Subida a La Bañuela
near Fuencaliente, Castilla-La Mancha (España)
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Itinerary description
Una vueltecilla por Sierra Morena aprovechando para subirme al pico más alto de Sierra Madrona y explorar la zona de cara a una futura visita.
Dejo el coche a la entrada de Fuencaliente y llego a la iglesia del pueblo. Las calles están adornadas con helechos y altares, y es que he venido justo el día del corpus. Me queda pendiente la visita al interior de la iglesia, por lo visto, han hecho el altar justo donde hay una surgencia de aguas termales. Y al lado de la iglesia un hotel y balneario. Cosas veredes. Pero hoy tengo el día de exploración y montañeo, no de turista. Así que salgo del pueblo por una cuesta que es la ruta de Don Quijote.
(La ruta de Don Quijote es una recopilación de rutas para BTT y senderistas por toda Castilla-La Mancha. No forman un recorrido circular, ni lineal, son más bien una sucesión de rutas circulares con múltiples variantes que van coincidiendo en distintas poblaciones. Creada a principios del S XXI, muy bien balizada, pero con muy poca y muy mala información en internet, tanto de recorridos y tracks como de guías de viaje. Si quieren hacerlo bien sólo necesitan un seguir un consejo: copien el camino del Cid)
La ruta circula por una pista de tierra entre cortijos y alcornocales. Y algunos madroños. No faltarán en casi toda la ruta. Paso por un área de descanso del la ruta del Quijote, que tiene una fuente... seca. La pista es la típica rompepiernas, y mientras avanzo miro a mi derecha buscando a lo lejos la Bañuela y esas nubes que amenazan lluvia, o algo peor. Tras una bajada llego a la carretera nacional, que cruzo, y encaro la subida hacia las pinturas de la Batanera.
(En esta zona hay dos abrigos rocosos donde han perdurado alguna pinturas desde hace unos 4.000 años; La Batanera y Peña Escrita. Son representaciones esquemáticas de figuras humanas, a un solo color y sin dibujos de animales, y eso que estamos hablando de pinturas mucho más modernas que las de Altamira. Y por cierto, de camino a las pinturas se cruza el río Cereceda; si baja con bastante agua merecerá la pena bajar cien metros su cauce para ver una cascada que hace)
Al llegar a la pista de la Batanera ya veo el valle por donde me va a tocar subir, por el margen derecho del río Cereceda. El tiempo parece que me va a respetar en esta primavera 2018 pasada por agua, ¡bien! La pista es el acceso a un par de fincas y a alguna huerta junto al río. También es la zona de paso de un rebaño de cabras y su mastín, que se acerca hacia mí con intenciones no muy claras, así que mejor sigo mi camino. Me da tiempo a saludar al pastor que por saludo me contesta con un "mucho corres"
La pista sube ya sin tapujos hasta llegar a un collado, donde hay un cruce de caminos. Me meto ahora en un bosque de roble melojo https://es.wikipedia.org/wiki/Quercus_pyrenaica, una gozada para los sentidos. El desnivel ya no es tanto, y el bosque tapa los sonidos y la vista a larga distancia. Pedaleo en mi propio mundo hasta que llego al collado de Valmayor. Aquí empieza una finca vallada, y el camino empieza a subir. De verdad. Del 14% al 20%. Toca apretar los dientes y seguir ganando altura. En un par de zetas podremos parar a disfrutar de las vistas... y recuperar el aliento. Tras un último tramo llano llegamos al final de la pista, el collado de Dornilleros. Hay un sendero que baja a Peña Escrita, pero el que interesa es el que va a la Bañuela.
(El sendero a la Bañuela es muy poco ciclable, un 30% como mucho. Y el resto del tiempo no sólo es empujar la bici; hay mucho tramo que lo mejor que se puede hacer es echárnosla a la espalda. Unas cabras montesas me ven venir desde lejos y se apartan, ¿quién era el que tenía fama de faltarle un tornillo? Por el camino oigo otro animal, pero soy incapaz de verlo en el mar de jaras donde me he metido... hasta que caigo, es un jabalí. Y como tampoco tengo ganas de cruzarme con él, doy un grito y sale escopetado hacia abajo. Sabia decisión...)
