Estelas, a Panxón, a Baiona y a las islas Cíes, que aparecen majestuosas frente a mi. También descubro restos del pasado militar de este enclave, y fianlmente me desvío por una pista asfaltada para visitar el curioso monumento a la Marina Universal.
El regreso se hace casi por el mismo punto por el que nos desviamos, así que uniendo estrechas callejuelas avistamos la playa de Patos, que recorro en su totalidad. Cuando esta playa se acaba, el camino me empuja hacia la carretera PO 325, que une Vigo con A Ramallosa, decido escapar del litoral; ya está bien por hoy.
Asciendo por carreteras secundarias hasta que el asfalto se termina y comienzan las pistas de tierra. En poco tiempo he alcanzado los 350 metros sobre el nivel del mar, y aunque el ascenso ha sido casi todo por asfalto, el esfuerzo ha sido considerable.
Pero ha sido llegar arriba y encarar la cara oeste de los montes de Saiáns para descubrir el motivo de este esfuerzo: primero me topo con el cartel de la mámoa das Requeixas y a los pocos metros, un cartel indica el camino para el área etnoarqueológica de Saiáns. Pero esto no es todo: pronto descubro magníficas vistas sobre las Cíes de nuevo y sobre el área metropolitana de Vigo; de hecho, en varios puntos -sin haberlo pretendido- coincido con el GR 53, o panorámico de Vigo, llamado así porque permite observar la ciudad desde lo alto.
Desciendo por Coruxo y pronto me encuentro cerca de la famosa playa de Samil. Solo que no la piso, sino que al contactar con el rego Lagares, que muere en este arenal, comienzo a remontarlo por el sendero que lo acompaña durante buena parte de su recorrido.
Este sendero, perfectamente acondicionado -y de hecho, muy transitado por caminantes y otros ciclistas-, ofrece un paseo cómodo y sin desniveles atravesando la ciudad olívica, muy tumultuosa y poco asequible para los viajeros con alforjas. Así, sin perder de vista la corriente fluvial, podemos ver el estadio de Balaídos, el del club Celta de Vigo, además del parque de Castrelos -uno de los mayores pulmones de la ciudad-, varios muiños y diversos puentes, desde los más tradicionales a los más modernos.
Tras casi 9 kilómetros por este plácido sendero urbano, dejamos tranquilidad sin coches aunque con muchos otros usuarios y nos lanzamos a las avenidas de Vigo: siempre en ascenso, buscamos el depósito de agua de Sampaio.
Cuando lo encontramos, en 2.3 kilómetros hemos ascendido 110 metros entre el vivo tráfico de la urbe. Lo bueno es que en este punto se inicia otra de las buenas -para nosotros- construcciones humanas: la senda da agua.
Este recorrido es un camino accesorio al canal que transportaba agua desde el Embalse de Eiras (ayuntamiento de Fornelos de Montes) para abastecer la ciudad de Vigo. La conducción del agua atraviesa los ayuntamientos de Fornelos de Montes, Soutomaior, Pazos de Borbén y Redondela antes de llegar a Vigo. Además, estamos ante un mirador excepcional de la ría de Vigo, desde el cual se obtienen unas vistas privilegiadas de la Ensenada de San Simón, la Península del Morrazo, las Islas Cíes y los ayuntamientos de Pazos de Borbén y Soutomaior. Al ser un camino asociado a una tubería de tan largo recorrido tiene una característica que lo hace único: apenas tiene pendiente, por lo que lo pueden disfrutar todo tipo de personaspara pasear, andar en bici, correr, siendo incluso apto a personas con movilidad reducida.
En mi caso hice los primeros 10.5 kms ininterrumpidos, pero al cruzarse esta ruta con la carretera que lleva a Redondela, inicio el descenso, por lo que comparto ruta con las flechas amarillas del Camino de Santiago de nuevo. Al llegar a Redondela se unen los trazados de los Caminos portugueses de la costa y central.
Siguiendo la tónica de mi viaje, atravieso la tranquila población de Redondela para ascender nuevamente de forma abrupta: esto es un sube-baja contínuo.
Pero no gratuito, porque al alcanzar los 175 metros sobre el nivel del mar (2.5 kms desde Redondela), unos paneles nos indican que estamos de nuevo sobre los pasos de la Senda da Auga: de hecho, a la ya conocida pista de tierra ancha y de firme regular se le unen dos tubos de considerable diámetro que se unen a mi camino. No cabe duda: vamos bien ;)
Así, durante 4.4 kms recupero fuerzas y velocidad media, pedaleando a plato absorto por el magnífico entorno amplificado por la soledad del camino. Antes de salir de este recorrido hago una visita al muiño de Reboreda, solitario lugar en el que se puede encontrar una pequeña caída de agua.
En este momento, la senda coincide con la carretera PO 250, que une Redondela y Forzáns. Durante 4.4 kms circulo por este asfalto, bastante tranquilo y en buen asfalto, hasta que a los pocos metros de atravesar la población de Pazos de Borbén, un divertido camino descendente vuelve a mostrar dos grandes tuberías. De nuevo estoy en la Senda da Auga, dirección embalse de Eiras.
O no exactamente. La dirección es esa, pero cuando tras cumplidos 6 kilómetros de divertido (si!) pedaleo acompañado tan solo por los dos grandes tubos, al avistar el río Oitavén, en vez de remontarlo hacia el embalse, lo seguimos a favor de corriente. Al llegar a la aldea de Aranza enlazo unos senderos con firme empedrado que dan sentido al nombre de la ruta: con una doble suspensión nos lo hubiésemos pasado de miedo; con las alforjas, disfrutamos con moderación. No es cuestión de romper los soportes de los portabultos.
