MTB Tranco del Lobo 🐺 y su repisa-Poyos de Tribalbo-Poyos de la Mesa-Calar de Juana-Senderos de Makay-Aserradores.
near Los Geraldos, Andalucía (España)
Viewed 62 times, downloaded 4 times
Trail photos
Itinerary description
Ruta circular desde Los Geraldos pasando por:
- Mirador Tranco del Lobo
- Cueva del Arco
- Puente del Vado de las Carretas
- Quejido
- Puente Nava San Pedro
- Fuente de la Garganta
- Collado Galán
- Poyos de la Mesa
- Collado De Las Pegueras
- Collado Poyo de Juan Domingo
- Collado de los aserradores
- Collado de los Arredraeros
- Mirador de Guazalamanco.
Recorrido espectacular, extraordinario, espléndido, fantástico, impresionante, indescriptible, magnífico, maravilloso, sensacional, sublime… No hay adjetivos suficientes para transmitir nuestras sensaciones. Hay que vivirlo para comprenderlo.
No por ser conocido deja de impresionarte tanta variedad de escenarios, a cual de ellos más sugerentes.
Desde la Bolera por carretera a Campo Cebas en el Parque Natural de la Sierra de Castril, nos adentramos en los Almiceranes para acceder por el carril pedregoso al Poyo de Juan Domingo y alcanzado este continuar por la Peguera a la Cuerda del Tranco del Lobo.
Desde el Poyo Juan Domingo, a nuestra derecha tenemos un carril que entre grandes Laricios nos lleva al mirador de Ramiro, (1) el último maquis. Un espectacular mirador natural entre cortados dando vistas al Valle del Río Gudalentín. Desde este ¡¡¡IMPRESIONANTE!!! Otero contemplamos profundos escenarios tanto de la Sierra de Cazorla (de Pozo Alcón) como del Parque Natural de la Sierra de Castril (Sierra de la Cabrilla). Tras el estaxis vivido, desandamos el camino a la bifurcación del Carril por el que hemos subido, desviándonos a nuestra izquierda para acceder a otro "plato fuerte ¡¡¡FORTISIMO!! del recorrido: La Repisa del Tranco del Lobo, en la pared vertical de la Morra de las Grajas de 1.769 m
Para llegar a la repisa, hay que patear y portear la bici siguiendo un sendero sin definir. Solo siguiendo los hitos de piedra podremos llegar a este estratégico y emblemático lugar de la cuerda del Tranco del Lobo. Se la conoce también como repisa del maquis, o Cornisa del Tranco del Lobo
Una vez en la entrada de la repisa, lo que vemos, "acojona". El subidón de adrenalina que te da el cuerpo (para los menos acostumbrados a los pasos verticales) es ¡¡ENORME!!. Cierto es que conforme vas descendiendo, la sugestión va desapareciendo, pero no hay que confiarse. Un tropiezo, un resbalón sería trágico. Hay que adentrarse extremando la precaución, pegados a la pared de la roca. El lugar no es propicio para los que sufran vértigo.
Tras contemplar las impresionantes panorámicas que se divisan desde este balcón, desandamos camino nuevamente al Poyo de Juan Domingo para bajar a las ruinas del Cortijo Poyo Tribaldo. Lo hacemos por el sendero de Serafín Pérez al camino de la Cañada de Castril, o del Mesto.
En el Cortijo (ruinas) de Poyo Tribaldo, aguamos en su fuente. Aunque mana poca cantidad, agua es.
Hemos cubierto el primer sector del recorrido y ahora vamos al segundo: Poyos de la Mesa.
Al llegar al Vado Carretas, me satisface ver que el Río Guadalentín lleva buen caudal de agua teniendo en cuenta la fecha en que estamos.
En la Nava de San Pedro nos "hidratamos con fresquísima agua de cebada". Todo un lujo hacerlo en estos contornos.
