Las Lucías-Sierra de Guadarranquejo circular
near Navatrasierra, Extremadura (España)
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Itinerary description
Ruta circular por la Sierra de Guadarranquejo en las Villuercas
Preparo mi ruta, como casi siempre, partiendo de un track de wikiloc que Germen Viajero amablemente compartió en su día.
La ruta parte de la casa rural Las Lucías, donde decidí alojarme unos días para conocer un poco la zona a lomos de mi bicicleta.
Emprendo el camino en la cota 595 metros, tomando la carretera CC-20.2 que lleva a Navatrasierra primero y a Carrascalejo un poco más allá. Aprovecho la suave subida de 100 metros para ir calentando las piernas antes de entrar en el pueblo de Navatrasierra.
Tras callejear un poco, me encamino a la salida del pueblo desviándome a la derecha desde la Avenida de Guadalupe para tomar el camino que me conducirá al valle del río Gualijo.
El primer tramo del camino, hasta dejar atrás las casas y las tapias de los corrales, está hormigonado sin mucho arte y desemboca en un camino con un buen firme, aunque con piedras bastante sueltas que no dificulta excesivamente el pedaleo, alegre en esta primera etapa del camino, sea por las fuerzas intactas, por la ilusión de la ruta o por lo fácil del trazado.
Sigo el camino que acompaña al río Gualijo con la vista puesta a la izquierda en la Sierra de Altamira y a la derecha en la Sierra de Guadarranquejo con muy pocas dificultades ya que a tramos mejora mucho el firme y la pendiente, siempre positiva, se me hace muy suave.
Las vistas son espectaculares con el valle al frente transitando, sin apenas darme cuenta, del cauce del Río Gualijo al del Arroyo de Navaldestajo hasta llegar a los 10 Km de ruta y 780 m de altitud a una de las muchas balsas que hay en zona, donde hago mi primera parada para refrescarme y tomar algunas fotos de la balsa y de la sierra.
El camino, a partir de la confluencia del Gualijo con el Navaldestajo empeora de forma significativa con un firme muy duro y perlado de muchas, muchísimas piedras puntiagudas y afiladas, que, si bien no dificultan el pedaleo, barruntan problemas con las ruedas si no me ando con cuidado.
A ratos, no me resisto a parar para sacar alguna panorámica del valle y algún que otro autorretrato (en jerga “selfie”) ya que es un valle muy abierto y muestra unas vistas espléndidas de la orografía de las Villuercas. No tengo remedio, para bien o para mal soy un globero como la copa de un pino y mis salidas siempre han de ser disfrutadas y a ser posible relajadas por las paradas para hacer fotos y disfrutar del paisaje. Pulsaciones, ni idea, el día anterior se agotó la batería del Polar y el cable de carga en casa, pero seguro que en la mayor parte del camino no pasé de las 150 ppm.
Sobre el Km 12 de la ruta alcanzo el final del valle del Arroyo Navadestajo a una altitud de 800 metros, punto en el que el camino se bifurca al frente siguiendo el cauce del río Guadarranquejo con destino al Puerto de San Vicente y a la derecha girando bruscamente para emprender la subida al Cerro del Fuentarrón.
El camino sigue con el duro firme y las agudas piedras del resto del recorrido, con las vistas giradas al contrario, ahora con Navatrasierra al frente mientras gano altura y mejoro sustancialmente en la belleza de las fotos panorámicas que sigo haciendo.
De la vegetación, a partir de aquí, jara y más jara, con poco verde de más de un metro de altura que entorpezca las vistas, ni de sombra, por supuesto.
El calor empieza a apretar y busco los pocos árboles de las cimas como náufrago que busca isla en el mar, refugiándome de tarde en tarde bajo solitarias encinas que coronan los cerros que forman la Sierra de Guadarranquejo.
En el Km 14, a una altitud de 890m alcanzo el punto más alto de la ruta haciéndome ya la idea de lo que de la ruta me resta y del trazado que he de seguir bordeando la Sierra para volver al valle del Arroyo Navaldestajo que debería fluir abajo al frente.
