Los 100 de la Nava 2016 Ruta Larga

Esta marcha empezó los días previos, cuando no dejaba de llover sobre mojado. Los caminos ya no daban abasto. Todos mirábamos las previsiones meteorológicas, incluso más de una vez el mismo día…para ver si mañana no llovía, pero llovía. Incluso la noche antes del día D.

La Organización gastó docenas de huevos con las Clarisas y de nada sirvió, cal y pintura ecológica en los caminos y esto sí que funcionó, mejor que mi GPS, al que le había metido el track de la ruta larga y cada vez que seguí las flechas e indicaciones de última hora, me chillaba diciéndome que me había desviado…pero no, no era así. Todo estuvo como mi dorsal. Incluso, antes de salir nos dijeron que la parte de la ribera del Eresma se había eliminado por motivos de seguridad. Lo habían hecho un par de horas antes incluso por Facebook.

Quedamos los Sexmeros en el aparcamiento del año pasado. Calenté un poco y todos para el arco de meta. Muchos bikers delante, pero es normal, todos quieren coger posiciones para no sufrir atascos. Este año se prevén cojonudos, debidos al barro y las cuestas de gran pendiente.
Salimos puntuales a las 9 de la mañana. Empecé a darle un poco de cera, para ir lo más adelante posible, donde suelen estar los que, además de mayor fuerza física, también más controlan y ante dificultades como….no sé: mucho barro? Pues saben sortearlo sin frenar ni pararse y con ello, todos los que vamos detrás estamos sujetos a nuestra fuerza y destreza nada más. Me siguieron Wandar y Guillermo, con los que hice equipo de ruta hasta casi el final.
En la cuesta de las Escarpias de Navas de Oro (primera cuesta importante) se empezaban a marcar diferencias entre bikers y se iba haciendo hueco entre todos, cada cuesta importante (y bajada) funcionaba como criba y estirones del pelotón de bicilceteros embarrados.
No hubo nadie que no sufriera (y creo que disfrutara) del barro en este día. Unos lo sufrieron más que otros, con caídas y problemas mecánicos, llegando incluso al abandono (como alguno de nuestros Sexmeros).
Muy oportunos los cambios de trazado y el primer avituallamiento (así como el resto). Geniales los voluntarios, no solo para los giros y desvíos más importantes sino también en las bajadas peligrosas. Aunque en una vereda embarrada cayera y perdiera el cuenta kms (me enteré kms después). Tuve otra caída en un arenal, el cual iba demasiado cerca de otro biker, al frenar me caí. Pero fue en blando, rebozado cual croqueta. Y también sufrí una avería con la cadena, pero ahí estaba Guillermo que me echó una mano.

Llegamos al corte, situado en la depuradora de Bernardos, a las 10:50. Ahí estaba Carlos Melero y su hijo Iván con una docena de bikers esperando la ayuda mecánica. Esto no lo paga la inscripción. Cojonudo. Y no fue lo único que hizo Melero…

Y comienza la diversión justo a partir de aquí: una cuesta con buen desnivel. Bajada hasta el Eresma de nuevo, puente de madera y pizarra muy deslizante (y los voluntarios con sus apreciadas indicaciones…solo les faltaba las zapatillas de casa, la bata, los rulos y diciendo: “cuidado, hijo! Questo tá mu malito!!”).
Otra subida importante, y algo más larga…hasta Fuentes. Bajada hasta la cuesta más terrible de la ruta: unos 200m al 20% de desnivel. No sé si alguien la ha subido entera, pero el triunfo personal consiste hasta dónde puedes llegar…y si cada vez un poco más, pues cojonudo!
Se alternan subidas cortas, matorral, placas solares y bajada hasta el Eresma otra vez, empezando por el voluntario que nos dice que tengamos cuidado, hay una bajada muy pronunciada!! Aprieto el mando del manillar de la tija, bajo el sillín (coño, hay que usar esta tija telescópica para algo, no?!) y patapúm pabajo! Mucha arena, hasta que en un giro a la izquierda vemos una cuesta con bastante desnivel y arena suelta. La arena se acaba pero el desnivel no cede. Unos cientos de metros más adelante me paro a esperar a mis dos compañeros de fatigas y aprovecho para engrasar la cadena. Ya me miran mal. Hace un ruido bastante preocupante. Como nueva. Lo hago también con la de Wandar. Esto es otra cosa.
Apenas terminamos de subir y otra bajada hasta el Eresma, con la cuesta en mente que nos viene, esa que luego tiene una bifurcación: a la izquierda algo más suave, hacia la derecha un buen rampón…qué pregunta!! Y como el día de la marmota, la dinámica se repite, solo que en vez de otra cuesta le sigue un tramo bastante arenoso hasta llegar al puente de Yanguas de la Vía Verde. Ésta la continuamos hasta la Ermita del Tormejón, donde, tras un apretón para subirla, nos espera un muy agradecido avituallamiento. Reagrupamiento de los tres y bajada a lo mecagüen, pasando bajo un puente muy chulo anegado. Tras un mini rodeo de una loma nos encaminamos a Armuña. De aquí a Pinilla Ambroz aprovechando una bajada y una subida de no mucha pendiente pero larga y contínua. Aquí Guillermo decidió ir un poco más tranqui. En Pinilla se suben un par de cerros cortos pero con buena pendiente, ya habituales. Le sigue Miguel Ibáñez y un poco más adelante: el último avituallamiento. Cogemos fuerzas y a por la última subida: los Petroglifos de Domingo García. En la subida perdí un poco a Wandar, aunque él me seguía viendo no muy lejos. Pasado Domingo García me junté con dos de El Dorado y juntos llegamos así hasta la meta.

Tras una duchita de agua del tiempo nos esperaba una riquísima paella, con ensalada de pasta y una recuperadora birra fresquita…bueno dos (ojo: era por reponer líquidos, por quién me tomas??) y un helado. Sorteo de regalos incluyendo el plato fuerte: una bici donada por Bicicletas Melero.

La dificultad es ante todo física, sobre todo con tanto barro y algo de técnica en alguna subida y bajada, también por el barro, aunque por el desnivel y la arena también (y estos siempre van a estar ahí).

PD: la bolsa del corredor era una braga naranja mu chula con estampación del evento y una toalla (también naranja).