Proseguimos a la Nava del Espino aguando previamente (esta vez sí) en la maravillosa fuente de la Garganta. Tres caños como tres Soles de agua abundante y fresca. Algunos aguan interiormente y otros externamente. Cabeza y piernas sintiendo el placer del frio y reparador elemento en el cuerpo.
Casi sin darnos cuenta estamos ascendiendo el Collado Galán y en la planicie dolomítica de Los Poyos estamos. Insuperables y profundas las panorámicas que observamos desde esta "terraza" cenital del alto valle del gran Río Guadalquivir.
Hay que seguir al tercer sector y si poderosos han sido los anteriores, este no se queda en menos.
Bajamos al Collado de la Peguera, antesala del Vado de los Perrillos en el Arroyo, Tornillos del Gualay. donde algunos vuelven a refrescarse en el Arroyo. Hay sed de beber agua y para ello en la entrada de la Cerrada del Pintor tenemos la fuente del Borbotón. Excelente manantial de agua cristalina y muy fresca. Además de llegar a la fuente, la idea era adentrarnos en la Cerrada. Será en otra ocasión.
Vuelta al Vado de los Perrillos y encarar un tramo de empuging para enlazar con el Sendero Pilón del Ahogado en el Collado del Poyo Juan Domingo. (una de las sendas que Enrik Mackay diseñó para comunicar las tantas y tantas Casas Forestales a principios del siglo pasado).
Superados los ochocientos metros de empuging (un penaero, pero no hay otra forma de salir de donde venimos, o yo la desconozco) alcanzamos la Nava de Don Antonio, (La Nava, de Nava no tiene nada. Es un Lapiaz) en la parte alta del Calar de Juana.
Hemos pasado de una zona llena de verdor y vegetación a otra totalmente desnuda y llena de Torcas y Dolinas. A cambio, tenemos unas panorámicas ¡¡¡INMENSAS!!! en 360º y a continuación, casi 10 kilómetros en bajada de una de las Sendas de Mackay más volcánica e impresionantes hasta llegar al Arroyo Frío, donde el personal vuelve a mitigar el calor en una de sus tantas pozas.
Hasta aquí, ha sido un bajar y no acabar donde el disfrute se convierte en un continuo "orgasmo". Toca volver a la peana y remontar al Collado de Arredaeros. Dos kilómetros de subida, compensados con cuatro de otra bajada a ¡¡CAÑÓN!! que nos deja en el Río Guazalamanco, que también es una satisfacción lo bien que va de agua.
Esto se va acabando, y se acaba por la interminable y aburrida (cuando vas de vuelta) pista de la Dehesa del Rincón y nuevamente en la Bolera.
Agradecer a Pepe (chiken) Fausto, Álex y Dani su compañía en un recorrido tan indescriptible y variado por lo mejor de la Sierra del Pozo (Cazorla).
Nos vemos en la próxima.
(1)
Manuel Calderón 'El Ramiro', último maqui de la sierra, que murió en el lugar conocido como Tranco del Lobo (Pozo Alcón) el 26 de febrero de 1952, «al hacer frente a la Guardia Civil cuando esta lo perseguía como malhechor y fugitivo de la guerra de 1936», según consta en el acta de defunción del Juzgado de Paz de Quesada.
Quesada homenajea al maqui granadino Manuel Calderón, cuya acta de fallecimiento tiene misteriosamente tachado el párrafo en el que dice que fue abatido por la Guardia Civil
EL maqui Manuel Calderón, alías 'El Ramiro', que nació en Ítrabo, jamás podría sospechar que su partida de defunción sería algún día regalado en pergamino por las autoridades de Quesada, pueblo que queda cerca de donde lo mataron y en cuya plaza su cadáver fue expuesto después de ser abatido a tiros por la Guardia Civil. La misma delegada de Justicia de Jaén, María Luisa Gómez, recibió dicho pergamino como homenaje al maqui granadino en el que se dice que murió «al hacer frente a la Guardia Civil cuando esta lo perseguía como malhechor y fugitivo de la guerra de 1936».