Una divertida bajada de 4Km con un desnivel de 300m se abre ante mi y aferrado, como buen globero, a los frenos, me echo cuesta abajo procurando esquivar como puedo las puntiagudas piedras que jalonan la bajada hacia el río.
Tanta piedra, tanto esquivar, tanto cambiar de lado de la pista para no encontrarme con los mayores cantos, dan como resultado lo que no quería: una generosa raja en el lateral de la cubierta trasera producida por una hermosa y afilada piedra que pretendía esquivar a la altura del Km 17 y a una altitud de 670 metros.
Y ¡cómo cimbreaba la rueda trasera con el aire saliendo a borbotones! A duras penas logro parar antes de irme al suelo con la certeza de una gran rotura en la cubierta que corroboro nada más gastar inútilmente una de las dos ampollas de CO2, que llevo por si acaso, buscando que el líquido antipinchazos se encargue de un milagro imposible a todas luces.
Pero no pasa nada, tras pensarlo un buen rato, me decido a desmontar la rueda y montar la cámara que llevo, también por si acaso. Pues no, la llave allen del 6 que llevo se resiste a entrar en su alojamiento del eje de la rueda trasera. El que yo, en mi nerviosismo, creía el alojamiento de la llave allen empieza a redondearse y mi segundo plan no parece tener demasiado recorrido.
¡Leches, pues ya no me queda más remedio que emplear ese inútil kit de recauchutado en frío que llevo siempre encima en el fondo del botellín de herramientas desde hace 4 años!
Limpio la raja de la cubierta con agua, aplico el disolvente, aplico una capa de virutas de caucho y espero 5 minutos. Repito el proceso 5 minutos más tarde imitando los muchos vídeos de Youtube que he visualizado infinidad de veces, y nada, esa maldita cubierta sigue fugando como si en vez de recauchutar la cubierta hubiera hecho la raja mayor. Y el “peregrino” cascando con toda su energía sobre el camino jalonado de pírricas jaras de no más de 50 cm que a duras penas dan sombra para cobijar a las lagartijas.
¡Qué calor y qué agobio! Me veo haciendo los 16 Km que me quedan hasta Las Lucías, con parte de bajada y aún alguna subida que otra, empujando mi bicicleta. No puede ser, otro intento de desmontar la rueda trasera y nada, que la llave no entra.
En fin, dos recauchutados más con un pegote de caucho considerable en la cubierta consiguen hacer que la pérdida de aire pueda ser compensada a tramos con la última ampolla de CO2 que tengo, lo que me permite llegar a Las Lucías transitando el Camino de las Palomeras hasta llegar de nuevo a la carretera sin apenas disfrutar del paisaje que sin duda me venía proporcionando el camino por las laderas del Cerro de los Taramales.
Y hubiera sido tan fácil desmontar la rueda trasera para poner una cámara y resolver el problema, pero eso sólo lo supe cuando ya en casa tranquilamente busqué con cuidado la mejor posición para meter la llave allen a través del alojamiento del embellecedor de aluminio que lleva el eje trasero. En fin, gajes del oficio.
De todos modos, escribo esto unos días después de la ruta cuando ya he montado los mouse anaconda en mis dos ruedas obsesionado con añadir una alternativa más a una situación como la que viví este día.
En resumen, la ruta es genial, muy sencilla, con una suave subida durante 14 Km que es compensada con creces por la divertida y vertiginosa, si queréis, bajada que os espera al final. Unas vistas muy agradables de las Sierras de Altamira, Guadarranquejo y la Palomera os acompañarán todo el camino y podréis descansar en una buena balsa que os permitirá un agradable refresco a mitad de camino. Y si queréis podéis ampliar sin mucho esfuerzo, cosa que no tardaré yo en hacer, la ruta, subiendo al Puerto de San Vicente para volver unos Km más adelante siguiendo el curso del Rio Guadarranque.
Preparo mi ruta, como casi siempre, partiendo de un track de wikiloc que Germen Viajero amablemente compartió en su día.
