VI marcha BTT Arroz a la Zamorana. Carbajales.

Pues ya pasó la cada vez más famosa ruta de Carbajales. Como estaba previsto, nos han hecho sufrir de lo lindo. Empezamos con una salida neutralizada durante un par de quilómetros (así la gente no se alborota tanto, creo yo). Cuando se dejó vía libre empezamos a buscar nuestro sitio, cosa que con 400 ciclistas en un camino es algo difícil. Y es que, aunque está fenomenal el ambiente y la organización tiene mucho empeño en hacer de esta prueba una de las de referencia en el calendario de los aficionados para que cada vez venga más gente, en muchos tramos es muy incómodo ir rodeado de bicis que no te dejan coger tu ritmo. Así pasó ya en la primera subida, con mucha gente andando con la bici de la mano y estorbando el paso. En fin, vamos al grano. El recorrido empieza suave con una bajada y una subida, pero poco después de coronar ya nos encontramos con el gran protagonista de la jornada: el barro. Barro, charcos, regatos, praderas inundadas… un terreno que castiga de lo lindo y donde cuesta mucho mover la bici. En ese tramo (y hasta las proximidades de Ferreruela) Sergio y yo nos separamos varias veces porque algunos se caían, otros se paraban en el barro… El caso es que después nos esperaba una bajada que nos llevaría hasta el avituallamiento de Domez de Alba. Y en esa bajada Sergio pinchó (hoy le tocaba a él). Paramos a hinchar y continuamos por la ribera del río Aliste que estaba verdaderamente preciosa. Tuvimos que parar otro par de veces a hinchar porque la rueda perdía también por la válvula hasta que apareció ¿quién? MacGyver, o sea Miguel el bombero que saco sus alicates profesionales para apretar la válvula y seguir los tres juntos atravesando (por entonces) praderas encharcadas. Sergio y yo estábamos cansados por el esfuerzo, pero Miguel iba tan fresco como una lechuga. Así seguimos recorriendo zonas preciosas y pasando por pueblos, con pequeñas subidas y bajadas hasta llegar a Losacino (km. 45): avituallamiento y división entre ruta corta y larga. Elegimos la larga y nos premiaron con cinco subidas de campeonato, sobre todo la segunda, una que llaman también la Carba. Tremenda. El caso es que conseguimos subirlas mejor de lo que me esperaba (me dopé con un gel en el quilómetro 50, todo hay que decirlo) y llegamos a meta llenos de barro y muy satisfechos. Las pobres chicas, que habían hecho 17 quilómetros de senderismo nos esperaban hacía una hora y media. En resumen, una ruta muy, muy bonita, muy bien organizada y señalizada, muy, muy dura este año por las condiciones del terreno y con mucha (quizás demasiada) gente. Repetiremos.