Pedaleando en el spa del barro

La primera idea fue subir a Pasapán, pero con la nieve caída en los últimos días, el día anterior, Gallu sugirió el valle del río Pirón…con lo que apetece sierra, como que no. ”Tiramos pá la sierra y hasta donde lleguemos”-alguien dijo- “y si no, hacemos pista!”

Éramos 6, en principio, Gallu, Fonsi, Julio Varón, Wandar, su cuñao Javi y Jarri. Luego, también se animaron algunos amiguitos.

El día pintaba en lluvia, con no mucho frío, pero la sierra no se veía mucho, no… “es igual, tú tiiira!!” Rodando por el carril bici, se iban escapando las primeras gotas, tímidas de momento. Llegados a Robledo, vimos que el embalse había subido mu poquito, enfilamos el sendero que lleva a la Fuente del Cochero, Puerta Cosíos y pista hasta que Gallu se desvió por el camino que sube hacia el Cerro del Puerco. Pero sin llegar a subir, por la vereda que va a dar a la Fuente de Marcos. Solo que Wandar y yo, nos paramos a quitarnos el tabardo poco antes y cuando seguimos, no había ni rastro de nuestros “buenos amigos”, que no dejaron miguita alguna para poder seguirlos. Wandar y yo tiramos hacia donde habían dicho: “el CENEAM”. Llegados aquí, subimos por el camino que da algo más arriba de la Cueva del Monje, pasando por la Fuente del Ratón.

Cuando llegamos a la pista forestal y vimos que no teníamos cobertura en el móvil, solo nos quedaba pegar gritos pelaos a la vieja usanza…cuando aparecieron todos juntitos.
En vez de seguir por la pista, como teníamos pensado, comentaron que los invitados que eran de Aranda, creo recordar, no habían venido a hacer pista, así que oootra vez para abajo por el mismo camino que Wandar y yo acabábamos de subir. Hasta Valsaín, donde seguimos río arriba, entre divertidos toboganes de barro, pedruscos, agua, fango, lodo, tierra movida por la maquinaria destroza-pinares, raíces resbaladizas y algún que otro ciclista en sentido contrario.

Cruzamos el río Eresma en un par de ocasiones de uno a otro lado, hasta que subimos por una rampa embarrada de cojones, que continuó con otra y otra más, donde había que apretar para poder subir cada una de ellas. Hubo alguna dificultad añadida más: troncos de pinos en medio del camino, charcos “algo profundos” y un par de arroyos. Así hasta la pista que sube hasta la Fuente de la Reina, donde hubo reagrupamiento general.

La lluvia caía bien ahora, no era cuestión de estarse quieto mucho tiempo, así que en cuanto llegó el último componente y respiró lo justo: patapúm parriba. Le dije a Fonsi: “vamos, vamos” y ahí justo detrás iba tol rato. Me pasó uno de los amiguitos del día, uno con barbas y pocas palabras. Ahí delante iba también. Por detrás de Fonsi también venía el resto. No sé quiénes eran exactamente, solo recuerdo uno con acento del este, que no paraba de hablar en toda la subida del Minguete.

Nada más llegar, abrigarse bien mientras recuperábamos el aliento…menos mal que no había prisa. Fotos, risas, más fotos y echando ostias patapúm pabajo con chubasquero y tó, que bien nos vino ahora, no tanto por el frío o la lluvia si no por el barro del camino.

Wandar y Julio tiraron pista abajo. Fonsi y yo tiramos por la calzada romana, hacia los Aleonardos, donde hay un pequeño tramo de subida y una rápida bajada después, hasta el cruce con la carretera. Justo en esta parte es cuando nos bañamos en barro, por detrás y por delante. Cuando estaba disfrutando de la bajada en ese barrizal, ahí apareció Javi “cabra loca”, ya decía yo que estaba tardando mucho.

Al llegar al cruce, nos juntamos con Wandar y Julio y nos volvimos a despedir. Ellos bajaban a Revenga por el Camino de Santiago y Fonsi y yo por la pista, hacia la Cruz de la Gallega. En este mismo punto nos despedimos también del resto.

Y poco más, me despedí de Fonsi a la altura del submarino amarillo. Donde él tiró para Segovia y yo pá Tabanera, por la presa del Pontón.


Cuando llegué a casa, ni me cambié. Salí al jardín y le pegué un manguerazo primero a la bici y después a mí mismo!!

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