Por el camino de los gigantes blancos en busca del caballo de Piedras Blancas

Desde hace unos años la comarca del río Nacimiento se ha llenado de parques eólicos que aprovechan los frecuentes vientos que recorren el valle entre Sierra Nevada y la sierra de los Filabres. Los aerogeneradores, verdaderos gigantes que agitan sus brazos, dominan el horizonte extendiéndose, cual ejército, por las lomas que desde el fondo del valle ascienden hacia la sierra de los Filabres.
En una de esas lomas, cerca de la aldea de Piedras Blancas, se encontró hace unos años la figura de un caballo grabada sobre la superficie de una roca. A esta figura se le calcula una antigüedad de más de 10.000 años, siendo muy poco conocida por encontrarse en un lugar bastante apartado.
Mientras vamos subiendo desde Doña María por el camino que asciende entre los molinos (ahora llamados aerogeneradores), y tras dejar Escúllar atrás, nos sentimos un poco como Don Quijote, atreviéndose a desafiar a tan tremendo ejército de gigantes. Pasamos junto a algunos de ellos, y somos como hormiguitas que en cualquier momento podríamos ser víctimas de la tremenda fuerza de estos colosos, y no podemos evitar recordar al pobre Rocinante, que salió mal parado del desigual combate en el que Don Quijote le metió contra el molino manchego al que arremetió lanza en ristre galopando a lomos de su caballo.
Nos da la sensación, según subimos más alto, de que los molinos, gigantes blancos, están oteando los alrededores en busca de nuevas víctimas a las que volear con sus enormes aspas, y parece como si fueran subiendo hacia las cumbres en busca del caballo perdido de Piedras Blancas.
Por eso, cuando lo encontramos, no nos extraña nada la postura del caballito de espaldas a los molinos y mirando hacia arriba, como si estuviera huyendo de los malvados gigantes que lo persiguen...
Tranquilo, caballito, que no te vamos a delatar...