La ruta parte de la casa rural Las Lucías, donde decidí alojarme unos días para conocer un poco la zona a lomos de mi bicicleta.
Emprendo el camino en la cota 595 metros, tomando la carretera CC-20.2 que lleva a Navatrasierra primero y a Carrascalejo un poco más allá. Aprovecho la suave subida de 100 metros para ir calentando las piernas antes de entrar en el pueblo de Navatrasierra.
Tras callejear un poco, me encamino a la salida del pueblo desviándome a la derecha desde la Avenida de Guadalupe para tomar el camino que me conducirá al valle del río Gualijo.
El primer tramo del camino, hasta dejar atrás las casas y las tapias de los corrales, está hormigonado sin mucho arte y desemboca en un camino con un buen firme, aunque con piedras bastante sueltas que no dificulta excesivamente el pedaleo, alegre en esta primera etapa del camino, sea por las fuerzas intactas, por la ilusión de la ruta o por lo fácil del trazado.
Sigo el camino que acompaña al río Gualijo con la vista puesta a la izquierda en la Sierra de Altamira y a la derecha en la Sierra de Guadarranquejo con muy pocas dificultades ya que a tramos mejora mucho el firme y la pendiente, siempre positiva, se me hace muy suave.
Las vistas son espectaculares con el valle al frente transitando, sin apenas darme cuenta, del cauce del Río Gualijo al del Arroyo de Navaldestajo hasta llegar a los 10 Km de ruta y 780 m de altitud a una de las muchas balsas que hay en zona, donde hago mi primera parada para refrescarme y tomar algunas fotos de la balsa y de la sierra.
El camino, a partir de la confluencia del Gualijo con el Navaldestajo empeora de forma significativa con un firme muy duro y perlado de muchas, muchísimas piedras puntiagudas y afiladas, que, si bien no dificultan el pedaleo, barruntan problemas con las ruedas si no me ando con cuidado.
A ratos, no me resisto a parar para sacar alguna panorámica del valle y algún que otro autorretrato (en jerga “selfie”) ya que es un valle muy abierto y muestra unas vistas espléndidas de la orografía de las Villuercas. No tengo remedio, para bien o para mal soy un globero como la copa de un pino y mis salidas siempre han de ser disfrutadas y a ser posible relajadas por las paradas para hacer fotos y disfrutar del paisaje. Pulsaciones, ni idea, el día anterior se agotó la batería del Polar y el cable de carga en casa, pero seguro que en la mayor parte del camino no pasé de las 150 ppm.
Sobre el Km 12 de la ruta alcanzo el final del valle del Arroyo Navadestajo a una altitud de 800 metros, punto en el que el camino se bifurca al frente siguiendo el cauce del río Guadarranquejo con destino al Puerto de San Vicente y a la derecha girando bruscamente para emprender la subida al Cerro del Fuentarrón.
El camino sigue con el duro firme y las agudas piedras del resto del recorrido, con las vistas giradas al contrario, ahora con Navatrasierra al frente mientras gano altura y mejoro sustancialmente en la belleza de las fotos panorámicas que sigo haciendo.
De la vegetación, a partir de aquí, jara y más jara, con poco verde de más de un metro de altura que entorpezca las vistas, ni de sombra, por supuesto.
El calor empieza a apretar y busco los pocos árboles de las cimas como náufrago que busca isla en el mar, refugiándome de tarde en tarde bajo solitarias encinas que coronan los cerros que forman la Sierra de Guadarranquejo.
En el Km 14, a una altitud de 890m alcanzo el punto más alto de la ruta haciéndome ya la idea de lo que de la ruta me resta y del trazado que he de seguir bordeando la Sierra para volver al valle del Arroyo Navaldestajo que debería fluir abajo al frente.
Una divertida bajada de 4Km con un desnivel de 300m se abre ante mi y aferrado, como buen globero, a los frenos, me echo cuesta abajo procurando esquivar como puedo las puntiagudas piedras que jalonan la bajada hacia el río.