Sea como fuere, sigo descendiendo en un entorno idílico por senderos cada vez más estrechos hasta que tanto la fuerte pendiente como el firme roto nos aconsejan bajarnos de la bici. Será que voy mal? No, afortunadamente son unos metros y ya veo el destino, que no es otro que el espectacular puente colgante sobre el Oitavén, ya en el GR 58, o Sendeiro das Greas (el más largo de los senderos de Gran Recorrido en Galicia, con 247 km.).
El puente colgante bien merece unas fotos. Pero la experiencia no es encontrarlo ni fotografiarlo, sino ¡atravesarlo!. Está en un estado, digamos “descuidado”, con óxido en su estructura y algún tablón de su suelo en estado precario. Entre que se ve el río por debajo, y lo que se mueve, su paso no es apto para ciclistas con vértigo. Seguro.
Bueno, ya estamos en la orilla del Verdugo. Al pie del puente colgante arranca un bello sendero de pescadores de 1 km de longitud que muere en el puente medieval con origen romano de Comboa. No podíamos dejar de visitar ambas construcciones, aunque dicho sendero estaba en muy mal estado, con numerosos troncos de árboles caídos que retrasaron mucho nuestro avance; imaginamos que es debido a un fuerte temporal que atacó la zona tres días antes, pero no quiero dejar de mencionarlo...
Sigo las marcas del GR 58 y, al poco de bordear la iglesia de Soutomaior, inicio un ascenso más que me acerca al castillo de Soutomaior. Foto de rigor, y continúo la marcha. Dentro hay un evento y no me dejan pasar.
El sendero del GR no es apto para ir (montado) en bicicleta, y voy justo de tiempo, por lo que decido tomar una pista asfaltada con un porcentaje de desnivel que pone a prueba los desarrollos más cortos de la transmisión 3x10. Pero facilita que se hagan con celeridad los 3.6 kms que me separan del inicio del ascenso a la Ermida da Peneda.
A pesar de estar a 329 metros sobre el nivel del mar, y que su ladera oeste, la que da a la ría, caiga casi vertical, la ascensión por donde yo la hago son 1.7 kms de un ascenso moderado y por asfalto. Eso sí, las vistas merecen y mucho la pena. Las fotos no reflejan la belleza de un atardecer en lo alto de este montículo donde cohabitan una ermita, los restos de un castillo y un castro. Sin olvidarnos de una centeneria sobreira (alcornoque) que podría tener más de 400 años. Según la leyenda, bajo sus raíces se esconde un gran tesoro que os mouros enterraron, dirección que parece seguir la antigua mina que se encuentra en las inmediaciones.
El descenso no se realiza exactamente por el mismo sitio, sino que aprovecho una pista forestal aunque los últimos metros sí coincidan con la carretera inicial. Pronto me desvío hacia la derecha, el mar, para iniciar un vertiginoso descenso que termina en el puente Sampaio, que marca un hito en la historia de España al librarse a pocos metros de su emplazamiento la batalla de Sampaio, decisiva en la Guerra de la Independencia y puso fin a cinco meses de ocupación francesa. Por cierto, acabamos de volver a tomar contacto con el Camino de Santiago Portugués, con el que esta vez vamos a coincidir algo más de 5 kilómetros.
Suficientes como para poder disfrutar -o padecer- el que para mi es el más espectacular de los tramos de este Camino: A Brea Vella da Canicouba. Coincide con la antigua vía romana, y es un camino enlosado pero muy irregular y en continuo ascenso, por lo que personalmente prefiero hacerlo en sentido contrario ;). Con alforjas se puede hacer casi íntegro montado, pero no sin derrochar esfuerzo y tesón.
Termina este divertido segmento en la aldea de Figueirido; en este punto, transito por una carretera solitaria y ya descendente, dejándome llevar, hasta que el ruido del agua me llama la atención: si, es la Fonte do Salgueiriño, que marca además el nacimiento del río Gafos. Aprovecho para reponer líquido, tomar un gel y sacar una foto conmemorativa. Este río va a estar muy presente en mi itinerario mañana...
Tan solo unos metros más adelante de este punto, atravieso la aldea de O Alcouce para buscar la estación de tren de Figueirido. No por nada, sino porque es la referencia que tengo: aquí comienza el sendero del río Tomeza.
Aproximadamente durante 5 kilómetros no me despego de este arrollo, pedaleando por un serpenteante sendero estrecho, típico de pescadores, que carece de desnivel pero que plantea dificultad por las múltiples raíces resbaladizas que continuamente nos desvían de la trayectoria escogida. Fuera de esto, disfruto como un niño en este slalom que, si no fuera porque la luz escaseaba ya, lo haría eterno.
El sendero muere en una carretera, pero no una cualquiera: estoy a 300 metros de las estaciones de Pontevedra (tren y bus, que se encuentran muy cercanas), además del albergue público de peregrinos y otros establecimientos hoteleros. Solo queda buscar uno y reponer fuerzas para la última etapa.
Más detalles:
Travesía completa
Etapa 1: Portela de Lamas – Ourense
Etapa 2: Ourense – Melón
Etapa 4: Tui – Baiona
aquí
Waypoints
Waypoint
185 ft
Fonte
España
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