Sin embargo, estas líneas, aunque se leen perfectamente, están tachadas. Una mano anónima, seguramente a instancias a algún superior, quiso borrar esta parte. Es más, debajo de la certificación se dice que «lo tachado no vale». Según el investigador Luis Miguel Sánchez Tostado, que ha estudiado el fenómeno de los maquis en Jaén, estas líneas fueron tachadas porque «tal vez se dieron cuenta de que en 1936 'El Ramiro' era sólo un niño de 13 años. De ser así se estaría reconociendo la ineficacia de las fuerzas del régimen para capturar a este joven que durante 14 años luchó clandestinamente contra las tropas sublevadas».
Otra teoría dice que hubo dudas en cuanto a la identificación de su cuerpo, ya que muchos creían que se trataba de otro maqui. Incluso hay quien dice que a 'El Ramiro' lo vio alguien vivo mucho años después de haberse certificado su muerte. Pero misterios aparte, el caso es que en este deseo actual de recuperar el recuerdo de aquellas personas que murieron combatiendo el franquismo, le ha llegado el turno a los guerrilleros antifranquistas granadinos que, procedentes de la Sierra de Baza, acabaron muertos en la Sierra de Cazorla, donde se habían refugiado. Ha sido durante este fin de semana en Quesada, localidad jienense que ha elaborado las llamadas rutas de los maquis y en las que, practicando el senderismo, se pueden visitar los cortijos y cuevas que fueron escenario de la última resistencia armada que tuvo el franquismo al acabar la guerra civil. Gran parte de esos guerrilleros pasaron más de diez años escondidos en estas sierras. El último guerrillero que hubo por esta zona precisamente se llamaba Manuel Calderón, aunque todo el mundo lo conocía por 'El Ramiro', el hombre cuya partida de defunción tiene ese párrafo tachado. Pero es mejor leer el relato que Luis Sánchez Tostado publicó en la revista cultural de Quesada en agosto de 1998:
La unidad que componía la partida del Ramiro, procedía de la Sierra de Baza donde permanecieron unos meses en la cortijada del Raposo, trasladándose a la Sierra de Cazorla donde pensaban estarían menos acosados por la Guardia Civil. Se instalaron en el Torcal del Lobo y de este grupo surge el protagonista de esta historia.
Durante los meses de enero y febrero de 1952, el grupo visitó con cierta frecuencia las aldea Quesadeñas de Belerda y Don Pedro donde se ganaron la confianza de algunos pastores a los que entregaron gratificaciones económicas por sus servicios. El día ocho se presentaron en el Cortijo del tío Inocencio de Belerda, con el fin de hacerse con el dinero de la venta de unas ovejas del vecino Antonio Guerrero (apodado el Largueras) el cual se resistió defendiéndose con un hacha y recibiendo un disparo de los asaltantes. Sin conseguir su objetivo optaron por secuestrarlo junto a otros tres más. Uno de ellos era Juan Pastor, medico de Quesada, con el que se cruzaron los huidos. Por el rescate consiguieron 50.000 pesetas. Considerable botín para la época. Alertada la Guardia Civil, envió a sus efectivos sin conseguir más que la detención de algunos pastores acusados de no denunciar "la presencia de malhechores". Uno de ellos, Antonio Quiñones, fue sometido a a intensos interrogatoritos , y según testimonios recogidos, fueron estas presiones las que le condujeron al suicido cuando fue llamado a un nuevo interrogatorio.
Tras estos acontecimientos, la partida de maquis permaneció oculto hasta el 25 de febrero de 1952 en que fueron avistados.
