Villalgordo pura Vida¡¡ Ensalada de sendas con toboganes y visita al palacio de los Gosalvez. IM-PRE-SIO-NAN-TE¡¡

Preciosa etapa de sendas y caminos por los alrededores de Villalgordo. El colofón al día es la visita al palacio de los Gosalvez, un impresionante palacio en ruinas de estilo Versallesco que sorprende por su majestuosidad y por su decadencia.
Agradecer a Yellow y a Edu que nos descubrieran este palacio y nos pasaran el track. No dejeis de ver su blog. 40 rutas: http://40rutas.blogspot.com.es/2015/05/rio-jucar-visitamos-el-excepcional.html
A mis compañeros Carlos y Luis agradecerles la confianza en el trazado del track y la buena disposición a la hora de salirnos de el e investigar un poco.

Salimos del pueblo directo a la zona de sendas más bonita. Un tramo de toboganes y pasos arenosos entre pinos realmente divertido. Solo hay que dejarse llevar y disfrutar, con un poco de cuidado en las zonas arenosas y cogiendo inercia en los toboganes para llegar al siguiente. Un absoluto disfrute.
Enlazamos con un camino que sigue el curso del río y trascurre junto a siembras de cebada, que ya está casi para recoger, y maíz que apenas levanta un palmo del suelo.
Aquí Carlos, Luis y un servidor nos relajamos charlamos y disfrutamos de la agradable mañana, mientras el pedaleo constante nos lleva hasta un bonito puente de tablas de madera llamado puente de Quitapellejos.
Pasamos al otro lado del río y dejamos el camino para buscar otra zona de sendas entre pinos similar a la del principio de la etapa, aunque un poco más llana. Casi recomiendo olvidarse del track y trazar dejándose llevar y enlazando sendas al gusto.
Regresamos al camino y encontramos una senda que nos sube hasta la casa de San Rafael. La bajada al camino es campo a través, pues la senda que vamos siguiendo sencillamente desaparece. No hay problema pues es una bajada suave, con matorral bajo y llevamos bicis de montaña.
Visitamos la casa de Los Cojos, con una balsa y un porche bonito y seguimos por camino. Aquí atropello a una impresionante serpiente que creemos que se trata de una culebra. Por fortuna no le hago daño y sale huyendo entre el matorral. Para nuestra sorpresa comienza a subir por los matorrales y continúa trepando entre las ramas bajas de una carrasca mientras nos bufa indicándonos que lleva un cabreo importante. Una delicia ver a este imponente animal en su elemento. Gracias que no le hice daño al pasarle por encima.
Seguimos por camino entre pinos con la ligera sensación de que entre esos árboles quizás tengamos más sendas, tendremos que investigar otro día con más tiempo. En dos ocasiones pasamos entre dos campos sembrados que nos dejan una amplia vista de los cúmulos boscosos, un subidón de felicidad al poder pedalear por parajes tan bonitos.
Un poco más alante veremos una rambla. Justo después tenemos un camino y a la izquierda sale una senda que cruza esa rambla. Nos tiramos como locos y resulta ser un disfrute. Senda rápida que nos deja en una senda de ribera. La seguimos hacia la derecha con la sola idea de regresar y hacer de nuevo esa senda que cruza la rambla. Así lo hacemos y de nuevo en la ribera giramos a la izquierda y seguimos esa senda. Nos lleva a una zona de toboganes con algún rampón de subida con sus respectivas bajadas para disfrutar.
Llegamos al puente bajo la carretera donde hay una tirolina y nos entretenemos haciendo un poco el ganso con los cables y tirando unas fotos. Seguimos y pasamos bajo un antiguo puente para subir y cruzarlo. Aquí el camino nos deja ver una senda y decidimos tomarla. Es en subida y no la llevamos en el track, vemos que se desvía un poco del camino y decidimos parar a almorzar y regresar de nuevo al camino. El que quiera puede seguir y ver por donde sale o directamente olvidarse de este tramo, aunque la bajada de los rampones merece la pena.
Seguimos el camino para llegar a Galapagar donde tenemos una fuente de agua fresca donde refrescarnos y reponer agua. Continuamos entre campos de maíz y tomamos un desvío a la izquierda que en bajada por camino enlaza con una deliciosa senda rápida y estrecha con algunos pequeños saltos y peraltes, muy divertida.
