II ruta Alfabike 2015.

Pues no sé por dónde empezar. Ha sido un día agridulce porque en el km. 56 (56,41 por si queréis verlo en el mapa) Sergio se ha metido una caída bastante fea y se ha hecho daño en la muñeca. La rueda delantera se quedó hecha un ocho y mientras paramos a enderezarla tensando radios nos enfríamos y los dolores se hicieron más intensos. Como no podía agarrar el manillar con las dos manos, decidimos ir hasta la carretera para acortar e ir directamente a Pereruela (nos hemos ahorrado 7,5 quilómetros). A pesar de todo, no parece que la cosa sea grave. Ya veremos. Aparte de este incidente, lo demás ha estado bastante bien. Tengo que reconocer que el recorrido fue muchísimo más bonito el año pasado, aunque la zona sigue siendo bonita y en algunos lugares preciosa. Salimos hacia el puente de las Urrietas, con demasiada gente todavía, por lo que había que tener mucho cuidado de no llevarte a nadie (y de que no te llevaran) por delante. Poco después empezamos a encontrar nuestro sitio y pudimos ir a nuestro ritmo. O más bien al de Sergio, que se ha puesto a tirar a lo loco (hemos hecho una media de más de 19 km/h). El terreno no era nada difícil (no ha habido subidas fuertes), sólo las piedras, las trialeras y la arena te podían jugar una mala pasada y te frenaban algo. También nos ha molestado el viento, que ha soplado bastante (de lado, de cara y de culo). Total, que yo temía que mi pobre cuerpecillo se rindiera por agotamiento. Sin embargo he comido mucho:plátanos, gel, barrita, yogur de apretar y sobre todo mucha, mucha agua (1,85 litros). Claro, he parado a mear dos veces, pero a cambio he llegado fenomenal a los últimos quilómetros (y tenía verdadero pánico, la verdad). Así que por ese lado muy contentos. También la bici sigo pensando que es estupenda y se adapta fenomenalmente a ese terreno (y no sé si por el tubeless o por casualidad, pero ha habido muchísimos pinchazos y a nostros no nos ha tocado ninguno). A partir del quilómetro 30 el recorrido ha sido mucho más interesante con senderos estrechos y mucha piedra (de esas enormes). Claro, también era más peligroso. Una vez en meta (o en la zona de meta, mejor dicho, porque no hemos entrado por allí) los chicos de la cruz roja (ya sabéis, como la película) han atendido al herido durante un buen rato. Poco después una ducha de agua caliente (por fin, la primera vez que nos llega en un evento de estos) y un birra para entonar el cuerpo antes de comer. Tan bien le sentó a Sergio que ya me estaba preguntando si iba a apuntarme a Trabazos (dentro de quince días). Le tuve que recordar que el que no se iba a apuntar era él...