Mirada Circular 2021, etapa 4: Anllarinos del Sil- Burbia

Cuarta etapa del recorrido de la Mirada Circular. Impresionante recorrido por los valles de Ancares y Fornela, con entornos naturales que regalan a la vista panorámicas increíbles. Este tramo, tiene una dificultad que he calificado de moderada, en base a su parte física, cuya exigencia es bastante alta, sobre todo en el ascenso desde Pereda de Ancares, de la cual haré una explicación más adelante. La parte técnica, por su parte, se puede calificar de fácil, ya que no existe ningún tramo que requiera especial pericia en este aspecto.
El recorrido comienza, como es habitual, en el mismo punto donde terminé la etapa anterior, Anllarinos (Waypoint 1). A la salida del pueblo por carretera, tras recorrer poco menos de 1 km, me desvío a la izda, a un camino que se encuentra cerrado con una puerta móvil para el ganado; ojo con ella, tiene alambre de espino. Entro al cercado, y vuelvo a dejarlo en su posición; este camino, me lleva paralelo a la carretera, durante un trecho, bordeando un arroyo, que mantengo a mi derecha. En algunos tramos está bastante pisado por el ganado, lo cual hace, junto a la humedad de los regueros que lo bordean, que esté bastante blando, y ello, junto al rocío matutino consigue "embadurnarme" ya de inicio. El sendero desemboca en la carretera, que me conduce al cruce del Waypoint 2. Desde aquí, comienza el ascenso por carretera a los pueblos por los que ésta va discurriendo : Cariseda, Peranzanes y Chano. Esta subida, sin dejar de ir elevando la cota en la que me encuentro, se hace casi a ritmo de "Verano Azul", ya que prácticamente no tiene tramos exigentes fisicamente. En el Waypoint 3, me encuentro un panel informativo sobre el entorno natural de Peranzanes. En el Waypoint 4 me desvío momentáneamente de la carretera, siguiendo la indicaciones de los postes de La Mirada Circular. Poco después vuelvo al asfalto, y casi sin darme cuenta llego a Chano. En la calle central del pueblo, me detengo, ante un edificio que me llama la atención, con una placa de mármol en su fachada. Se trata del "Museo de las Danzas", una casa comunal del pueblo, rehabilitada como museo recopilatorio de fotografías, trajes típicos, y otros enseres, de la celebración de las "Danzas de Fornela", con imágenes, como me amablemente me cuenta el lugareño que allí encuentro al cuidado de la instalación, que datan de 1928 en adelante. Continúo, y a la salida del pueblo me desvío del track que me marca el GPS, hacia un camino con la entrada de cemento (Waypoint 5) que se convierte en una pista que, atravesando otros dos cercados de ganado, me lleva a la entrada de Guímara, para poder rodar por una superficie más adecuada a los "zapatos" que calza mi bici. Llego a Guimara, hago una breve parada en el bar del pueblo para un tentempié y sellar el pasaporte; atravieso su casco urbano, y continúo mi camino, tomando la pista, a la salida del pueblo, que como se ve el Waypoint 6, me conduce, elevando poco a poco el nivel de exigencia, hacia Pereda de Ancares. Alcanzo, en un primer término, el Refugio del Cuadro (Waypoint 7), más adelante, el desvío hacia el Alto del Cuadro (Waypoint 8), y el Refugio de la Pesca (Waypoint 9) Encuentro ambos refugios en muy buen estado, aptos para ponerse a resguardo en caso necesario, cocinar algo en la chimenea, o incluso hacer noche si se dispone de un saco de dormir; el Refugio de la Pesca, cuenta con somieres de madera para tal fin. Poco más adelante de este último, llego al punto más alto de la etapa, y me lanzo hacia abajo en una bajada endiablada por una pista, que, a pesar de estar en bastante buen estado, exige máxima concentración, para no llevarme un susto con alguna piedra suelta, circulando a velocidades elevadas. Tomo la imagen del Waypoint 10, una panorámica del Valle de Ancares, al cual me dirijo. Llego a Suertes, y a su salida tomo la imagen del Waypoint 11, donde encuentro otro panel informativo de La Mirada Circular. Poco más adelante, me desvío a la derecha, hacia un sendero (está indicado con una baliza de La Mirada) que, a su entrada, y en sus primeros 100 mts, se encuentra algo cerrado de hierba, pero que no dificulta en demasía la circulación por él; pasado este tramo, se abre, y me conduce, sin exigencia de ningún tipo, a Pereda de Ancares (Waypoint 12). Aquí hago una parada en un establecimiento hostelero, a reponer fuerzas, aprovecho para sellar el pasaporte, y continúo, tras repostar agua, a atacar la subida más dura de la etapa. A pesar de no alcanzarse cotas tan elevadas como en la ascensión desde Guimara, el estado de la pista en algunos tramos, con mucha piedra suelta, dificulta enormemente el poder traccionar la fuerza a la rueda posterior, multiplicando el esfuerzo necesario para mantenerse sobre la bici. Esta subida cuenta, además, con lo que yo llamo "efecto psicológico": en todo momento, eres consciente de lo que vas subiendo, ves la mayor parte de la subida que te queda, y vislumbras el punto al que tienes que llegar. Cuando doblas una curva ciega que te cortaba la perspectiva, compruebas que aquello sigue tirando más para arriba...paciencia, no queda otra.
En el Waypoint 13, echo la vista atrás hacia el Valle, a los pies del cual diviso Pereda de Ancares, y tras seguir ascendiendo, llego al Refugio de Rioseco (Waypoint 14). Continúo, siempre hacia arriba, siguiendo las indicaciones del Waypoint 15, y por fin, llego al Waypoint 16, el Alto de Mirandelo, desde el cual me lanzo en bajada por unas Zetas, que con una pérdida vertiginosa de altitud, me conducen a Burbia, extremando otra vez las precauciones al bajar, con un firme, en algunos tramos, peligroso, si no se controla la velocidad de descenso, por la cantidad de piedra suelta que tiene.
Llego a Burbia y doy por finalizada la etapa en la plaza, junto a la fuente, con el cartel indicador de dirección a Campo del Agua, que será el primer pueblo hacia el que ponga rumbo en la siguiente etapa, desde aquí mismo.
Espero, en el camping, tomando un refrigerio, la llegada del "coche de apoyo", y aprovecho para sellar una vez más el pasaporte, para dejar constancia de mi paso por esta villa.
Una vez llegado a Ponferrada, procedo, sin más dilación, al innegable lavado y engrase de la niña que, como siempre, se lo ha ganado, y para casa.
Día hecho!!!