Toledo. La Guardia-Romeral-Lillo.

Tiempo en movimiento: 3 horas 1 minutos.
Tiempo total: 4 horas 6 minutos.
Desnivel acumulado de subida: 122 metros.

Esta ruta comienza en La Guardia y recorre el pueblo de El Romeral para llegar a Lillo pasando antes por su antigua estación del ferrocarril (hoy inexistente) y la Laguna Longar. Finalizamos el recorrido de nuevo en La Guardia.

Salimos desde La Guardia por la carretera de Lillo, seguimos el camino de la Cueva Carril del Pozo Manjares y posteriormente el camino de Charcón y de San Ildefonso que nos llevará a El Romeral. De nuevo podemos contemplar conforme nos vamos acercando la silueta de los molinos de viento que este pueblo ha sabido conservar tan bien hasta nuestros días.

Continuamos por el camino de Villacañas que comienza al lado de la ermita de la Purísima Concepción para coger el devío a la izquierda que nos encontramos justo antes de cruzar las vías del tren. Llegamos donde estaba la antigua estación de tren de Lillo, lugar en el que actualmente sólo existe una pequeña caseta.

A continuación y después de pasar al lado de una pequeña casa de labor, continuamos hasta llegar a las Lagunas del Longar. Para observarlas las rodeamos por el lado izquierdo por un camino que, aunque está transitable para la bici, nos obliga a bajarnos alguna vez ya que existe maleza seca. Las lagunas del Altillo Grande y El Altillo Chico se encuentran cerca pero no nos acercamos.

Continuamos hasta Lillo y llegamos a la Plaza Mayor, lugar donde se encuentra también la iglesia de San Marín Obispo, una de las iglesias más bonitas de la zona. Fue construida en la segunda mitad del siglo XV y en ella personajes notables de Lillo fundaron sus propias capillas a las que se accede por admirables portadas y rejas.

La fundación de la villa de Lillo es muy antigua, así lo atestiguan los yacimiento arqueológicos localizados en el cerro de San Antón y en paraje de Dancos. Perteneció primero a la Corona, después a la orden de San Juan y finalmente al Arzobispado de Toledo. Más adelante fue comprado por los Condes de Miranda, a quienes perteneció hasta la extinción de los señoríos.

Antes de seguir nuestra vuelta a La Guardia por los caminos que se encuentran en ambos de la carretera, podemos observar que hay una estatua del 29 de abril de 1.994 en homenaje a los trabajadores de “los coches”.