Al fin llego a la Bañuela. Hay un poste que indica los caminos y un par de roquedales, en uno de ellos hay un vértice geodésico casi destruido, le ha debido de caer un rayo. El caso es que el que NO tiene el vértice es el más alto de los dos. Para comprobarlo, dejo la bici cerca del poste y me subo a los dos cerros con el GPS. Al retomar la bici para empezar la bajada, sorpresa: he pinchado de detrás.
(Llevo tubeless en las ruedas, pero seguro que está algo seco, así que hago una chapucilla que alguna vez ha funcionado: saco la válvula y le echo un poco de agua al neumatico. Sin embargo, hoy no voy a tener tanta suerte; no es pinchazo, he rajado el lateral de la cubierta. Aunque al principio de la bajada consigue sellar la fuga, sé que en cuanto me suba a la bici la flexión del neumático bajo mi peso volverá a abrir la raja.)
La bajada comienza por una zona muy rota, mucha piedra asomando por el terreno, y unas plantas parecidas a la cicuta con unos frutos que parecían tomates cherry. Al menos no tengo que cargar con la bici a cuestas. Pero el pedal tiende a pegarme en la pierna. Hasta toca remontar un poco en una loma. Pero después de algo más de un kilómetro el sendero se hace ciclable, con algunos pasos delicados, pero ¡puedo volver a montar en bici! Y la rueda de atrás, como había pensado, vuelve a perder aire. Paro un par de veces a inflarla, y el sendero se convierte en una bajada muy, muy curiosa: debo echar el peso del cuerpo adelante para liberar la rueda trasera de llantazos y flaneo, mientras esquivo piedras y guardo silencio para no espantar a los buitres.
Al llegar a la pista de Peña Escrita decido reparar en serio la rueda, toca poner una cámara. Y no sé si es por no poderle dar suficiente presión a la cámara y hacer que talone la cubierta, o es que la misma cámara es demasiado pequeña para mi 2,25" el caso es que la rueda tiene suficiente presión, pero en las curvas de la pista me flanea. Una sensación muy extraña que me va comiendo el coco mientras llego al aparcamiento de Peña Escrita
(Las pinturas de Peña Escrita son más numerosas y están mejor conservadas que las de la Batanera; para llegar a ellas hay que subir por un camino empedrado desde la pista. Mi plan original era visitar las pinturas de Peña Escrita, acercarme a la Batanera, y de ahí volver a Fuencaliente. Pero estoy tocado de fuerzas, la bici está regular, no tengo más cámaras y decido que por hoy ya me vale)
Desde Peña escrita hay un camino asfaltado que baja a la carretera nacional. Pero es que habría que bajar bastante para luego subir al pueblo. Vine de casa con una alternativa mejor: un camino PR que me manda a Fuencaliente casi directamente. Así que me desvío del asfalto, justo detrás de un todo terreno. El camino que he tomado apunta al cielo, leches que subidón... el todoterreno se ha dado la vuelta y yo alcanzo el final de la cuesta, al lado de una finca. Y el camino que lleva a Fuencaliente, entre olivos, es un festival de piedras y surcos creados por el agua, corto pero intenso. Alcanzo la nacional justo en el desvío al pueblo, al que se llega por lo que era la antigua N-420. Y justo ahí se ve una fuente, la del Madroño. Un último esfuerzo para llegar al coche y entonces me adelanta el todoterreno de antes, ¡vaya sorpresa!. Quería tomar el camino que yo acabo de hacer en bicicleta, pero no pudo y se tuvo que dar la vuelta. ¿Cual es el auténtico vehículo todo terreno, eh?