En la tarde de dicho día, el Guarda Forestal del Carrascalejo avistó el campamento en el Torcal del Lobo. Moviéndose con gran sigilo para no ser visto dio aviso a la Guardia Civil. Ya de anochecida fue requerido el vecino de Quesada Francisco Martínez Zamora para que pusiese su camión Ford a disposición de la Benemérita. Así a primera hora del día siguiente, Francisco, acompañado del ayudante apodado "Galleguito" condujeron hasta la Casa Forestal del Hornico (próxima a la Nava de San Pedro) a un grupo de ocho guardias. Allí se les unió otro grupo de Pozo Alcón con los que emprendieron el camino a pie hasta llegar al campamento. Con gran precaución, los guardias rodearon a los huidos que viéndose descubiertos trataron de huir. Se inició un violento tiroteo con el resultado de un guerrillero muerto, aunque el resto consiguió escapar abriéndose paso con granadas de mano. Acto seguido, se dispersaron.
El fallecido fue identificado como Manuel Calderón Jiménez, alias "Cubano", aunque en la Sierra de Cazorla lo cambió por el de "Ramiro". Se le intervino un viejo fusil soviético que tal vez fuera responsable final de su muerte pues se pudo comprobar que intentó defenderse infructuosamente. Se dice que se encasquilló el arma o los proyectiles estaban en mal estado pues no consiguió hacer ningún disparo.
Su cuerpo inerte fue cargado en una mula y trasladado al camión en el qaue fue conducido a Quesada donde una vez practicada la autopsia fue enterrado en la oscuridad de la noche evitando indiscretas miradas el día 28 de febrero de 1952.
Manuel Calderón estaba soltero y tenia treinta años. Fue sepultado en una fosa común en el "corralillo de los ahorcados" del cementerio de Quesada. Una porción de tierra separa del campo santo y reservada en aquellos tiempos de fundamentalismo católico para los suicidas, niños sin bautizar, ateos, y apostatas en general que no eran dignos de mezclarse con los creyentes.
Luis Miguel Sánchez Tostado
Revista Cultural de Quesada, agosto de 1998
- Mirador Tranco del Lobo
- Cueva del Arco
- Puente del Vado de las Carretas
- Quejido
- Puente Nava San Pedro
- Fuente de la Garganta
- Collado Galán
- Poyos de la Mesa
- Collado De Las Pegueras
- Collado Poyo de Juan Domingo
- Collado de los aserradores
- Collado de los Arredraeros
- Mirador de Guazalamanco.
Recorrido espectacular, extraordinario, espléndido, fantástico, impresionante, indescriptible, magnífico, maravilloso, sensacional, sublime… No hay adjetivos suficientes para transmitir nuestras sensaciones. Hay que vivirlo para comprenderlo.
No por ser conocido deja de impresionarte tanta variedad de escenarios, a cual de ellos más sugerentes.
Desde la Bolera por carretera a Campo Cebas en el Parque Natural de la Sierra de Castril, nos adentramos en los Almiceranes para acceder por el carril pedregoso al Poyo de Juan Domingo y alcanzado este continuar por la Peguera a la Cuerda del Tranco del Lobo.
Desde el Poyo Juan Domingo, a nuestra derecha tenemos un carril que entre grandes Laricios nos lleva al mirador de Ramiro, (1) el último maquis. Un espectacular mirador natural entre cortados dando vistas al Valle del Río Gudalentín. Desde este ¡¡¡IMPRESIONANTE!!! Otero contemplamos profundos escenarios tanto de la Sierra de Cazorla (de Pozo Alcón) como del Parque Natural de la Sierra de Castril (Sierra de la Cabrilla). Tras el estaxis vivido, desandamos el camino a la bifurcación del Carril por el que hemos subido, desviándonos a nuestra izquierda para acceder a otro "plato fuerte ¡¡¡FORTISIMO!! del recorrido: La Repisa del Tranco del Lobo, en la pared vertical de la Morra de las Grajas de 1.769 m
Para llegar a la repisa, hay que patear y portear la bici siguiendo un sendero sin definir. Solo siguiendo los hitos de piedra podremos llegar a este estratégico y emblemático lugar de la cuerda del Tranco del Lobo. Se la conoce también como repisa del maquis, o Cornisa del Tranco del Lobo
Una vez en la entrada de la repisa, lo que vemos, "acojona". El subidón de adrenalina que te da el cuerpo (para los menos acostumbrados a los pasos verticales) es ¡¡ENORME!!. Cierto es que conforme vas descendiendo, la sugestión va desapareciendo, pero no hay que confiarse. Un tropiezo, un resbalón sería trágico. Hay que adentrarse extremando la precaución, pegados a la pared de la roca. El lugar no es propicio para los que sufran vértigo.
