Villamuerte ,los pícaros y la canal seca.

Una ruta con dos partes bien diferentes y que muy bien puede llevar al engaño ; la primera entre Proaza y Bermiego discurre por la senda del oso durante unos cuantos kilómetros muy buenos para ir calentando, muy fáciles pues transcurren por un antiguo trazado de la vía del tren ; tras pasar el embalse de Valdemurrio continuamos un poquito más hasta llegar a la altura de el Barón donde tomamos la carretera en dirección proaza durante unos escasos 300 metros hasta dar con el desvío que indica a la ermita del alba y Villar de Salceo. Justo antes de entrar en el pueblo tomamos el GR de San Melchor de Quirós. Ahora encontraremos pequeños repechos un poco más duros pero nada del otro mundo hasta llegar al pueblo de Bermiego. En todo este primer tramo de la ruta se rueda muy bien y siempre al cobijo de frondosos árboles e incita bastante a apretar bien el ritmo, pero debemos tener en cuenta que luego la cosa cambiará y mucho. A partir de Bermiego ( pueblo que en un día soleado de verano no deja indiferente) las cuestas endurecen de manera radical, sobre todo a la salida del mismo, luego suaviza y se va dejando hacer bastante bien hasta el pando la mortera. Pasamos un pequeño tramo rápido y pronto empezamos a encontrar pequeñas zonas que debido al barro obligan a descabalgar ( y eso en verano después de muchos días sin llover y a más de 35 grados) ; llegados a entrecuetos abandonamos la pista que se dirige a Pedroveya para comenzar el ascenso hasta las Airúas, al principio volvemos a caminar un poco para pasar otra zona con mucho barro, luego comienza una subida que no es larga pero que desde luego es muy intensa.
Llegados a la collada podemos coger agua en una buena fuente que está un poco escondida a la derecha de una portilla y tras un pequeño muro de piedra. Buen momento para descansar un rato y recuperar fuerzas que nos harán falta para disfrutar de esta dura y preciosa bajada. No la recordaba tan dura, aunque claro veinte años de distancia en el tiempo engañan a la memoria y veinte años más se notan en el cuerpo. Hasta tres veces paramos a recuperar el aliento durante la bajada cosa que por otra parte no solemos hacer, pero lo dicho la bajada es exigente, técnica y no permite un despiste hasta llegar a la zona que llaman la cabaña o la Habana, a partir de aquí la cosa suaviza un poco y tiene tramos que ya permiten respirar, así llegamos a Serandi donde cogemos el sendero que lleva a la foz de los Pícaros donde un single-track algo trialerillo nos devuelve a la senda del oso a la altura del cercado poco antes del comienzo de la ruta.