Tanta piedra, tanto esquivar, tanto cambiar de lado de la pista para no encontrarme con los mayores cantos, dan como resultado lo que no quería: una generosa raja en el lateral de la cubierta trasera producida por una hermosa y afilada piedra que pretendía esquivar a la altura del Km 17 y a una altitud de 670 metros.
Y ¡cómo cimbreaba la rueda trasera con el aire saliendo a borbotones! A duras penas logro parar antes de irme al suelo con la certeza de una gran rotura en la cubierta que corroboro nada más gastar inútilmente una de las dos ampollas de CO2, que llevo por si acaso, buscando que el líquido antipinchazos se encargue de un milagro imposible a todas luces.
Pero no pasa nada, tras pensarlo un buen rato, me decido a desmontar la rueda y montar la cámara que llevo, también por si acaso. Pues no, la llave allen del 6 que llevo se resiste a entrar en su alojamiento del eje de la rueda trasera. El que yo, en mi nerviosismo, creía el alojamiento de la llave allen empieza a redondearse y mi segundo plan no parece tener demasiado recorrido.
¡Leches, pues ya no me queda más remedio que emplear ese inútil kit de recauchutado en frío que llevo siempre encima en el fondo del botellín de herramientas desde hace 4 años!
Limpio la raja de la cubierta con agua, aplico el disolvente, aplico una capa de virutas de caucho y espero 5 minutos. Repito el proceso 5 minutos más tarde imitando los muchos vídeos de Youtube que he visualizado infinidad de veces, y nada, esa maldita cubierta sigue fugando como si en vez de recauchutar la cubierta hubiera hecho la raja mayor. Y el “peregrino” cascando con toda su energía sobre el camino jalonado de pírricas jaras de no más de 50 cm que a duras penas dan sombra para cobijar a las lagartijas.
¡Qué calor y qué agobio! Me veo haciendo los 16 Km que me quedan hasta Las Lucías, con parte de bajada y aún alguna subida que otra, empujando mi bicicleta. No puede ser, otro intento de desmontar la rueda trasera y nada, que la llave no entra.
En fin, dos recauchutados más con un pegote de caucho considerable en la cubierta consiguen hacer que la pérdida de aire pueda ser compensada a tramos con la última ampolla de CO2 que tengo, lo que me permite llegar a Las Lucías transitando el Camino de las Palomeras hasta llegar de nuevo a la carretera sin apenas disfrutar del paisaje que sin duda me venía proporcionando el camino por las laderas del Cerro de los Taramales.
Y hubiera sido tan fácil desmontar la rueda trasera para poner una cámara y resolver el problema, pero eso sólo lo supe cuando ya en casa tranquilamente busqué con cuidado la mejor posición para meter la llave allen a través del alojamiento del embellecedor de aluminio que lleva el eje trasero. En fin, gajes del oficio.
De todos modos, escribo esto unos días después de la ruta cuando ya he montado los mouse anaconda en mis dos ruedas obsesionado con añadir una alternativa más a una situación como la que viví este día.
En resumen, la ruta es genial, muy sencilla, con una suave subida durante 14 Km que es compensada con creces por la divertida y vertiginosa, si queréis, bajada que os espera al final. Unas vistas muy agradables de las Sierras de Altamira, Guadarranquejo y la Palomera os acompañarán todo el camino y podréis descansar en una buena balsa que os permitirá un agradable refresco a mitad de camino. Y si queréis podéis ampliar sin mucho esfuerzo, cosa que no tardaré yo en hacer, la ruta, subiendo al Puerto de San Vicente para volver unos Km más adelante siguiendo el curso del Rio Guadarranque.
Waypoints
Bridge
2,283 ft
21 Paso arroyo
Comments (1)
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Gajes del oficio, estas cosas nos pasan a los auténticos bikers que somos valientes para adentrarnos en solitario por parajes tan solitarios como Las Villuercas, por suerte pudiste solucionar el problemilla y seguir tu ruta.
Te animo a que te descargues el Track de la ruta que se organiza cada año en Navatrasierra y a la que suelo apuntarme, tiene un recorrido espectacular.
Nos vemos en los caminos.