Tras contemplar las impresionantes panorámicas que se divisan desde este balcón, desandamos camino nuevamente al Poyo de Juan Domingo para bajar a las ruinas del Cortijo Poyo Tribaldo. Lo hacemos por el sendero de Serafín Pérez al camino de la Cañada de Castril, o del Mesto.
En el Cortijo (ruinas) de Poyo Tribaldo, aguamos en su fuente. Aunque mana poca cantidad, agua es.
Hemos cubierto el primer sector del recorrido y ahora vamos al segundo: Poyos de la Mesa.
Al llegar al Vado Carretas, me satisface ver que el Río Guadalentín lleva buen caudal de agua teniendo en cuenta la fecha en que estamos.
En la Nava de San Pedro nos "hidratamos con fresquísima agua de cebada". Todo un lujo hacerlo en estos contornos.
Proseguimos a la Nava del Espino aguando previamente (esta vez sí) en la maravillosa fuente de la Garganta. Tres caños como tres Soles de agua abundante y fresca. Algunos aguan interiormente y otros externamente. Cabeza y piernas sintiendo el placer del frio y reparador elemento en el cuerpo.
Casi sin darnos cuenta estamos ascendiendo el Collado Galán y en la planicie dolomítica de Los Poyos estamos. Insuperables y profundas las panorámicas que observamos desde esta "terraza" cenital del alto valle del gran Río Guadalquivir.
Hay que seguir al tercer sector y si poderosos han sido los anteriores, este no se queda en menos.
Bajamos al Collado de la Peguera, antesala del Vado de los Perrillos en el Arroyo, Tornillos del Gualay. donde algunos vuelven a refrescarse en el Arroyo. Hay sed de beber agua y para ello en la entrada de la Cerrada del Pintor tenemos la fuente del Borbotón. Excelente manantial de agua cristalina y muy fresca. Además de llegar a la fuente, la idea era adentrarnos en la Cerrada. Será en otra ocasión.
Vuelta al Vado de los Perrillos y encarar un tramo de empuging para enlazar con el Sendero Pilón del Ahogado en el Collado del Poyo Juan Domingo. (una de las sendas que Enrik Mackay diseñó para comunicar las tantas y tantas Casas Forestales a principios del siglo pasado).
Superados los ochocientos metros de empuging (un penaero, pero no hay otra forma de salir de donde venimos, o yo la desconozco) alcanzamos la Nava de Don Antonio, (La Nava, de Nava no tiene nada. Es un Lapiaz) en la parte alta del Calar de Juana.
Hemos pasado de una zona llena de verdor y vegetación a otra totalmente desnuda y llena de Torcas y Dolinas. A cambio, tenemos unas panorámicas ¡¡¡INMENSAS!!! en 360º y a continuación, casi 10 kilómetros en bajada de una de las Sendas de Mackay más volcánica e impresionantes hasta llegar al Arroyo Frío, donde el personal vuelve a mitigar el calor en una de sus tantas pozas.
