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Valdepeñas- Encomienda de Mudela- - Viso del Marqués

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Trail stats

Distance
29.55 mi
Elevation gain
1,201 ft
Technical difficulty
Moderate
Elevation loss
883 ft
Max elevation
2,660 ft
TrailRank 
54
Min elevation
2,262 ft
Trail type
One Way
Moving time
2 hours 40 minutes
Time
3 hours 35 minutes
Coordinates
6951
Uploaded
December 13, 2020
Recorded
December 2020
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near Valdepeñas, Castilla-La Mancha (España)

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Itinerary description

Desde Valdepeñas, tomamos el carreterin que discurre paralelo a la Veguilla. Continuamos por el camino en dirección al Caz del Molino del Ratón, entre la A-4 y la linea del ferrocarril, hasta la antigua carretera de Santa Cruz, para tomar la vía de servicio en dirección a Santa Cruz de Mudela hasta el cruce del camino de Calzada de Cva a Santa Cruz. Cruzamos el Cordel de Santiago y continuamos por el Cerro y Arroyo de Valbueno. Abandonamos el Camino de Calzada para subir por su parte sur al Cerro del Aljibe. Desde el punto mas alto puede contemplarse el paisaje adehesado de la Encomienda de Mudela con el fondo de la Sierra de San Andres y Sierra Madrona de Sierra Morena. Descendemos para llegar a las Norias y desde ahí al Castillo de la Encomienda de Mudela, propiedad del Estado y lugar de residencia de la monarquía, cuando venían a cazar a este coto. Bordeamos el Castillo para tomar el camino que nos llevará a Villalba de Calatrava. El pueblo de Colonización de Villalba de Calatrava fue declarado en 2015 Bien de Interés Cultural, con la categoría de Conjunto Histórico por su trazado urbanístico hexagonal y los valores arquitectónicos de sus espacios públicos y edificaciones. Singular e impactante es su minimalista y vanguardista iglesia. Abandonamos la pedanía de Villalba para adentrarnos por el Camino de Calzada a las Norias en una paisaje de dehesas de labor, para continuar después por el Camino de Peña Ahumada hasta Viso del Marques.

La Encomienda de Mudela se encuentra situado en el Campo de Calatrava, en las proximidades de Sierra Morena Oriental, en los términos municipales de Viso del Marqués (70%) y Calzada de Calatrava (30%) con una extensión de 17295 Has.. El nombre de este extenso territorio deriva de la anterior encomienda de la Orden Militar de Calatrava, que fue comprada por el I Marques de Mudela Francisco José Rivas y Ubieta, en 1865 mediante subasta pública, y que de manera sucesiva fue transmitida a sus sucesores, hasta que fue adquirida por el Estado entre 1949 y 1954, a la Condesa viuda de Gavia y Valdelagrana María del Carmen Fernández de Córdoba y Pérez de Barrada, hija del Duque de Medinaceli, al amparo de la Ley sobre las Fincas Manifiestamente Mejorables, siendo distribuida entre 229 agricultores por el entonces Instituto Nacional de Colonización.

La Encomienda extiende sus terrenos por paisajes muy variados: unos agrícolas, de secano y regadío, y otros agrestes, de jarales, coscojares, encinares adehesados...

A tal variación del medio natural le corresponde una gran diversidad de la fauna: es una de las zonas con mayor densidad de perdiz roja de las tierras manchegas. Como consecuencia de ello, acoge notables asentamientos de rapaces como el águila imperial ibérica, el búho real, o el águila calzada, siendo también visitada ocasionalmente por el águila real y el águila perdicera. Los cultivos cerealistas albergan también nutridaspoblaciones de liebre, mientras que por los matorrales y bosques mediterráneos se extienden abundantes vivares de conejos.

Actualmente la propiedad de la tierra es privada en un 99,97% y pública en una proporción muy pequeña (0,03%), el Castillo de Mudela y el caserío que lo circunda. El Estado tiene arrendado el aprovechamiento de la caza menor a través de un contrato del que es titular el OAPN, ejerciendo a través de este instrumento jurídico la ordenación y protección de este paisaje desde el año 1995.

La Encomienda de Mudela está situada a caballo entre las cuencas del Guadiana y del Guadalquivir, atravesada por la divisoria de sus aguas, circunstancia ésta que ha intervenido de forma decisiva en la modelación del paisaje, ya que han sido los cursos de agua, con su diferente poder erosivo, los que han creado escenarios tan diferentes como la Tabla del Ángel o la Hoz del río Fresnedas. De modo que el modelado fluvial en el territorio de La Encomienda ha creado dos espacios de aspectos fundamentalmente distintos: uno de apariencia agrícola, que vierte sus aguas al Guadiana, y otro de características forestales, que las vierte hacia el Guadalquivir.

