Villar de Domingo García-Torralba-Sierra de Bascuñana-Sacedoncillo-Villalbilla-Valdecañas-Villar de Domingo García (Cuenca)

Ruta fácil y cómoda en territorio fronterizo entre la Serranía y la Alcarria conquenses. Rodaremos tanto por paisajes de pinares frondosos como por zonas semidesérticas visitando pueblos abandonados como Sacedoncillo y Villalbilla.
Salimos un grupo de amigos del Club En Ruta desde Villar de Domingo García por el llamado Camino de la Sierra que nos llevará hasta Torralba, tercera etapa de la Ruta de la Lana. Una breve parada para contemplar la plaza mayor porticada y el espacio donde hubo un gran olmo que sucumbió como tantos otros a la grafiosis y ponemos rumbo a la Sierra de Bascuñana. La subida es cómoda, siendo asfalto hasta los depósitos del agua y después pistas en buen estado. Ganamos altura hasta llegar al cordal que seguiremos en dirección a Cuenca durante buena parte del trayecto para dejarnos caer en pronunciado descenso hasta la aldea abandonada de Sacedoncillo a los pies de la Sierra de Bascuñana.
Rodando por el singular paisaje alcarreño, nos acercamos a Villalbilla, de nuevo otro pueblo en el olvido y completamente derruido y abandonado. La sensación cuando atravesamos su calle principal, la calle Real, es la de haber sufrido un bombardeo donde a duras penas algunos muros han quedado en pie. Su iglesia es la que mantiene en pie la mayor parte de su estructura donde son visibles grandes grietas, pero aún así nos adentramos en su interior con un pie dentro y otro fuera por si las moscas.
Después nos acercarnos a Valdecañas, un pueblo donde también reina la paz y el silencio y que afortunadamente todavía conserva algunos habitantes.
Y tras un breve recorrido por sus calles recientemente asfaltadas, ponemos rumbo a Villar de Domingo García siguiendo el curso del río Guadamejud.
El recorrido no tiene ninguna complicación técnica aun así conviene no emocionarse mucho en el descenso de la Sierra de Bascuñana por lo deslizante de algunos tramos.

Rodaremos por pueblos que tuvieron su época de esplendor pero que hoy duermen en el olvido, a la espera de que alguien pasee por sus calles intentando imaginar cómo fue la vida de sus habitantes, de qué vivían, con qué recursos contaban, cómo fueron despoblándose y qué futuro les aguarda a los pequeños pueblos limítrofes, que apenas conservan una decena de habitantes.
Nuestro compañero Mario fue el coordinador de esta ruta mostrándonos la belleza y la soledad de esta comarca.