Hasta aquí, ha sido un bajar y no acabar donde el disfrute se convierte en un continuo "orgasmo". Toca volver a la peana y remontar al Collado de Arredaeros. Dos kilómetros de subida, compensados con cuatro de otra bajada a ¡¡CAÑÓN!! que nos deja en el Río Guazalamanco, que también es una satisfacción lo bien que va de agua.
Esto se va acabando, y se acaba por la interminable y aburrida (cuando vas de vuelta) pista de la Dehesa del Rincón y nuevamente en la Bolera.
Agradecer a Pepe (chiken) Fausto, Álex y Dani su compañía en un recorrido tan indescriptible y variado por lo mejor de la Sierra del Pozo (Cazorla).
Nos vemos en la próxima.
(1)
Manuel Calderón 'El Ramiro', último maqui de la sierra, que murió en el lugar conocido como Tranco del Lobo (Pozo Alcón) el 26 de febrero de 1952, «al hacer frente a la Guardia Civil cuando esta lo perseguía como malhechor y fugitivo de la guerra de 1936», según consta en el acta de defunción del Juzgado de Paz de Quesada.
Quesada homenajea al maqui granadino Manuel Calderón, cuya acta de fallecimiento tiene misteriosamente tachado el párrafo en el que dice que fue abatido por la Guardia Civil
EL maqui Manuel Calderón, alías 'El Ramiro', que nació en Ítrabo, jamás podría sospechar que su partida de defunción sería algún día regalado en pergamino por las autoridades de Quesada, pueblo que queda cerca de donde lo mataron y en cuya plaza su cadáver fue expuesto después de ser abatido a tiros por la Guardia Civil. La misma delegada de Justicia de Jaén, María Luisa Gómez, recibió dicho pergamino como homenaje al maqui granadino en el que se dice que murió «al hacer frente a la Guardia Civil cuando esta lo perseguía como malhechor y fugitivo de la guerra de 1936».
Sin embargo, estas líneas, aunque se leen perfectamente, están tachadas. Una mano anónima, seguramente a instancias a algún superior, quiso borrar esta parte. Es más, debajo de la certificación se dice que «lo tachado no vale». Según el investigador Luis Miguel Sánchez Tostado, que ha estudiado el fenómeno de los maquis en Jaén, estas líneas fueron tachadas porque «tal vez se dieron cuenta de que en 1936 'El Ramiro' era sólo un niño de 13 años. De ser así se estaría reconociendo la ineficacia de las fuerzas del régimen para capturar a este joven que durante 14 años luchó clandestinamente contra las tropas sublevadas».
Otra teoría dice que hubo dudas en cuanto a la identificación de su cuerpo, ya que muchos creían que se trataba de otro maqui. Incluso hay quien dice que a 'El Ramiro' lo vio alguien vivo mucho años después de haberse certificado su muerte. Pero misterios aparte, el caso es que en este deseo actual de recuperar el recuerdo de aquellas personas que murieron combatiendo el franquismo, le ha llegado el turno a los guerrilleros antifranquistas granadinos que, procedentes de la Sierra de Baza, acabaron muertos en la Sierra de Cazorla, donde se habían refugiado. Ha sido durante este fin de semana en Quesada, localidad jienense que ha elaborado las llamadas rutas de los maquis y en las que, practicando el senderismo, se pueden visitar los cortijos y cuevas que fueron escenario de la última resistencia armada que tuvo el franquismo al acabar la guerra civil. Gran parte de esos guerrilleros pasaron más de diez años escondidos en estas sierras. El último guerrillero que hubo por esta zona precisamente se llamaba Manuel Calderón, aunque todo el mundo lo conocía por 'El Ramiro', el hombre cuya partida de defunción tiene ese párrafo tachado. Pero es mejor leer el relato que Luis Sánchez Tostado publicó en la revista cultural de Quesada en agosto de 1998:
La unidad que componía la partida del Ramiro, procedía de la Sierra de Baza donde permanecieron unos meses en la cortijada del Raposo, trasladándose a la Sierra de Cazorla donde pensaban estarían menos acosados por la Guardia Civil. Se instalaron en el Torcal del Lobo y de este grupo surge el protagonista de esta historia.
