Mirador del Pino - Buenavista

Frio en las manos y congelados los pies, esas eran las sensaciones cuando saliamos por el camino del Merendero del Grano, pedaleando sobre los gruesos cristales de hielo en los que estaban congelados los charcos del camino. Menos mal que el solecito ha ido pegando en el lomo y unos saltitos sobre las puntas de los pies han hecho recuperar la circulación perdida de la sangre y recuperar el calor.

Por el asfaltado carril del Caserío del Pozo, hemos cogido la altura que pronto nos ha puesto junto a los depósitos del agua de Huétor Tájar, para proseguir a un rítmo vivo y continuado, charlando de nuestras cosas, de lo divino y de lo humano, para afrontar con todo el ánimo del mundo las fuertes rampas del Mirador del Pino.

¡Prueba superada!, a pesar del barrillo y del mal estado del terreno hemos conseguido llegar a la cima sin poner pie a tierra. La recompensa ha sido poder comtemplar un esplendoroso paisaje, en el que Moraleda aparecía teniendo como telón de fondo una Sierra Nevada pletórica de nieve. ¡Qué sensación más placentera la de estar en el sitio justo! Para colmo, una gran y juguetona ardilla, con su piña en la boca, se nos ha paseado delante, saltarina y alegre, para trepar ágilmente por el gran pino. ¡El éxtasis nos sobrevino caído del cielo!

Vuelta al pedaleo, y tomamos los llanos del camino de Velez, para desviarnos a la izquierda por la Majada de Núñez y descender vertiginosamente hasta la localidad de Buenavista, que apareció a nuestros pies como por sorpresa.

Un ligero refrigerio resguardados del airecillo en la parada del autobús y acometemos el regreso por carretera hasta Moraleda. A pesar de la claridad del cielo y de un sol que se agredece, la baja temperatura del ambiente y un fuerte viento de cara, hace que la sensación térmica sea más baja aún. De nuevo volvemos a sentir un intenso frio, que nos hace apretar el ritmo de la pedalada para calentar el cuerpo.

Pronto llegamos a Moraleda, para al pasar junto a la iglesia, desviarnos por el carril de la Presa de Derivación. Ahora tomamos como hilo conductor el Caz de Luján, para llegar hasta el cortijo de Luján, atravesar el rio Cacín y llegar al Merendero del Grano.

Al final, llegamos sudando pero con frio a Villanueva, cosas del camino en esta época, pero con la satisfacción en el cuerpo por haber realizado una bella y sacrificada jornada de pedaleo.