Totana - Caravaca

Segundo día de tres, dando pedales por la región de Murcia.
Salimos de Totana y ya vemos que el día de hoy no va a tener nada que ver con el de ayer: ayer muy rodador y rápido, y hoy mucho más desnivel, aunque más corto. Bueno, para empezar, subida (con desayuno incluido) y salida de Totana por la zona de las huertas.
Las huertas de Totana no son las huertas hortofrutícolas de ayer: aquí, a los chalets con parcela los llaman huertas. Sin pradera de césped, a ver quién se puede permitir ese gasto de agua, pero con árboles para dar sombra. Vamos siguiendo un trazado muy bien señalizado por el consorcio Vías Verdes de Murcia; en este caso no es una vía verde, pero une las del campo de Cartagena, en Totana, con la del Noroeste, en Caravaca. Que duren las señales, y que cunda el ejemplo.
El camino sigue por una pista asfaltada, muy poco tráfico, que sube hasta el santuario de Santa Eulalia. Es un buen lugar para descansar, porque se ha subido bastante, pero queda mucho más por delante. Hacia Totana hay un mirador con un cristo, pero está muy lejos y muy alto, mejor nos conformamos con un mirador más modesto con una virgen blanca, que pilla de camino. Tras otro cacho de carretera alcanzamos Aledo, dominada por un poderoso castillo, y ahora sí, ya nos hemos quitado la peor subida del día.
Estamos ya en una zona de campo, mesetaria, con cortijos aquí y allá, y muchos viñedos, perdón, parrales, que por aquí la uva no crece en vides sino en parras. A mitad de ruta accedemos a Las Terreras, que tiene bar y tienda, un buen lugar para reponer fuerzas. Falta hace, que viene subida. La verdad es que los próximos kilómetros serán toboganes rompepiernas que pican para arriba. Un dolor. Pasamos Avilés (en serio) y en Coy hacemos una parada para comer. No vamos mal de tiempo para el castigo que llevamos, aunque la media de velocidad apenas supere los 10 km/h nada más. Un bocadillo contundente en la plaza de la iglesia y seguimos camino. Por cierto: hay tres puntos en la ruta, perfectamente señalizados, que te ofrecen alternativa; por un lado asfalto, por el otro tierra. Subiendo al suntuario, a la salida de Coy y bajando hacia La encarnación. Nosotros tomamos asfalto en los tres casos.
Saliendo de Coy, ya digo, subimos por asfalto un puertecico cuya cima nos anuncia la comarca de Caravaca. Un poco más de subida y por fin, la pista baja, con un barranco al lado, a alta velocidad, hasta llegar a La Encarnación. Caravaca se adivina a lo lejos, pero antes una última sorpresa: el estrecho del río Quípar, en cuyas paredes hay cuevas con historia, alguna amurallada, como la cueva del Rey Moro.
Qué poco queda para acabar... el santuario de la vera cruz, en lo alto de Caravaca, nos anuncia el final de la etapa. Merece la pena darse un paseo por el pueblo; al que le gusten las iglesias no se va a aburrir.