Etapa 6- Villafranca del Bierzo - Gonzar

Etapa 6
Lugares de interés: Las Herrerías, O Cebreiro, Triacastela, Samos, Sarria y Puerto Marín.

Esta ha sido sin duda la etapa más exigente del Camino de Santiago no sólo por el kilometraje sino sobre todo por el desnivel positivo acumulado. Salí muy temprano, todavía de noche, con una temperatura fresca, junto con otros muchos peregrinos. El paisaje, muy verde y frondoso animaba a pedalear. Después de atravesar el largo tramo por la Nacional, con desvíos a varios pueblos, empieza lo bueno al pasar por las Herrerías. A partir de ahí, una subida brutal, tanto por la pendiente como por la distancia, cargando con la bicicleta, y sufriendo bastante, no solo por el esfuerzo sino por problemas estomacales. Al llegar al punto intermedio de la subida, en La Laguna, atestado de peregrinos, pude descansar en un albergue y recuperar. Al final poco a poco, entramos en Galicia y llegamos a O Cebreiro saboreando la brisa y unas temperaturas muy agradables. A partir de ahí, todo más fácil. Sin embargo, se mantuvieron los problemas estomacales hasta bien entrada la tarde. En el descenso a Triacastela, decidí parar en otro albergue para comer (lasaña) y reponer fuerzas. Seguí bajando hasta Samos y ya todo por carretera hasta Sarriá. La tarde se me iba echando encima y me quedaba un buen tramo para llegar a Gonzar. Me armé de valor y mientras la mayoría de peregrinos descansaban reinicié la marcha en dirección a Puertomarín. Sólo, extenuado, pude recuperar fuerzas en un descansadero para peregrinos con todo tipo de máquinas de vending donde pude dar buena cuenta de pastelitos diversos y bebidas azucaradas. La pierna me empezó a molestar. Después de un largo y mareante descenso, crucé el río por el estrecho puente y tras saludar a la majestuosa Puertomarín, continué mi camino empujando la bicicleta por una boscosa y sombría vereda hasta volver a la carretera para terminar llegando al albergue de Gonzar, muy tarde, sobre las 20,30 horas. Aún así, me dio tiempo para ducharme, hablar con mi familia y cenar un par de huevos fritos con patatas y recibir la buena atención de los hospitaleros. Como dato anecdótico, dos peregrinos, a ambos lados de mi litera, no me dejaron pegar ojo con sus ronquidos.