Dejo el coche a la entrada de Fuencaliente y llego a la iglesia del pueblo. Las calles están adornadas con helechos y altares, y es que he venido justo el día del corpus. Me queda pendiente la visita al interior de la iglesia, por lo visto, han hecho el altar justo donde hay una surgencia de aguas termales. Y al lado de la iglesia un hotel y balneario. Cosas veredes. Pero hoy tengo el día de exploración y montañeo, no de turista. Así que salgo del pueblo por una cuesta que es la ruta de Don Quijote.
(La ruta de Don Quijote es una recopilación de rutas para BTT y senderistas por toda Castilla-La Mancha. No forman un recorrido circular, ni lineal, son más bien una sucesión de rutas circulares con múltiples variantes que van coincidiendo en distintas poblaciones. Creada a principios del S XXI, muy bien balizada, pero con muy poca y muy mala información en internet, tanto de recorridos y tracks como de guías de viaje. Si quieren hacerlo bien sólo necesitan un seguir un consejo: copien el camino del Cid)
La ruta circula por una pista de tierra entre cortijos y alcornocales. Y algunos madroños. No faltarán en casi toda la ruta. Paso por un área de descanso del la ruta del Quijote, que tiene una fuente... seca. La pista es la típica rompepiernas, y mientras avanzo miro a mi derecha buscando a lo lejos la Bañuela y esas nubes que amenazan lluvia, o algo peor. Tras una bajada llego a la carretera nacional, que cruzo, y encaro la subida hacia las pinturas de la Batanera.
(En esta zona hay dos abrigos rocosos donde han perdurado alguna pinturas desde hace unos 4.000 años; La Batanera y Peña Escrita. Son representaciones esquemáticas de figuras humanas, a un solo color y sin dibujos de animales, y eso que estamos hablando de pinturas mucho más modernas que las de Altamira. Y por cierto, de camino a las pinturas se cruza el río Cereceda; si baja con bastante agua merecerá la pena bajar cien metros su cauce para ver una cascada que hace)
Al llegar a la pista de la Batanera ya veo el valle por donde me va a tocar subir, por el margen derecho del río Cereceda. El tiempo parece que me va a respetar en esta primavera 2018 pasada por agua, ¡bien! La pista es el acceso a un par de fincas y a alguna huerta junto al río. También es la zona de paso de un rebaño de cabras y su mastín, que se acerca hacia mí con intenciones no muy claras, así que mejor sigo mi camino. Me da tiempo a saludar al pastor que por saludo me contesta con un "mucho corres"
La pista sube ya sin tapujos hasta llegar a un collado, donde hay un cruce de caminos. Me meto ahora en un bosque de roble melojo https://es.wikipedia.org/wiki/Quercus_pyrenaica, una gozada para los sentidos. El desnivel ya no es tanto, y el bosque tapa los sonidos y la vista a larga distancia. Pedaleo en mi propio mundo hasta que llego al collado de Valmayor. Aquí empieza una finca vallada, y el camino empieza a subir. De verdad. Del 14% al 20%. Toca apretar los dientes y seguir ganando altura. En un par de zetas podremos parar a disfrutar de las vistas... y recuperar el aliento. Tras un último tramo llano llegamos al final de la pista, el collado de Dornilleros. Hay un sendero que baja a Peña Escrita, pero el que interesa es el que va a la Bañuela.
(El sendero a la Bañuela es muy poco ciclable, un 30% como mucho. Y el resto del tiempo no sólo es empujar la bici; hay mucho tramo que lo mejor que se puede hacer es echárnosla a la espalda. Unas cabras montesas me ven venir desde lejos y se apartan, ¿quién era el que tenía fama de faltarle un tornillo? Por el camino oigo otro animal, pero soy incapaz de verlo en el mar de jaras donde me he metido... hasta que caigo, es un jabalí. Y como tampoco tengo ganas de cruzarme con él, doy un grito y sale escopetado hacia abajo. Sabia decisión...)