Durante los meses de enero y febrero de 1952, el grupo visitó con cierta frecuencia las aldea Quesadeñas de Belerda y Don Pedro donde se ganaron la confianza de algunos pastores a los que entregaron gratificaciones económicas por sus servicios. El día ocho se presentaron en el Cortijo del tío Inocencio de Belerda, con el fin de hacerse con el dinero de la venta de unas ovejas del vecino Antonio Guerrero (apodado el Largueras) el cual se resistió defendiéndose con un hacha y recibiendo un disparo de los asaltantes. Sin conseguir su objetivo optaron por secuestrarlo junto a otros tres más. Uno de ellos era Juan Pastor, medico de Quesada, con el que se cruzaron los huidos. Por el rescate consiguieron 50.000 pesetas. Considerable botín para la época. Alertada la Guardia Civil, envió a sus efectivos sin conseguir más que la detención de algunos pastores acusados de no denunciar "la presencia de malhechores". Uno de ellos, Antonio Quiñones, fue sometido a a intensos interrogatoritos , y según testimonios recogidos, fueron estas presiones las que le condujeron al suicido cuando fue llamado a un nuevo interrogatorio.
Tras estos acontecimientos, la partida de maquis permaneció oculto hasta el 25 de febrero de 1952 en que fueron avistados.
En la tarde de dicho día, el Guarda Forestal del Carrascalejo avistó el campamento en el Torcal del Lobo. Moviéndose con gran sigilo para no ser visto dio aviso a la Guardia Civil. Ya de anochecida fue requerido el vecino de Quesada Francisco Martínez Zamora para que pusiese su camión Ford a disposición de la Benemérita. Así a primera hora del día siguiente, Francisco, acompañado del ayudante apodado "Galleguito" condujeron hasta la Casa Forestal del Hornico (próxima a la Nava de San Pedro) a un grupo de ocho guardias. Allí se les unió otro grupo de Pozo Alcón con los que emprendieron el camino a pie hasta llegar al campamento. Con gran precaución, los guardias rodearon a los huidos que viéndose descubiertos trataron de huir. Se inició un violento tiroteo con el resultado de un guerrillero muerto, aunque el resto consiguió escapar abriéndose paso con granadas de mano. Acto seguido, se dispersaron.
El fallecido fue identificado como Manuel Calderón Jiménez, alias "Cubano", aunque en la Sierra de Cazorla lo cambió por el de "Ramiro". Se le intervino un viejo fusil soviético que tal vez fuera responsable final de su muerte pues se pudo comprobar que intentó defenderse infructuosamente. Se dice que se encasquilló el arma o los proyectiles estaban en mal estado pues no consiguió hacer ningún disparo.
Su cuerpo inerte fue cargado en una mula y trasladado al camión en el qaue fue conducido a Quesada donde una vez practicada la autopsia fue enterrado en la oscuridad de la noche evitando indiscretas miradas el día 28 de febrero de 1952.
Manuel Calderón estaba soltero y tenia treinta años. Fue sepultado en una fosa común en el "corralillo de los ahorcados" del cementerio de Quesada. Una porción de tierra separa del campo santo y reservada en aquellos tiempos de fundamentalismo católico para los suicidas, niños sin bautizar, ateos, y apostatas en general que no eran dignos de mezclarse con los creyentes.
Luis Miguel Sánchez Tostado
Revista Cultural de Quesada, agosto de 1998
Waypoints
Mountain pass
5,281 ft
1847
Waypoint
5,361 ft
Intersección de Pistas.
Waypoint
5,399 ft
Caseta de Los Poyos de la Mesa.
Comments (2)
You can add a comment or review this trail
buen día hemos echado 💪👍
Un día, de los que no se olvidan. de los de P. M. chiken.