IBP 120, JUN-VEREDA TRANCO + VEREDA ALMEIZA (GRANADA MTB)

Ruta que buscaba, por fin, meternos en la vereda del Tranco tras este intento frustrado.

Salgo de Jun con un par de graditos hacia la Chana, punto de reunión de hoy. Tras hacerme casi dos kilómetros avenida arriba y abajo para no quedarme helado esperando, salimos a la hora convenida (09:30).

Enfilamos Armilla y Alhendín para subir al Suspiro del Moro. Parece que media Granada ha decidido salir hoy con la bici: menudo ambientazo de ciclistas.

Una vez en el Suspiro, cogemos la carretera de la Cabra pasando delante de la virgen de Dorleta, pequeña imagen a la que se le ofrecen flores y una oración el primer domingo de febrero, por parte de los ciclistas de la zona. A partir de aquí el firme es algo roto, pero permite ahorrarnos tráfico hacia nuestro destino.

Al dejar una gran nave dedicada al desguace nos salimos, por fin, del asfalto para meternos en manteca. Enseguida estamos en la primera vereda del día; la de Roldán, que nos lleva en suave ascenso y posterior llaneo hasta la loma de Charca de Piedra. Es muy pedregoso y exige bastante pericia al manillar, sobre todo en los tramos en pendiente ascendente.

Este tramo presenta dos pequeños tramos de pateo; el primero debido a unos arados que hace que se pierda momentaneamente la vereda y el segundo por una fuerte pendiente con zonas pedregosas y de desprendimientos. Entre los dos no suman más de 400m.

Una vez en pista, y tras cruzarnos con unos "motocrossistas" quienes nos amenizarán toda la ruta, nos metemos por primera vez en el barranco de la Burra hasta el cortijo de Perales. Es una finca privada, por lo que pedimos permiso a los dueños que estaban tomando el sol en el porche... a estas alturas ya me había quitado parte del abrigo porque las temperaturas andaban ya por encima de los 10-15 grados.

Prácticamente en el cortijo, comienza un rampón muy considerable que nos obliga a meter molinillo. Con una interrupción de un pino derribado retomamos fuelle para dejárnoslo en retomar el equilibrio y la pedaleada.

Una vez arriba comienza una suave bajada que nos llevará entre pinares al asfalto de una cantera cercana. Unos perros nos "escoltaron" pero sin intención alguna de probar carne de ciclista.

Tras un recorte por pista, perfectemente evitable, retomamos asfalto para, enseguida, meternos en harina con la famosa vereda del Tranco.

Empieza con una técnica rampa, corta pero intensa, que nos sube a la vereda en sí. Personalmente me recuerda a la cañada del Sereno por estar acondicionada en los pasos de vaguadas con piedras y por las fuertes caidas. Si bien se diferencia en que es mucho más estrecha (un "singletrack" que dicen los guiris), en que el firme no es pedregoso y que apenas hay pendiente. Por tramos nos metemos entre pinos.

A medida que llegamos al final de la vereda, las pendientes se acentúan y la caida a la izquierda se suaviza. Así hasta alcanzar la carretera de la cabra un poco más arriba de Ventas del Fraile.

Una vez llegado este punto, nos metemos algo de comida entre pecho y espalda (son las 13:15) y nos despedimos de Luis, que se marcha para casa aprovechando el asfalto.

Juan Luis y yo proseguimos, peeeeeero; recomiendo no hacerlo por el barranco de la Burra (segunda vez que nos lo encontramos) si no por el asfalto. El barranco es una rambla con mucha arena, grava y obstáculos (ver foto) que hace el avance penoso y a pie. Para rematar, nos tenemos que salir a la carretera porque unos árboles y escombros impiden el avance... para eso es preferible asfalto desde el primer momento.

Seguimos por la carretera hasta que llegamos a un punto en el que se aprecia que hay senda ciclable en el barranco de la Burra. Este tramo es corto pero muy divertido y nos saca al asfalto para coger la segunda subida fuerte del día; la del vértice Pajarón.

La subida comienza cruzando una barrera que da acceso a una finca con un cortijo en ruinas. Pasamos por enmedio de su era (lugar dedicado a sacudir el grano para separarlo del polvo y restos no deseados de cereal) y comenzamos un rampón corto pero técnico e intenso. Pasado el mismo, la subida se suaviza hasta el mismo vértice.

Una vez arriba, junto a unas antenas, las vistas de Sierra Nevada son espectaculares, pese a que no esté muy cargada de nieve por desgracia. Fotos de rigor y tirando pabajo que ya son las dos y pico.

La bajada se realiza por LA MEJOR VEREDA de todas las que llevo recorridas en Granada. La vereda de Almeiza (por darle un nombre por la toponimia cercana) es más de estilo descenso que "enduro" por lo que es rápida, pero no permite errores. Es estrecha, divertidísima y presenta (ma o meno) un primer tramo muy rodador y después uno más técnico y revirado. Acaba en un auténtico tapón de pinos cortados a partir del cual se pierde pendiente y la vereda da paso a una rambla con cierto nivel de arenales/grava.

Pero el barranco de Almeiza, pese a ya no ser una vereda, todavía nos guarda una agradable sorpresa: un tramo muy divertido de toboganes que recomiendo hacer a la máxima velocidad posible... alucinante.

El barranco nos deja en la carretera de la cabra y de allí, siguiendo el mismo camino de ida, regresamos a Granada. Juan Luis tira para su casa y yo hacia una pastelería frente al Triunfo donde he quedado con familia y amigos. ¿Quién dijo verguenza? Ja ja ja.

Ruta que combina un tramo considerable de asfalto hasta meternos en pistas, pero que, una vez allí, es muy divertido y algo técnico.

No hay fuentes excepto bares y gasolineras, lo que unido a que no se cruza mucha zona arbolada e incluso alguna rambla, no parece demasiado recomendable para un 15 de agosto a las cuatro de la tarde.

Califico la dificultad técnica como difícil por la pedregosa vereda de Roldán, por algún punto peligroso de la vereda del Tranco y por alguna zona muy puntual de la de Almeiza.

¡NOS VEMOS EN EL CAMPO!