Este escenario, de suave relieve, se encuentra rodeado por una amplia corona de pequeñas sierras, que apenas sobresalen dos o tres centenares de metros sobre la penillanura central, tachonada de un rosario de modestas lomas, de entre las que destaca la del Lentiscar, con 907 m. de altitud. Las cotas más bajas se encuentran sobre el curso del río Fresneda, tributario del Jándula, con 600m. de altitud en la Tabla de la Garza.

Por lo que atañe a sus condiciones climáticas, se encuentra comprendida en una región de clima continental extremo, con más de dos meses de extrema aridez coincidiendo con la época más cálida del año. La media de temperatura anual es de 14 º C, siendo bastante frecuentes las temperaturas superiores a los 40 º C en verano, al igual que las temperaturas inferiores a 0 º C en invierno. En esta comarca llueve poco (443mm. de media al año) y de manera irregular, lo que condiciona claramente el carácter acusadamente esclerófilo de la vegetación natural, que tiene que adoptar formas extremas de defensa frente a las poco favorables condiciones climáticas.
La Encomienda de Mudela se encuentra comprendida en toda su área dentro del dominio de los encinares mesomediterráneos silicícolas, aunque en gran parte de su territorio esta circunstancia sólo es apreciable gracias a los escasos ejemplares de encina que han sobrevivido a las talas para la obtención de leñas y carbones, y, sobre todo, al cultivo agrícola.

En general, la vegetación de estos paisajes se encuentra afectada por la actividad humana, destacando con fuerza en el paisaje vegetal extensas estepas cerealistas. Este tipo de vegetación, sin tener un gran interés florístico, dada la banalidad de las especies que logran convivir con el cultivo cerealista, sí lo tiene como biotopo de la fauna esteparia. Entre estas dilatadas tierras de labor todavía puede contemplarse alguna encina aislada, o pequeños grupos de ellas, de buena talla y conformación, que han persisitido en lugares de difícil laboreo, y que indican la voluntad de este espacio de desarrollarse como encinar.

Los lastonares, cantuesares y tomillares, también presentes en esta comarca, son otras tantas formas esteparias de vegetación que ocupan laderas pedregosas y secas. Estas pequeñas matas cubren deficientemente el suelo porque dejan grandaes espacios entre ellas, aunque está dotadas de extensos sistemas radicales, profundos y tenaces, que les ayudan a vivir en suelos pobres y de ambientes áridos.

También tienen una notable representación los carrascales, retamares, lentiscares y jarales. La forma de carrascal es la que adopta el encinar en La Encomienda, con montes poblados de encinas, generalmente pequeñas, y las matas a las que da lugar su tala. Una característica, tanto de estos encinares como de los matorrales surgidos de sus primeras etapas de sustitución, es su tendencia a la termicidad, no tanto por los extremados niveles que alcanzan las temperaturas estivales, como por la bonanza de los inviernos, que se manifiestan en la abundancia del lentisco y del acebuche. Estas formaciones de grandes matas de lentisco, coscoja, acebuche y cornicabra, crean espesuras de gran desarrollo vertical y gran vigor vegetativo, formando un matorral de alto valor ecológico que aporta una gran cantidad de alimento a la fauna fitófaga. Tienen, además, una gran capacidad de conservación del suelo del encinar desaparecido, que todavía conserva buenas condiciones forestales. Sin embargo, el lentisco y el acebuche se encuentran aquí en el límite de sus requerimientos térmicos, pues su área natural en toda la Península Ibérica se extiende por toda la orla marítima, meridional y levantina.

En algunos puntos del paraje conocido como El Chaparral pueden verse bosques más o menos extensos de pino piñonero (Pinus pinea), que tienen todo el aspecto de no ser espontáneos, a pesar de su gran desarrollo y de su arraigo en el paisaje vegetal. No obstante, hay que tener en cuenta que se trata de una especie de pino que se encuentra naturalizada en grandes extensiones de la Sierra Morena cercana, perfectamente adaptados a sus condiciones de suelo y clima.