Al fin llego a la Bañuela. Hay un poste que indica los caminos y un par de roquedales, en uno de ellos hay un vértice geodésico casi destruido, le ha debido de caer un rayo. El caso es que el que NO tiene el vértice es el más alto de los dos. Para comprobarlo, dejo la bici cerca del poste y me subo a los dos cerros con el GPS. Al retomar la bici para empezar la bajada, sorpresa: he pinchado de detrás.
(Llevo tubeless en las ruedas, pero seguro que está algo seco, así que hago una chapucilla que alguna vez ha funcionado: saco la válvula y le echo un poco de agua al neumatico. Sin embargo, hoy no voy a tener tanta suerte; no es pinchazo, he rajado el lateral de la cubierta. Aunque al principio de la bajada consigue sellar la fuga, sé que en cuanto me suba a la bici la flexión del neumático bajo mi peso volverá a abrir la raja.)
La bajada comienza por una zona muy rota, mucha piedra asomando por el terreno, y unas plantas parecidas a la cicuta con unos frutos que parecían tomates cherry. Al menos no tengo que cargar con la bici a cuestas. Pero el pedal tiende a pegarme en la pierna. Hasta toca remontar un poco en una loma. Pero después de algo más de un kilómetro el sendero se hace ciclable, con algunos pasos delicados, pero ¡puedo volver a montar en bici! Y la rueda de atrás, como había pensado, vuelve a perder aire. Paro un par de veces a inflarla, y el sendero se convierte en una bajada muy, muy curiosa: debo echar el peso del cuerpo adelante para liberar la rueda trasera de llantazos y flaneo, mientras esquivo piedras y guardo silencio para no espantar a los buitres.
Al llegar a la pista de Peña Escrita decido reparar en serio la rueda, toca poner una cámara. Y no sé si es por no poderle dar suficiente presión a la cámara y hacer que talone la cubierta, o es que la misma cámara es demasiado pequeña para mi 2,25" el caso es que la rueda tiene suficiente presión, pero en las curvas de la pista me flanea. Una sensación muy extraña que me va comiendo el coco mientras llego al aparcamiento de Peña Escrita
(Las pinturas de Peña Escrita son más numerosas y están mejor conservadas que las de la Batanera; para llegar a ellas hay que subir por un camino empedrado desde la pista. Mi plan original era visitar las pinturas de Peña Escrita, acercarme a la Batanera, y de ahí volver a Fuencaliente. Pero estoy tocado de fuerzas, la bici está regular, no tengo más cámaras y decido que por hoy ya me vale)
Desde Peña escrita hay un camino asfaltado que baja a la carretera nacional. Pero es que habría que bajar bastante para luego subir al pueblo. Vine de casa con una alternativa mejor: un camino PR que me manda a Fuencaliente casi directamente. Así que me desvío del asfalto, justo detrás de un todo terreno. El camino que he tomado apunta al cielo, leches que subidón... el todoterreno se ha dado la vuelta y yo alcanzo el final de la cuesta, al lado de una finca. Y el camino que lleva a Fuencaliente, entre olivos, es un festival de piedras y surcos creados por el agua, corto pero intenso. Alcanzo la nacional justo en el desvío al pueblo, al que se llega por lo que era la antigua N-420. Y justo ahí se ve una fuente, la del Madroño. Un último esfuerzo para llegar al coche y entonces me adelanta el todoterreno de antes, ¡vaya sorpresa!. Quería tomar el camino que yo acabo de hacer en bicicleta, pero no pudo y se tuvo que dar la vuelta. ¿Cual es el auténtico vehículo todo terreno, eh?
Waypoints
Car park
2,686 ft
Aparcamiento Batanera
Para dejar el coche si se ha utilizado para ver las pinturas y la cascada. El acceso es por pista de tierra.
Door
2,566 ft
Puerta
Cuidemos a la gente que vive y trabaja en el campo. Cerremos las puertas que nos vayamos encontrando en nuestro camino
Comments (4)
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Hola. Recuerdas si esa bajada de la bañera es técnica?
Banuela perdona...el corrector
Bajo mi modesto punto de vista, ciclable
Ok gracias!