Navacerrada con Wandar

Después de suspender la ruta planeada por la mañana debido al temporal de nieve, Wandar me dijo que “iba a salir a dar un rulo por la nieve…” y eso de quedarse en casita calentito en el sofá…como que no!

Quedamos nada más comer en el carril bici, a la altura del Carrascalejo y empezamos como pudimos, pues el carril bici estaba oculto tras la nieve, donde costaba mantener la línea recta, no salirse y no caerse.
Tras varios minutos de esfuerzo llegamos Robledo. Decidimos ir por la carretera forestal, de alegre pedaleo, hasta Valsaín; donde Wandar dijo: “subimos el puerto?” Imagináos la respuesta…
Tras preguntar al guardia civil que cortaba la carretera del puerto, nos dijo que un poco antes de coronar el puerto había placas de hielo, que podíamos ir hasta donde pudiéramos pedalear. No nos hacía falta más: patapúm parriba!!

El paisaje era increíble-ble, un denso manto de nieve lo cubría todo, excepto la carretera que estaba limpia, parecía un gran canal, custodiado por paredes de nieve de medio metro y más a ambos lados. Los pinos y arbustos se inclinaban a nuestro paso, debido a la nieve en sus ramas. De vez en cuando, un fuerte ventisquero lateral nos hacía inclinarnos hacia el lado de donde soplaba, cerrar los ojos y agarrar el manillar con fuerza…y a seguir…
No fue malo el ritmo hasta el Puente de la Cantina, pero desde aquí pusimos ritmo para subir puerto, vamos que subimos coronas del pinón y con calma y paciencia. La subida no fue mala, aunque el termómetro iba bajando cada vez más (hasta los -5ºC) íbamos calentitos; mirando los estupendos paisajes que dibuja la nieve. Cuando nos pasaba algún coche, nos pegábamos lo máximo posible al anegado arcén; rozando nuestros manillares con el muro de nieve que habían dejado los quitanieves. Nada más pasar la fuente de La Fuentecilla (a 200m antes de coronar) y sobre todo arriba en el Puerto, debido a la sudá, empezamos a sentir el frío hasta la médula. Tras ponernos otros guantes, un chaleco y otro pañuelo, fotos de rigor nos lanzamos patapúm pabajo. A mí se me heló el sensor del pulsómetro y el cambio de los piñones debido al frío. En la bajada nos topamos con varios coches en caravana detrás del quitanieves, que a su vez iba detrás de otra máquina que barre y lanza la nieve más allá de los quitamiedos; poniendo la carretera peor de lo que estaba y, con el fuerte viento dejando el panorama cual tormenta de nieve. En una recta decidimos adelantar a todos y la cosa mejoró muchísimo, excepto por los dedos de las manos que nos los sentíamos.

Después del puerto, fuimos lo más apretaos posible para poder entrar algo en calor, hasta el primer bar que encontramos (en Valsaín) donde sí que lo conseguimos gracias al caldito, el licor y la ostia que nos dieron al pagar: 12 pavos por 2 caldos y 2 licores: válgamel señol!!
Reiniciamos nuestro regreso por carretera, donde llegando a Robledo lucía un solete de agradecer.

PD: será que los del bar eran del Madrí, palmaron con el Aleti y estaban cabreaos?