Explorando la Alcarria conquense y el camino de Uclés

Una ruta circular para conocer el último tramo del camino de Uclés desconocido para mí, para seguir a Tarancón a una hipotética vuelta a Madrid en tren y, para hacerla circular, cerrar dicho círculo hacia Barajas de Melo.
Ya había estado por la zona mirando algo para una Cuenca - Madrid con asfalto al mínimo, pero el camino a Uclés, que sube como la espuma, me llama y una buena mañana me presenté en Barajas de Melo. Elegí ese lugar para empezar subiendo con las fuerzas frescas... y se agradece... porque tras salir del pueblo enseguida viene LA CUESTA, así en mayúsculas, la subida a la cruz de Pelegrín (Pelegrín por el paraje, no por peregrino... ¿o tal vez sí?). Una cuesta de piedras sueltas de cerca de dos km de longitud con rampas del 14%. El creador de este nuevo/viejo camino de Uclés, Manuel Rossi, ha querido imitar la subida a la cruz de Hierro del camino francés de Santiago, y en longitud no ha podido ser, pero en desnivel sí que le gana... que por cierto el camino francés tiene rampas del 20%, así que no vale quejarse. Una vez arriba las vistas sobre la Barajas y toda la zona merecen la pena. No ha sido para tanto.
Cresteando entre tierras de cultivo y entradas a fincas se acaba llegando a Huelmes. Antes de llegar se cruza bajo la A-40, y sorpresa; lo que era un sosísimo paso inferior Rossi lo ha convertido en un "paso internacional de peregrinos" pegando conchas con las banderas de los países de los peregrinos que ya han realizado la peregrinación. Y hay sitio de sobra.
Se cruza Huelmes con sus fuentes de agua no clorada y se enfila el camino hacia Uclés por una pista asfaltada. Justo ahí me salió una pequeña manada de 4 corzos cruzando la pista, ¡no pude sacar el móvil a tiempo!. Al poco rato se cruza la vía de AVE a Cuenca y el camino sale de la pista.
Si se ve el recorrido se ve cómo el camino de Uclés da un pequeño rodeo y vuelve a subir a una pequeña serrezuela. Es, otra vez, una estrategia para imitar el camino francés y hacer una entrada a Uclés más impresionante; desde lo alto de la sierra, ya casi llegando a Uclés, se ve el monasterio y los restos del castillo árabe en todo su esplendor. Realmente merece la pena el rodeo. Lástima que el paraje haya sido arrasado por un fuego hace poco, y aún no ha empezado la repoblación... tras una bajada por una pista bastante rota, se llega a los pies de Uclés. Y ya que todos los coches suben por una carreterilla a la derecha, mejor es callejear por el pueblo para hacer la subida lo más cómodo posible. Aunque lo de cómodo es un decir.
Rodear el monasterio es obligado, admirarse antes las vistas de la zona y las decoraciones de los muros, tomar aire, contemplar la portada con Santiago blandiendo la espada con algo escrito en ella... Vale, muy bien, hay que moverse. En vez de volver abajo rodeé las murallas y salí de ellas buscando una salida fácil a una pista de tierra que me acercara a Tribaldos. La carretera suele llevar bastante tráfico y estaba de exploración, y acabé encontrando un camino apenas visible que me bajaba desde los restos de las murallas hasta dicha pista, bordeando 20 metros un trigal ya segado.
Ya en la pista veo que hace una curva que me aleja de Tribaldos, justo donde sale un camino. Tomo ese camino y error... se muere en otro trigal. Ahora son unos 200 metros los que tengo que hacer campo a través. Depende de la época del año (arado, sembrado, recogido) puede ser demasiado complicado. Mejor seguir por la pista.
Así se alcanza Tribaldos, que se atraviesa camino de Tarancón. Sus dos silos se ven desde kilómetros a la redonda y además marcan la estación de tren. Y el camino a Tarancón es una pista ancha y polvorienta, con una buena bajada de camino y una última rampa para llegar arriba. Un poco de callejeo para evitar meterme por calles prohibidas y salgo de Tarancón por el cementerio, bajando hacia Belinchón... pero tomando un desvío a la derecha. Al pasar junto a una cruz me doy la vuelta y veo la bajada del Gato, una cuesta que sale del punto limpio y promete grandes emociones... eso me pasa por no haber mirado las ortofotos... ¡Tarancón, me debes una!
El calor aprieta en este otoño loco y me toca subir unas colinas antes de volver a Barajas. Y en un cruce me pongo a mirar el GPS, mapas, ortofotos en googlemaps y me lío. Cuanta más información, a veces es peor. Y decido tirar de navegador y que decidan a pachas el mapa de SinRenkor que llevo en el gps Garmin y googlemaps versión peatón. Y me voy directo a la sierra. Los tábanos amenazan con acribillarme, la cuesta no se acaba nunca, las fuerzas se agotan y la sensación de no saber lo que queda de camino martillea la cabeza. Pero Barajas no está lejos, con eso me basta, y tras acabar de subir atravieso una finca (lo más deprisa que puedo, nunca se sabe) y ya inicio una bajada sin engaños hasta... la carretera de Tarancón a Barajas. No era donde quería llegar, la verdad. Y encima la finca tenía prohibido el paso (bueno, habría que consultar el catastro para ver la servidumbre de paso...) En el fondo da igual. Sólo hay que seguir por el decente arcén de la carretera hasta llegar a Barajas de Melo, principio y fin de la ruta.