El SOTILLO GUADALAJARA

2ª CARRERA DEL II CIRCUITO MTB PROVINCIAL DE GUADALAJARA

Otra vez esta magnifica carrera, en un paisaje precioso, que volveremos a recorrer junto al pantano, por pistas entre encinas y deliciosas sendas.

Siempre queda en mi recuerdo la ultima senda cuando llegas extenuado por haber dado todo de ti durante el exigente recorrido y a pocos metros del final te encuentras con esa pared difícil de superar.

Todavía recuerdo los insultos al clero y al divino que proferí en mí interior mientras ascendía con la bici al hombro, pero por Dios, a quien se le ha ocurrido esto, pero ahora, desde la lejanía la recuerdo con agrado, y mi mente me incita a probarla de nuevo.

Gracias, también por la excelente barbacoa que preparan al final.

Dando tumbos por la embarrada pista forestal sotillera, Claus no quita el ojo de los árboles que quedan a su izquierda en busca de alguna referencia. De pronto se detiene y se apea de su bicicleta. Llena su pipa y consulta un mapa topográfico a escala 1:50.000.
Pipa en mano y con la cabeza inclinada hacia abajo, Claus, estudioso del Instituto Tradicional Alemán, cruza el camino y se interna en el denso sotobosque de encinas. Cincuenta metros más allá, asciende a un montículo de tierra de un metro de altura por seis de anchura. Cubierto de piedras de caliza blanca que él llama buzoneas, por la ingente cantidad de huecos que poseen, el montículo describe una línea recta a lo largo del suelo del bosque.
Desde esa altura, examina con una mirada circular, y cual es su sorpresa cuando una desmedida tropa furiosa se acerca por el levante. Afortunadamente, su velocípedo ha quedado apartado en la cuneta, de no haber sido así, la horda de salvajes vikingos hubiera tropezado con ella causando un cataclismo.
Pasados unos segundos, después de una primera avalancha, otra, no menos nutrida, de feroces guerreros, con las mandíbulas apretadas por el esfuerzo, sigue el curso de la anterior.
- ¿Qué ocurrirá?- pensó el alemán, altamente intrigado. - ¿Huirán de algún peligro incontrolado? ¿Algún dragón dormido habrá despertado súbitamente?
Alejado de la realidad y sumido en sus pensamientos, sugestionado, no se atreve a acercarse a la orilla de la calzada.
Pero dejemos al impávido Claus y retrocedamos en el tiempo tan solo unos minutos. En la calle principal del pequeño pueblo alcarreño de El Sotillo un enjambre de visitantes estacionan sus vehículos en unas explanadas preparadas para ello, junto al cementerio. De sus maleteros unas brillantes y caras bicicletas de numerosas marcas y colores hacen su aparición, con esmero se afanan a prepararlas.
Dentro de tan solo unos minutos un gran acontecimiento se va ha celebrar: La 2ª Carrera del también II Circuito Provincial MTB de Guadalajara. Para muchos quizá le sorprenda pero debido a la excelente organización, este Circuito cada día atrae a más adeptos de toda la comarca, incluso de provincias vecinas. Numerosos participantes abandonan las tranquilas mañanas dominicales, para sufrir, mojarse o embarrarse a bordo de una maquina sin motor. Y todo, solo para conseguir subir a un cajón como recompensa, aunque si lo analizamos bien, otros factores del pensamiento del ser humano también influirían.
La carrera se presenta dura, las lluvias presentes durante la anterior semana y el anterior invierno han superado en pluviosidad a los anteriores 60 años, los caminos por donde discurrirá el encuentro se encuentran muy encharcados, incluso algunos de ellos, son regueros de agua que escurren de la montaña incapaz de absorber más líquido. Durante los últimos días este hecho ha traído de cabeza a los organizadores, que han buscado rutas alternativas más secas, sin poder alcanzar sus objetivos, las que podían desempeñar este papel eran muy llanas y sencillas para nuestros atrevidos concursante, así, como única alternativa se elimina el anterior trazado por Las Inviernas y se continua por la pista asfaltada hasta el desvío, entre carrascas, que comunica con el barranco del Infierno.
La salida, como siempre nerviosa y rápida, llega a una subida por un camino suficientemente amplio para acoger a todas las huestes rabiosas de devorar kilómetros.
La primera parte del circuito es plana y se rueda rápido, encara un bajada que alcanza el nivel del pantano, bastante por debajo en altitud, de la línea de salida, limitando con el pantano hasta que lo cruzamos en un puente.
A partir de este punto la carrera se endurece, nos va avisando, pero nos da una tregua hasta el avituallamiento en Torrecuadradilla, donde los vecinos aplauden apoyados sobre la única pared que da el sol. Una senda estrecha y resbaladiza abandona el pueblo y aquí empieza el calvario. La senda acaba en una subida entre carrascas, interminable, dura, llena de barro pegajoso y empalagoso que la hace aún más extrema y es aquí donde las maquinas más caras, más delicadas sufren hasta el agotamiento. Numerosos abandonos con la cadena rota y lo que es peor con las patillas de los cambios partidas. Cuento más de 10 en poco espacio.
Decido conservar la mecánica y llegar intacto. Incluso dos veces tengo que apearme para eliminar el barro que se ha quedado incrustado en las ruedecillas del cambio. Conforme avanzo la cuesta no parece tener fin y después de esta, tras un corto descanso aparece otra y otra, a mi lado comentan como se están cebando con nosotros.
La presa aparece por fin, y ahora otra larga subida por pista asfaltada que se agradece, llevo la cara hecha un mapa de barro y por dos nuevas veces he tenido que limpiarme las gafas.
Por ultimo la belleza del descenso precioso para llegar al maldito barranco, el suelo esta muy húmedo y las abundantes piedras resbaladizas, decido no jugármela y bajar el ultimo tramo andando. Un puente provisional realizado por ingenieros “aprendices de Calatrava” atraviesa el barranco cargado con mucha agua, a nuestra espalda queda uno de los monumentos naturales por los que sienten orgullosos, El castillo: un pico en forma de aguja que acaba en una tocha redonda. Een frente cortes rocosos de muros inaccesibles, panzudas grises que los siglos y el agua han ido desgastando, Pasamos por el huerto del cura, el pleito y las noguerillas para alcanzar la terrible cuesta, único sitio para salir de este abismo, una senda donde solo discurren las zorras en busca de algún ratón desorientado.
Sudando pese al frío alcanzamos el punto álgido, no sin antes exclamar contra el clero, y ahora solo queda un breve paseo hasta la puerta de meta que irgue altiva.
Un refrigerio y una ingesta de colesterol, que hemos abandonado por el camino, nos están esperando, una nutrida barbacoa de panceta, chorizo, y hamburguesas con unos cocineros de bigotes.
Claus sigue inaudito, sin saber que ha pasado, el venia a estudiar unas maravillas naturales que tanto se habla en su país, “ Los frailes”, una formación rocosa geológicamente extraña, la cueva de la mora, y ya de paso la ermita románica de la Virgen del Aranz que en vascuence significa del espino y que además posee una bonita leyenda.
El Sotillo, pensó en alemán, posee una naturaleza caprichosa y juguetona y es habitado por gente amigable y familiar, con costumbres que se mantienen vivas, un pueblo anonimo que te recomendamos que te acerques a el, con más tiempo y disfrutar de su fuente de seis caños que arroja agua por todas a la vez y si la avenida es grande también lo hace por un caño supletorio conocido como “ la cabeza del perro”.