Veredas de Cambil

Hoy nos hemos ido el amigo Jesús y yo a recorrer las veredas de Cambil, que es una ruta que teníamos ganas de hacer desde hace tiempo porque sabíamos que por esta zona hay un mundo de veredas fascinante, que yo conocía previamente en parte.
Dejamos el coche en la entrada de Cambil y nos vamos para atrás, hasta el acueducto del cambio de rasante, y aquí nos metemos en el camino que nos lleva hasta el Nacimiento del Villanueva, seguimos por otro camino que lleva hasta el Cortijo de Bornos, y salimos a la carretera que va desde Cambil a Huelma, que tomamos para abajo y a un kilómetro más o menos, nos metemos a la izquierda por los caminos que nos llevarán a nuestro objetivo. Tiramos para arriba y nos dirigimos a Mata Begid, solo por el gusto de ver el nacimiento y beber agua, y la verdad es que merece la pena, porque a pesar de que no llueve, el pequeño lago que se forma está espectacular, y la fuente tira dos grandes caños de agua, que sale con fuerza, como con prisa, fresca y riquísima.
Nos vamos para arriba, buscando la zona más alta de la ruta, todo por pistas en mejor o peor estado, pero pistas al fin y al cabo, y pasamos por el área de Gibralberca, bien cuidada, aunque con una fuentecilla que apenas da unas gotas de agua. Seguimos hasta la parte más alta de la ruta, donde comenzamos la bajada por las veredas. Aquí no tengo yo muy claro dónde se coge la primera de ellas, por lo que bajo andando un tramo por un camino pendiente y con muchas piedras, hasta que veo un cortijo que me suena, así que me vuelvo para arriba, donde me espera Jesús, cogemos las bicis y tiramos para abajo como 1 km, hasta que tomamos un desvío hacia la izquierda, vuelta a subir, que nos lleva al principio de la primera vereda, después de saltar una valla no demasiado alta. Creo que estamos debajo de un pico llamado Mojón de la Aliaga.
La primera vereda no es muy larga, pero sí es estrecha, sinuosa, tiene buen firme, no mucha complejidad técnica y la pasamos en un suspiro que se nos figura demasiado corto. Nos lleva hasta la pista, donde inmediatamente tomamos la segunda vereda de Gibralberca, que tampoco tiene gran complejidad técnica, es muy recta y rápida, aunque hay que procurar no coger en medio de la misma (más o menos), la línea de la derecha, que tiene una zona de muchas piedras gordas y sueltas que la hacen más peligrosa.
Pronto estamos de nuevo en la pista, torcemos a la izquierda y nos dirigimos a la tercera vereda, que creo que se llama del Arroyo del Peralejo, a la que se entra desde un olivar por un paso muy estrecho y escondido, que hay que buscar, aunque no tiene pérdida. Esta verdeda es un poco más larga y emocionante que las otras que hemos hecho, también tiene buen firme, poca piedra suelta, algún paso corto de piedras (tipo rock garden) y te emocionas tanto con ella, que corres el riesgo de pasarte el cruce que tira para la izquierda y que está por mitad de la vereda. Este último cruce nos lleva por vereda igualmente bonita hasta el Río Cambil, ya en la misma carretera.
Tiramos para abajo, y como un km. más adelante nos metemos a la izquierda por un caminillo, casi imposible de ver, super estrecho y que arranca con una fuerte pendiente hacia abajo, que es el que nos llevará a la cuarta vereda. Antes debemos pasar por unas olivas por las que casi no se ve el camino. Pasamos por el lado de una casa y gracias a Dios, un chico super amable nos pregunta que adónde vamos, porque evidentemente llevamos cara de ir completamente perdidos. Le decimos que queremos subir a lo alto de la loma y buscar un camino que nos lleva hasta Cambil. Nos advierte que hay una fuerte subida, en bastante mal estado, pero no solo nos da todo tipo de explicaciones, sino que se ofrece a guiarnos hasta donde ya no tendremos pérdida para continuar hacia el pueblo. La verdad es que no tenemos con qué pagarle el buen servicio que nos ha prestado y si alguna vez leyera estas palabras (cosa que dudo mucho), sepa que gracias a él llegamos bien hasta nuestro destino, sin grandes contratiempos y que sin su ayuda, habría sido muy complicado atinar con la ruta, puesto que no la conocíamos de nada y está super liada sobre el terreno. ¡Gracias, amigo!
Ya solo nos queda la bajada desde esta loma, conocida por Cerrajón, hasta Cambil por una vereda que vuelve a hacer nuestras delicias. No tiene mal firme, aunque es verano y la tierra está muy seca y polvorienta, tampoco muchas piedras sueltas, la pendiente es aceptable, algunos escalones de piedra que le dan su gracia, y bajamos alucinando de lo que nos hemos encontrado al final de la ruta.
Llegamos al pueblo y en las primeras casas nos encontramos un pilarillo que nos refresca las calores de la última subida con su agua abundante y fresca. Echamos un ratito de conversación con unos abuelos que hay sentados por allí, y creo que quedan sorprendidos de ver dos ciclistas (evidentemente chalados) que dicen que bajan por aquellas veredas que a ellos se les deben figurar inmundas, pero que a nosotros nos han encantado. ¿No seremos lo ciclistas de montaña un poco masocas, unos bichos raros?
La ruta ha acabado. Es buena hora, así que cogemos los coches y nos vamos para el Oasis, donde nos tomamos una cervecita, que está que te mueres de buena. En este sitio ponen una riquísima tapa de carne a la brasa, que en este momento tienen encendida, que también entra estupendamente y sabe a gloria.
¡Misión cumplida!