Enlaza con otra zona de sendas con toboganes y con una rambla encajonada corta y técnica, aunque ciclable sin problemas. A estas alturas las piernas comienzan a quejarse pues hemos apretado en los caminos y las últimas zonas de sendas son un rompepiernas, con toboganes y rampones. Nos quedan algunos caminos entre bancales y un viñedo final y camino de bajada al pueblo.
Una vez en el pueblo, lejos de terminar la ruta bajamos al paseo del río y vamos hacia el puente disfrutando de las vistas de las compuertas que regulan el paso del río para alimentar la central hidroeléctrica que aún abastece al pueblo. Seguimos pasando bajo el puente para visitar una bonita zona de pasarelas de madera y subimos unas escaleras de piedra para subir a la carretera.
Vamos de visita al palacio de los Gosalvez.
Palacio de estilo francés Versallesco de imponente planta que sencillamente asombra por su majestuosidad y apena por su absoluto estado de ruina.
Construido en 1902 por la familia Gosalvez fue abandonado a mediados de los años 60 y paulatinamente saqueado. A día de hoy la naturaleza lo reclama. Los platanos de sombra crecen en sus destechadas estancias, las higueras crecen en las cornisas, las zarzas se cuelan por las ventanas y las hiedras escalan sus muros. Apenas quedan un par de estancias accesibles pues en el resto suelo y techo han desaparecido.
La calidad de la construcción es incuestionable, pero el saqueo de la cubierta de cinc de su techado dio paso a las filtraciones y el agua hizo el resto. Incluso su fachada de anchos muros comienza a presentar amplios agujeros.
Una impresionante escalera imperial central a la derecha del hall principal, deba acceso a las plantas superiores pero por desgracia apenas queda la estructura.
Queda en pié una escalera de caracol por la que de forma temeraria subimos para visitar los pisos superiores, aunque apenas podemos salir del descansillo superior pues los suelos no existen. Una sensación de desazón nos invade al asomar como gusanos, entre los restos de lo que un día fue una imponente obra de arte.
Bajamos a los sótanos para ver restos del tendido eléctrico y de una gran tinaja que serviría como despensa, las habitaciones del servicio con estantes para la ropa de cama, cocinas y almacenes.
El primer piso es de suelo de madera, hundido en múltiples puntos que dejan ver su estructura, materiales y técnicas constructivas del siglo XX. Realmente interesante.
Los altísimos techos rematados con molduras de escayola con motivos ornamentales diferentes en cada estancia y en cada pasillo, llenan de luz toda la casa gracias a unas altísimas ventanas y puertas. Curioso que aún se conserven muchas de estas puertas, seguramente porque no son aprovechables para ninguna casa. Nadie tiene semejante altura de techos en su casa.
Carlos me señala la gran calidad de la carpintería con encastres para garantizar un cierre hermético, los marcos se mantienen rectos, sin señal de podredumbre ni de deformación pese a estar a la intemperie. Ya no se hace nada con semejante calidad.
Estancias con su baño alicatado in suite, hornacinas, armarios empotrados y chimeneas pueblan el palacio.
Por suerte al final del ala izquierda se encuentra la habitación de los espejos, una de las mejor conservadas gracias a que la cubierta de las alas laterales es de hormigón y se mantiene intacta. Una impresionante chimenea lidera la estancia con el escudo de la familia en el frontal, talladas escayolas en el techo y decoradas paredes sobre un suelo de madera. Luis reflexiona sobre el nivel de vida de la familia, sobre la felicidad y opulencia que reinaba entre esas paredes hoy descarnadas.
En la fachada principal destaca su porche de entrada sustentado por colunmas y al que se accede por escaleras perimetrales.
En esta fachada podemos ver la estructura de hormigón armado recubierta por ladrillos y manpostería imitando materiales más nobles como sillares de piedra.
Estos ladrillos y mampostería se desgajan donde el agua ha encontrado una hendidura y descarnan la estructura revelando los secretos constructivos del joven arquitecto Luis Sainz de Terreros
Nos dejamos rincones por visitar, pero tampoco queremos pegarnos con las plantas que reclaman su espacio ni poner a prueba la capacidad portante de los suelos podridos, y tomamos camino hacia los jardines exteriores con una impresionante chopera dispuesta en rectas hileras y algunos árboles exóticos como palmeras, granados y otros que no sabemos identificar.
Sobrecogidos y renegando de una raza humana incapaz de cuidar su patrimonio, abandonamos el lugar dándole la espalda, como han hecho muchos otros antes que nosotros, y como por desgracia seguirán haciendo pues nada queda ya por proteger. Quizás lo más sensato sea dejar que la naturaleza, que ya ganó la batalla, disperse los restos.