Ures 40km (siguenza)

Salí del pueblo donde ví unos niños jugando al baloncesto, lo cual es agradable en alguno de los semidespoblados pueblos de la sierra de Guadalajara, subiendo desde Ures a la torta por empinada pendiente, pues había de subir a uno de esos altiplanos de Sigüenza por bosque de encinas, abajo se vé el valle lleno de tierras de labor ya secas, es uno de esos fines de semana extrañamente frescos de finales de Julio, dejé atrás un pequeño vertedero por suerte ya abandonado, una vez arriba en el llano se ciclaba bastante mejor en medio de robles y encinas más o menos dispersas, seguí el camino con ligera pendiente pasando junto un cobertizo de ovejas abandonado y al llegar al final del camino rodeé a la derecha pasando por el poste geodésico, luego seguí el camino encontrándome más adelante marcas de cañada real, por desgracia algún capullo se le ocurrió llenarlo todo de grava, a ver si se creen que eso facilita circular a pié o en bici, traté por todos los medios evitar la dichosa grava yendo por camino lateral. Entonces me dí cuenta que no llevaba nada de comida pues se me olvidó las barritas energéticas. La ruta tenía forma de ocho, tenía la tentación de acortar y hacer el primer círculo, pero menos mal que no lo hice y descendí del altiplano por increíble sendero por el cañoncito, lo mejor de la ruta ¡no debéis perderlo!, llegué a Alboreca donde me encontré a Luis y su hijo con los que tuve una agradable conversación, ambos me confirmaron el daño tan grande que está haciendo a los pueblos de la sierra la prohibición de regar los huertos, me confirmaron que no había bar en el pueblo por lo que empecé a tener hambre, volví por empinada cuesta para volver a subir al altiplano, volviendo ha hacer un pequeño tramo que hice antes y seguir camino de Riosalido, el terreno por aquí es más pelado pero al menos las vistas eran fenomenales, bajé el altiplano por la derecha y luego por el cañoncito llegando a Riosalido, en cuyo club social me entretuve en hablar con los simpáticos habitantes mientras arrasé con las aceitunas y cacahuetes que apenas pudieron ofrecerme, el regreso lo podía hacer por abajo por la salina o por un poco de campo pero con el hambre me decidí a ir por carretera lo antes posible al coche y de allí al salir a sigüenza a pocos metros me paré en el restaurante (creo que se llama la cabaña) donde me dieron un potaje de judías de los de hacer llorar de gusto, luego hice algo de turismo para ver las salinas romanas aún funcionando, luego dejé el coche en Olmeda de Jadraque para ir en bicio a ver el bonito pueblo de Santamera, donde unos pobladores rurales lo están reconstruyendo con muy buen gusto.