Huete - Cuenca

Ruta que hice para comprobar el estado de los caminos.
Salgo de Huete con algo de fresco, nada de abrigo y un poco de retraso. Tengo que estar en Cuenca a las dos o tendré que tomar un desvío a Chillarón y acortar la ruta.
Empiezo atajando un poco el track que quería seguir, total ya conocía aquella parte. Tras parar en una fuente salgo de la carretera y tomo la pista de tierra que sube por el valle del río Mayor. Los primeros kilómetros, hasta pasar Caracenilla, se llevan bien, sin barro. Pero entonces es cuando se empieza a sufrir bien el barro. La pista está mal, y hay una pista paralela por el campo de trigo, ahora ya cosechado; entonces, juntar barro y los tallos del trigo hace un engrudo que impide el avance, y que me toca parar dos veces a quitarlo.
Pero a la altura de Valdecolmenas de Abajo se acaba la pista y toca otro poco de la misma carretera. No tiene mucho tráfico y un mínimo arcén, y enseguida se toma una carretera por la que apenas podrían cruzarse dos coches, al menos esta si que no tiene nada de coches.
Se cruza Villar del Maestre (hay fuentes), Valdecabrillas, y por la misma minicarretera se llega a una finca, donde la carretera, entre alambradas, gira a la derecha y empieza la parte dura de la subida, dos kilómetros al 7% mínimo y rampas del 14%. Ya estamos rodeados de bosque y en las cunetas crecen las zarzamoras. Al fin se llega arriba, y en vez de bajar todo por pista, busco un sendero, que me obliga a tomar la N-400, sin arcén, pero también sin nada de tráfico; todos los coches van por la A-40, paralela.
El sendero de bajada se hace rogar; hay que tomar unas pistas en el bosque, volver a cruzar por debajo de la A-40 y al fin, en la bajada, aparece a la derecha esa pequeña delicia de senda, divertida y disfrutona, iluminada por la luz que dejan pasar los árboles... no llega 600 metros pero es orgásmico.
Acaba en un área recreativa, donde los domingueros, a estas horas, campan a sus anchas. Les dejo atrás mientras vuelo a Cuenca, me quedan 16 km y poquito más de una hora para llegar a la estación. Cruzo Jábaga por una buena pista y me desvío a la derecha buscando un atajo por el pinar de enfrente. Ya no me encuentro barro, pero sí arenales, que gracias al agua caída están bien compactados. Así vuelvo a cruzar la A-40 y a tomar un trocito de la N-400 para cruzar el río Chillarón. Me salgo de la carretera y entro en Cuenca cruzando el Júcar por un humilde puente de bloques de hormigón, otro trozo de pista, un barrio nuevo por hacer, y por fin callejeo hasta la estación, donde llego con tiempo de sobra para encargar el bocata que me embaulo en el tren de vuelta