Isoba-Wamba-La Felguerina-Belerda-Bezanes-Brañagallones-Mericueria-Wamba-Isoba

Itinerario realizado en dos dias, pernoctando en el local de los niños de Belerda que amablemente me ofrecieron, aunque hay gente que lo hace en un solo día, pero yo preferí dosificar para disfrutar del ritmo y las paradas.
Salí desde Isoba, a donde accedí en vehiculo particular. Por ancho arcén y poco tráfico me aproximo cerca de 4 km hasta el inicio de la pista de Wamba, ancha y compacta y de pendiente tendida salvo las rampas finales. Nada más cruzar la raya entre León y Asturias, nos encontramos con el refugio de Wamba, cerrado pero con leña y sombra y un pequeño hilo de agua, y sobre todo con unas panorámicas bestiales sobre Redes.
Comenzamos a descender pronunciadamente medio por camino medio por trochas y prados, obviando el desvio al lago ubales, que sería por sendero estrecho.
Conectamos con pista este-oeste, más o menos a nivel o en leves toboganes, pero con un piso super empedrado, pero con vegetación y panorámicas muy aereas sobre todo el sector y con algún arroyo incipiente para beber agua cristalina, entre matorral de altura y altos bosques. Con distintos pisos de esta pista, más o menos empedrados, llegamos al collado de la colladina, de pastos diáfanos, vertiente a los valles y majadas de Caleao, y tras un segundo collado, la vertiente a la felguerina, con pista a veces cementada, que desciende vertiginosamente durante unos cuantos kilómetros, ente el bosque, majadas y cabañas. Antes de llegar al pueblo pasamos por las infiestas, un pequeño nucleo de casas con fuente, para luego coger pista hasta la Felguerina por umbrio bosque autóctono, arribando entre horreos y callejuelas, hasta el merecido homenaje gastronómico en el hospitalario bar del pueblo.
Tras la tertulias de sobremesa, remontamos hacia belerda por unos collados donde debemos ascender por pista entre bosque y prados, hasta los collados que nos asoman a Belerda y el valle de Tarna, azotándonos el calor cuando optamos por pista nueva hecha por desmonte,recuperándonos en una pequeña fuente cerca del collado, donde se nos abre la vista a los sectores anteriores y posteriores de la cornisa dada su altitud y orientación este-oeste.
Sin entretenernos demasiado, afrontamos el vertiginoso descenso, ya con poca luz, entre helechos y hayas, por pista a veces con bastante gravilla y pendiente, sobre todo al principio, despues, ya metido en bosque y cabañas, más compacta y tendida. En mitad del descenso, se me a cruzado un rebeco, saltando espectacularmente delante a escasos metro, poco más y me lo trago.
LLego a Belerda con las últimas luces, y entablo con la chiquillería en la plaza y fuente, y amablemente uno de ellos que se afana en hacer de informador turístico me ofrece una estancia que usan como centro social infantil, cosa que acepto y agradezco, aunque ya me había planteado vivaquear y más abajo en Soto o en Bezanes hay otras opciones de pernocta. Me acerco a Soto, apenas a 2 km, a ver el partido y a hacer antropología rural y vida social y luego retorno a Belerda a descansar.
A la mañana siguiente, por callejuelas autoctonas salgo de Belerda y por carretera, algo rugosa y sin arcén, pero sin tráfico a estas horas, llego a Bezanes, cojo agua, tomo cafe y tertulio con el paisanaje, retrasando algo la mañana.
Por fín salgo por la pista a Brañagallones, ancha y compacta, a veces entre bosque a veces por claros, con las rampas de mayor desnivel al principio, con entretenimiento sobre la marcha por la vegetación y por lás panorámicas sobre la marcha. En Brañagallones, una majada amplia, antigua laguna glaciar, ocupada por cabañas y ganadería me encuentro con otros dos ciclistas en escursión del día, sentido inverso de la mia, solo por el lado asturiano, y trás breve tertulia continuo.
Me adentro en el bosque de Redes, masa tupida y antigua de hayas, castaños, abedules, arces etc, la mayor masa de bosque autóctono conservada de la cornisa cantábrica. Paro en un arroyo a comer y a hecharme la siesta en el tronco de un haya con forma de hamaca con muchas mariposas de colores revoloteando en mi duermevela.
Sigo por este mágico bosque apenas transitado, con sensaciones muy especiales. De pronto se acaba la pista, y encuentro problemas para encontrar el sendero que continua por el bosque, y es que, ademá de estar cubierto de hojarasca, en vez de seguir paralelo al arroyo, hace una curva amplia para salvar el desnivel y los saltos del agua, despues ya no tendrá perdida, pues el rumbo es claro, y al final salimos del bosque a la amplia majada de Mericueria, con su fuente y sus cabañas, avistando Wamba de nuevo valle arriba.
El camino al collado, en vez de ir por el centro de la vaguada, que luego se cierra con algún bloque; sale por la loma oeste, entre acebos y helechos, con fuertes rampas algo perjudicadas por los 4x4, hasta llegar de nuevo a la pista horizontal que cogimos a la ida, bajando de Wamba, a donde debemos regresar por el mismo camino, pero esta vez de subida con una pendiente directa brutal, Una vez arriba, nos despedimos de Asturias, y retornamos por la pista de Wamba, raudos y veloces, con un paisaje espectácular tambien y más con las ultimas luces, divisando la silueta y el perfil de las montañas de Léon.
Otra vez la carretera, pues me da pereza explorar una pista ganadera paralela, a la derecha del arroyo según se baja, llego exhausto a Isoba, donde ingiero viveres y arropo el destemple, cansado pero felíz por esta nueva escursión de ciclismo de alta montaña, por una zona de enorme riqueza natural y posibilidades de retorno rural.