LAS NAVAS DEL MARQUES - LA CORRALIZA - LA ENCRUCIJADA - LA ENEBROSILLA - ALBARDEROS - EL VENERO

LAS NAVAS DEL MARQUES – LA TARAYUELA – PINO ARENAL – LA CORRALIZA – LA ENCRUCIJADA – CRUZ DE LOS ARRASCADEROS – LA ENEBROSILLA – SEPULTURA DEL MORO – EL TOROCHO – LAS ZORRERAS – ALBARDEROS – CANTO BENAVIDES – CASAGRANDE – EL CANCHAL – BERRUQUILLO – LA MAJADILLA – EL VENERO

Amanece un día espléndido para estar todavía en febrero: el sol luce con apenas unas nubecillas haciendo sombra y temperatura suave, el campo húmedo por las últimas lluvias y muchas ganas de montar en bici.
Nos reunimos los cuatro habituales, por orden alfabético: Alberto Capa, Edu, Janiel y Pablo. No tenemos ningún invitado más, así que salimos rumbo a La Enebrosilla, finca particular que corta el acceso a la zona sur desde Las Navas del Marqués, incluso interrumpiendo caminos históricos como el que va de San Martín de Valdeiglesias a Las Navas, pero bueno, ya sabemos que “poderoso caballero es don dinero”.
Bajamos rapidito hacia nuestro objetivo, por caminos, senderos y alguna pista que hace que nos comamos los primeros 20 km. en un suspiro. Pasamos a toda velocidad por el Valladar, el túnel de Choza Moral, el Pino del Arenal, la Corraliza, llegamos a la Encrucijada (cruce con la AV-561), y bordeamos la Cabreruela, para salirnos poco después de la pista a la primera sorpresa del día: un caminito que estaba casi abandonado pero que han retomado para sacar madera. Precioso camino, rápido y lleno de ramas, curvas, agua, que nos despierta definitivamente del letargo. Alguno se sale momentáneamente de trazada, pero con la única consecuencia de unas risas. Pasamos la Fuente de los Arrascaderos y nos incorporamos de nuevo a la pista, pero por poco tiempo, porque llegamos al límite con la finca de la Enebrosilla y la bordeamos por una mezcla de sendero, pista, arrastradero de pinos… otra sesión intensiva de técnica, con algún paso más que comprometido, y terminamos en el Río Sotillo, que baja crecido como pocas veces.
Lo cruzamos por un puentecito mitad de madera y mitad de piedra y afrontamos una subidita corta con la bici al hombro; mientras estamos en ello aparecen los compañeros moteros y nos esperamos para ver cómo cruzan el río y suben por los cortados de piedra como si tal cosa (si tuvieran que dar pedales, ja, ja).
Continuamos subiendo para pasar junto a la Hoya de los Sebastianes y la Hoya de Martisastre, que continúa hasta la carretera por una zona de pinar preciosa, aunque dura por la pendiente.
Un trocito de asfalto y nos desviamos hacia la Sepultura del Moro, donde bajamos la trialera de las Raíces, a toda pastilla, como siempre, y empezamos a subir otro de los platos fuertes del día: empezamos por la pista del Garbanzal (o Valdecobos), pero después del primer tramo duro nos desviamos a la izquierda por un camino… o lo que sea, porque parecía más un cortafuegos. Encima con un pino caído en medio que nos obliga a todos a poner pie a tierra antes o después.
Continuamos trepando por los restos de un camino, sorteando algunas piedras y roderas y terminamos en un senderito más suave hacia El Torocho, donde volvemos a afrontar rampas duras y terreno suelto. El corazón a tope, las piernas doloridas y el cansancio que empieza a hacer mella. Terminamos la subida, nos recomponemos y abandonamos de nuevo el camino para investigar esas vereditas que tanto le gustan a algunos… Un poquito de campo a través, vereditas del ganado que aparecen y desaparecen, y otro arrastradero de pinos nos dejan en Albarderos.
A partir de aquí ya es todo terreno conocido: subimos a Casagrande, nos descolgamos a la Ciudad Ducal, bordeando el Embalse y el Lago, la fuente del Castañar, donde alguno deja huella en el suelo por falta de fuerzas, no de habilidad, y llegamos a casita.

Aunque el índice IBP diga 115, la ruta es bastante más dura que eso: muchas piedras y terreno suelto y resbaladizo en las subidas, que las hicieron duras; de las bajadas no vamos a hablar, el ritmo hace que no sólo no descanses sino que hagas trabajar casi todo el cuerpo y la mente. La prueba es que llegamos todos bastante más zurrados de lo habitual, pero bueno, que nos quiten lo baila’o!

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