Los 10.000 del Soplao 2011

Por fin llegó el gran día, realizar la reina de las cicloturistas en MTB en nuestro país. La organización un 10. El ambiente espectacular. Completamos el recorrido sin incidencias importantes, salvo algún problema mecánico, que pudimos solventar (el cambio de Bauti nos tocó bien las narices subiendo a San Antonio, la primera subida con enjundia).

La prueba ... durísima. Antes de las 7:30 estabamos en la salida preparados para el gran día. A las 8:00 en punto sonó la traca y salimos al ritmo de la música, envueltos entre los aplausos del gentío que nos contemplaba. En los primeros metros ya se veían averías mecánicas. Subimos a San Esteban, cogiendo algo de tono, después la primera bajada, con mucho polvo, y ciertamente peligrosa, con algún inconsciente bajando a cuchillo. Llaneamos un ratillo hasta llegar a los primeros 2 km. de subida a S. Antonio. Aquí, a mi compañero Bauti le empiezan a saltar los últimos piñones y nos tenemos que parar varias veces. Nos pasan cientos de ciclistas, que suben agrupados, llenando el ancho del camino, y a ritmo. Penando con los piñones, conseguimos subir, y tensando un poco el cambio logramos que no salten más. Menos mal, quedaba mucha carrera y le peor estaba por llegar.

Comemos algún plátano en el primer avituallamiento y tiramos hacia el Soplao. En las primeras rampas de piedra, tras pasar la Cocina, hay un embotellamiento, y todos las hacemos andando. Serán 600 o 700 m. de subida entre cantos, que ponen a prueba los gemelos, con rampas mayores del 15 %. Por fin llegamos a un descanso, para ya vislumbrar las curvas que nos llevarán la lo alto del Soplao. Disfruto como un niño con la imagen del pelotón multicolor serpenteando entre el verde de la montaña. Subimos a ritmo, al umbral, e incluso hay ratos para charlar.

Arriba, soltamos lastre, reponemos bebida y tiramos hacia Carmona para iniciar una peligrosa bajada -donde vi las primeras tortas serias- y llegar a Monte AA, donde nos esperan unos buenos rampones que nos impedirán regular. No me bajo de la bici y me los hago todos como un campeón. Leches, ya con este logro, estaba más que contento. Bajando ya a Ucieda, de nuevo me encuentro a bastante gente que se la mete en las curvas.

Tras los muy jodidos 65 primeros km. (que ya de por sí son una etapa dura) todavía nos esperaban el primer Moral desde Ucieda (11km.), Fuentes (17 km), la subida a Ozcaba (4,5 km.) y el último Moral desde la Punvieja (9 km.). Minan a muchos, .... pero ¡no a nosotros! :-)))). El primer Moral lo subimos a tren, y adelantamos muuuuuuchos ciclistas. Otros bajan porque se retiran. La dureza de la prueba va haciendo mella. LLegando arriba vemos al primero que viene de vuelta como un tiro. No doy crédito, nos debe llevar varias horas de ventaja. Increíble.

Las bajadas son impresionantes, y muy peligrosas. Miedo me da ver como baja Bauti, un auténtico misil cuesta abajo y cuesta arriba. En la bajada del Moral por Juzmeana vemos a un ciclista con un porrazo gordo. Dios quiera que no le haya pasado nada. Al final nos espera la familia y nuevo avituallamiento. Tras reponer fuerzas, nos enfrentamos a Fuentes, para mí, lo más duro del día. Con 100 km. en las costillas, y tramos con rampas mayores del 10%, flaquea todo, cabeza y cuerpo. Mucha gente en las orillas descansando, otros que se retiran del calvario y se vuelven. Yo tenía claro que no había llegado hasta aquí para bajarme y echar el pie a tierra. Me acordé de los entrenamientos, del frió que pasé preparando este momento, de mi familia ... la cabeza pudo más que el cuerpo y pasamos el momento.

Por fin la cruz de Fuentes en la cima, ¡qué alegría, joder!. Bebemos agua y comemos algo para volver a bajar y subir de nuevo a Ozcaba por el tramo nuevo de este año. Precioso sí, menos carretera que anteriores ediciones y más dureza. Lo malo es que íbamos bien jodidos a estas alturas.

Tras la última subida, la gran bajada hasta la Punvieja. Las manos se me agarrotan enganchadas a los frenos a velocidades de vértigo, entre baches continuos. Joer, que duro es bajar, leches. Menos mal que las "burras" se portan de miedo, y aguantan la tralla. En el hotel estamos unos minutillos con la familia de nuevo y ya el último Moral. Estoy con fuerzas y subiendo lo voy dando todo, ya sin regular. Adelanto muuuuchos ciclistas de nuevo, ¡joer, lo estoy disfrutando!. En lo alto de Moral, periódico al pecho y a bajar tranquilo, que no es cuestión de metérmela en el 144. Me adelantan algunos que van a saco. Las nubes tapan la montaña y la visibilidad es pobre. Hace frío y voy helado. Me da un poco de tiritona, pero mantengo el tipo. Hecho en falta algo más de ropa para esta bajada. Estoy deseando llegar.

Pero ya está conseguido el reto, sólo queda llegar a Cabezón, donde está la familia. No para de mirar a los lados buscando a la familia que nos están esperando. ¡Qué bien, me han visto entrar mis hijos, que contento estoy, joder!. Los aplausos de gente nos hacen creer que somos profesionales, un 10 para la gente de Cabezón.

Pudimos rebajar el tiempo media horita, si no hubiéramos tenido problemas mecánicos (pena de 10 o 15 minutillos perdidos fácil) y si no hubiésemos parado 15-20 minutillos en la Punvieja -nuestro hotel- para estar con la familia (parada que no necesitábamos, que íbamos como toros desbocaos ;-))))). Comimos bien todo el camino y regulamos mejor aún. Ese es el truco del almendruco, ir de menos a más.

No nos bajamos de la bici, más que para comer, ver a la familia y necesidades fisiólogicas -de todo tipo - .

Salvo en las cuestas de las Lastras -que todo el mundo las hacía andando-, no nos bajamos en ningún sitio, ni en las famosas rampas de hormigón de MonteAA con una pendiente del 23 % + IVA.

Una experiencia realmente INOLVIDABLE. Y más contentos, que unas castañuelas.