Vuelta al Territorio País Románico (1/4) Alar del Rey - San Martín de Perapertú

En una de mis búsquedas de destinos para hacer rutas de BTT de varios días con alforjas, apareció un perfil en wikiloc.
https://es.wikiloc.com/wikiloc/user.do?id=201464
Tenía publicadas bastantes rutas por una zona entre las provincias de Palencia, Cantabria y León. Una zona agradecida para rodar en verano, aunque parecía bastante dura. Y al final, cuando pude hacerla, parece que el proyecto de turismo de aquella zona se transforma. Bueno, aunque el proyecto cambie, cierre, mejore, lo que sea, aquellos pueblos y sus vestigios siguen ahí, esperando a ser descubiertos. ¡Al lío!
Salgo de Alar del Rey, engalanado para una prueba de piragüismo, y cumplo con la obligada visita al nacimiento del Canal de Castilla. Fue aquí, recorriendo el Canal de Castilla donde me inicié en el ciclismo alforjero con muchas ganas, ilusión... y algunos errores. Pero hoy tomo otro rumbo, al Norte, y me separo del canal y del río Pisuerga.
Avanzando siempre por pistas agrícolas voy pedaleando entre campos de cereales. Hay varias rutas marcadas por las pistas: el camino natural del carbón de coque, el camino del románico palentino, varios PR... yo sigo a lo mío, cruzando pueblos donde me abastezco de agua siempre que puedo.
Al igual que en el Camino de Santiago, voy sin mochila y con dos bidones. Y se suele repetir la escena: llego a una fuente, pruebo el agua. Me valen todas las aguas, así que tiro la que traía y lleno los bidones. Uso uno de ellos como vaso y me hidrato a conciencia, vuelvo a llenar el bidón y sigo mi camino. Y entre un pueblo y otro apenas bebo agua, así que mi cometido parece ser el de llevar agua de una fuente a otra.
En cada pueblo te encuentras detalles para ver, sentir y fotografiar: en uno tienen puesto a Mozart a todo volumen, más allá un vecino se ha hecho unas jardineras con neumáticos viejos, en el siguiente el arroyo nutre de agua el antiguo lavadero donde ahora, en vez de ropa se lavan utensilios de cocina... El camino sigue, a veces entrando en bosques, a veces cruzando fincas donde pasta el ganado. Tranquilidad, y siempre cerrar las puertas detrás de nosotros. Aunque la puerta sean cuatro alambres unidos por unos palos.
En las cercanías de Aguilar de Campoo está construido un embalse sobre el río Pisuerga. Y a su lado un camping, y entre ambos, una playa.No tengo tiempo para baños, aunque el calor lo justificaría... y más aún con el pequeño sofocón que me llevo en un tramo de empujar la bici. Se podría evitar usando la carretera. Y al llegar arriba hay una columna que se alza sobre el valle del Pisuerga, una magnífica atalaya del embalse y de la ciudad de Aguilar. Y para llegar a Aguilar lo que mejor encontré fue una senda de zetas que bajaba directa a la base de la presa. De ahí al monasterio de Santa María la Real (monasterio e instituto) y al parque de Aguilar, donde descansar y retomar fuerzas. Aunque antes de salir de Aguilar merece la pena visitar su plaza, sus puertas en la muralla y la iglesia de Santa Cecilia. Subir al castillo... cuando tenga más ganas.
La salida de Aguilar se hace cuesta arriba, y el calor aprieta. El track vuelve a cruzar la ruta de Calleja, y el tren de vía estrecha Bilbao-León. Y otra ruta que llamará mi atención. Poco a poco salgo de los sembrados para entrar en los bosques. Y un nuevo pueblo que me ofrece otro parque, sombra y agua. Ideales para afrontar una nueva subida, por carretera desierta, hasta un pueblo llamado Monasterio. Ahí arriba la montaña palentina está casi al alcance de la mano, es un gran telón de fondo. Bajo por una pista de tierra hasta Mudá, con una peña y una imagen en lo alto.
Lo que me queda de camino es casi todo por carretera. Poco tráfico, sin línea divisoria, picando para arriba. Atravieso pueblos que conocieron prosperidad con la minería de carbón y ahora buscan su futuro. Aunque sea con observatorios astronómicos o reservas de bisontes... Pues han traído unos cuantos que aún viven sueltos por centroeuropa y a ver si van criando, como en tiempos de Altamira. Qué pena que no me coincida el horario para echarles un ojo... masticando mi mala pata tomo un atajo, más por salir de la rutina del asfalto que para ahorrar esfuerzos, que me acerca a San Martín de Perapertú, el pequeño pueblo donde paso la noche. Y la verdad es que la zona es buena para montar un observatorio, aunque sea de aficionados... ¡qué cantidad de estrellas!