IV Titan Matacucos. Venialbo 2019.

Pues una semana después de salir, vamos con la crónica a ver si me acuerdo más o menos cómo fue la historia. Esta vez, nos juntamos en Venialbo con la intención de disfrutar un rato de la BTT. A las 9,30 h. arranca la marcha con la tradicional vuelta alrededor del pueblo para entrar en calor antes de dar la salida definitiva. Bueno, lo de entrar en calor es un decir, porque el cielo se encapotó y el sol no calentaba como (al menos yo) esperaba, y he echado de menos una rebequita (anque fuera de perlé) en algún momento. Ya se sabe que el entretiempo juega a veces estas malas pasadas. El caso es que esos primeros kilómetros nos meten por caminos anchos y fáciles -para mi disgusto- que poco tienen que ver con las Matacucos de otras ediciones. Vamos rápido y sin sufrir demasiado. A partir del km. 12 el recorrido se mete junto al bosque de encinas y el paisaje mejora espectacularmente, si bien apenas tiene zonas técnicas o reviradas. Sergio coincide conmigo. Poco después, en el kilómetro 18, tuvimos la anécdota del día cuando a 20 o 30 metros nos encontramos con un tremendo jabalí, enorme (el más grande que he visto en estado salvaje) que, a trote cochinero -nunca mejor dicho-, se alejó de nosotros adentrándose en el bosque. Y así, a toda pastilla, nos recorrimos la mitad de la ruta hasta el primer avituallamiento de Venialbo. Y aunque la ruta estaba siendo mucho menos emocionante que en otras citas, la verdad es que en lo de la comida no tenemos queja: embutidos varios, fruta, isotónica, refrescos, barritas... Comí bastante antes de seguir. Se suponía que ahora vendría la parte más interesante y divertida, pero lamentablemente la cosa no cambió demasiado. Sí que el paisaje es precioso, entre bosques y viñedos y tiene algunas subidas fuertes y bajadas divertidas, pero nada de culebrear por el monte. A lo mejor es una cosa mía porque ya hemos venido muchas veces, pero esa es la sensación que me ha quedado. En cuanto al terreno, sí que hemos agradecido mucho que la lluvia lo haya asentado, lo que facilita mucho las cosas a la hora de rodar. En el apartado físico, pues un poco de todo. en general bien, pero el ritmo fuerte del principio me pasó factura en el kilómetro 35 o así. Afortunadamente, todo se solucionó con un par de gelecitos que me dieron fuerza hasta la linea de llegada donde, según la clasificación oficial, llegué en menos tiempo que Sergio, que me había estado esperando durante buena parte de la mañana, ja, ja, ja. Acabamos, como siempre, con cerveza (0,0, por supuesto) y con una ducha fresquita antes de comer. Quizás no tan emocionante como en la edición anterior, pero aún así muy contentos y disfrutando todo lo que se puede. Muy bien.