A nivel de fauna podemos diferenciar dos biotopos:

1.- Estepas de cereales. Destaca en este biotopo artificial la pobreza en especies de mamíferos, representados por la liebre (Lepus granatensis), abundante dentro del área cerealista, el ratón de campo (Apodemus sylvaticus) o el topillo mediterráneo (Microtus duodecimcostatus), que visitan con asiduidad los sembrados y rastrojos para consumir los granos y brotes tiernos de las hierbas, o el conejo (Oryctolagus cuniculus), aunque éste último es mucho más abundante en el ámbito forestal.

Mucho más variada, la avifauna encuentra aquí una abundante oferta alimenticia: las perdices (Alectoris rufa), pueden llegar a una densidad de entre diez y quince parejas por hectárea, siendo también fáciles de ver las tórtolas (Streptopelia turtur) y torcaces (Columba palumbus). Podemos ver también codorniz (Coturnix coturnix), visitante estival de estas estepas, alcaravanes ocupando los barbechos y rastrojeras y, también con cierta frecuencia, bandadas de gangas (Pterocles alchata) y de ortegas (Pterocles orientalis). Tampoco podía faltar en La Encomienda un grupo de pájaros tan representativo de las estepas ibéricas como los aláudidos: caldandrias, cogujadas y terreras.

Entre las muchas especies de aves rapaces que tienen su cazadero en estos campos de cereal, sólo los aguiluchos pálido (Circus aureoginosus) y cenizo (Circus cyaneus) crían en él, aunque sean abundantes otras como el cernícalo vulgar (Falco tinnunculus), y no sea raro ver algunas como el elanio azul (Elanus caeruleus). A la hora del crepúsculo podremos ver mochuelos (Athene noctua), y ya entrada la noche quizás tengamos la suerte de contemplar alguna lechuza (Tyto alba), común y cercana al hombre, pero difícil de observar por sus hábitos nocturnos y su sigilo.

2,- Dehesas y bosque mediterráneo

Destaca el conejo (Oryctolagus cuniculus), especie cuyo óptimo ecológico lo constituyen precisamente las manchas de arbolado esclerófilo, con abundancia de matorral. Aunque en general es una especie con poblaciones peninsulares muy castigadas como consecuencia de la mixomatosis y de la hemorragia vírica, en La Encomienda goza de una abundancia sorprendente: en determinados lugares, el conejo puede alcanzar densidades de hasta 100 individuos por hectárea.

Por la gran cantidad de alimento que proporciona en relación con el poco esfuerzo que tienen que realizar para cazarlo, es una presa muy apetecible para muchas especies, varias de ellas frecuentes en la comarca: mamíferos como el zorro (Vulpes vulpes), el gato montés (Felis silvestris) o el meloncillo (Herpestes ichneumon), y rapaces diurnas como el águila imperial ibérica (Aquila adalberti) o el águila calzada (Hieraaetus pennatus).

El bosque y matorral de La Encomienda da cobijo a otros muchos animales: el ratonero (Buteo buteo) o el azor (Accipiter nissus) entre las rapaces, grandes mamíferos como el ciervo o el jabalí, mustélidos como la garduña (Martes foina), la comadreja (Mustela nivalis) o el tejón (Meles meles) pueblan sus campos.

Precisamente es la caza y especialmente la perdiz roja la que ha dado valor cinegético a la Encomienda de Mudela y ha sido uno de los lugares preferidos para la caza menor desde Alfonso XIII a Juan Carlos I.

Pero si interesante son los valores ecológicos que atesora la Encomienda de Mudela, no lo es menos el proceso de colonización y reparto de tierras que se inicio con el Instituto de Colonización y que supuso la creación de los actuales poblados de Bazán, Villalba de Calatrava, Los Mirones y Umbria. La creación de estos pueblos al igual que todos los que se crearon por el Instituto Nacional de Colonización (unos 300 en todo el territorio nacional) fue un hecho inédito, y significativo, con la finalidad de llevar a cabo una de las transformaciones agrarias de mayor envergadura sobre el territorio del estado durante la dictadura franquista, y que consistía en la adecuación de vastas extensiones de terreno a la producción agrícola a través principalmente de la implantación de sistemas de regadío. Este conjunto de actuaciones dieron lugar a pueblos en medio de la nada, diseñados a menudo por algunos de los arquitectos más relevantes del momento, cuyos trazados vanguardistas llaman todavía hoy la atención. Y es que aunque estos pueblos fueron proyectados con un origen común en cuanto a programas y directrices generales, el diseño de los mismos conjugo teorías urbanísticas urbanísticas europeas de la época con elementos de la arquitectura popular, lo que hace que cada pueblo tenga su particularidad y singularidad. Pero éste será el relato de otra ruta por este singular y bello espacio.

Waypoints

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