Vía Verde de Ojos Negros completa en dos etapas 1

Después de perder un par de kilos durante un mes intentado conseguir billetes para llegar en tren con nuestras bicis a Monreal del Campo, decidimos alquilar un coche con conductor para ello. Gran elección.
Ante mí, la tercera vía verde completa. La primera en 2010 con mi cuñado. La segunda con mi amigo Luis en 2017.La tercera iba ser esta con Jaime, Jesús y Claudio, tres buenos amigos del fútbol.
Así que, tras hablar de ello en la mayoría de las cerves pospartido, pusimos fecha y nos tiramos a la vía.
Viernes tarde, salida desde Valencia. Noche en una casa rural muy apañada de Monreal (El Molino), y por la mañana, al lío.
Nos sorprende la hora del desayuno, nos dicen a las 9, aunque conseguimos adelantarlo a las 8:30. El tren no ayuda a fomentar el cicloturismo, pero estas cosas tampoco.
De todas formas, contamos con rodar por la tarde así que desayunamos bien y a las 9:15 estamos en ruta.
Después de acostumbrarme a rodar solo, tenía dudas de cómo lo iba a llevar. Pero el grupo es genial, y desde el primer momento sé que todo va a ir rodado.
Pasamos por Ojos Negros, les enseño mi pueblo. Pasamos por el molino, sus cuestas y sus revueltas. Y enseguida estamos en el kilómetro 0. Es una pena que no esté marcado. Igual que el final. Mi idea de que acabe en el Pantalán de El Puerto de Sagunto parece que va adelante. Ya veremos.
Bueno, sigo. Fotos de rigor y empezamos a rodar por la vía. Hay más tramo ciclable. No hace falta pasar por Las Minas. Vamos muy bien y hasta Peracense no nos cruzamos con el primer ciclista. Lo celebramos con un agradable almuerzo.
Llevamos 35 km y prácticamente ni nos hemos enterado.
Después subimos otra vez a la vía y al poco tiempo se acaba la vía. Tenemos que coger la carretera paralela. Es rápida, apenas pasan coches, pero lo suyo es que habiliten la vía. Creo que es cuestión del Ayuntamiento de Almohaja. A ver si se ponen las pilas.
En un par de momentos intentamos meternos otra vez meternos en la vía con la esperanza de que sea ciclable, pero prácticamente hasta Santa Eulalia, nada.
Hemos perdido algo de tiempo en los intentos y ahora ya pega bien el sol.
En Cella decidimos parar a comer algo porque salir en Teruel es más complicado.
En Cella comemos donde siempre paro y conocemos al camarero más dispuesto del mundo. Él sí sabe lo importante que es cuidar al cicloviajero.
Lo malo es que en esta parada, no sé por qué, se me para el track. Estoy un poco harto, la verdad.
Lo que queda de etapa es lo peor. Primero bajada suave hasta Teruel, y a partir de ahí, subida prolongada de unos 20 kilómetros hasta el Puerto de Escandón.
Es en ese punto en el que Claudio, que lleva la bici más flojita y anda un poco tocado, se empieza a quedar atrás.
El tramo es duro y el calor hace mella.
Me sorprende la cantidad de animales que vemos. Nunca había visto tantos. Unos cuantos ciervos, unas cabras montesas, y una víbora en mitad de la vía.
En el Escandón foto de rigor y a por esas cerves (ámbar sport) que nos esperan en la fonda de la estación, a siete km en descenso.
Pero al llegar, sorpresa. Hay una boda y las cerves han de esperar. Es en ese momento en el que conocemos a un tipo que está haciendo Montañas Vacías, uno de mis (espero) próximas rutas.
Nos despedimos de él y bajamos al pueblo (Puebla de Valverde) a por esas cerves.
Al final salen 123 kilómetros. Durillo, pero estamos todos enteros y contentos.
Alojamiento y cena en El Horno. Antes de dormir, paseo para soltar piernas. Gran jornada.