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XIV Vuelta Concejo Piloña AVELLANA 2011 (último tramo acortado por carretera)

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Trail stats

Distance
26.63 mi
Elevation gain
4,793 ft
Technical difficulty
Moderate
Elevation loss
4,787 ft
Max elevation
2,398 ft
TrailRank 
23
Min elevation
2,398 ft
Trail type
One Way
Time
5 hours 39 minutes
Coordinates
720
Uploaded
October 2, 2011
Recorded
October 2011
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near Infiesto, Asturias (España)

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Itinerary description

La ruta versión más difícil completa en:
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?&id=2079486

Descripción hecha en http://www.cordillera-cantabrica.com/btt/382-xiv-vuelta-en-btt-a-pilona

*Desbordados se encontraron los voluntarios del Club Ciclista Cayón un año más, ante la multitudinaria afluencia de bikers que la víspera del Festival de la Avellana acudieron al ya típico llamamiento anual, a la ineludible cita ‘betetera’ que siempre llega de la mano del otoño.

Tres centenares abundantes de bicicletas, cien más que en la edición pasada, doscientas más que en la del 2009, se pudieron llegar a contar delante del ayuntamiento piloñés cuando, allá con unos minutos de retraso sobre las diez de la mañana, se daba el pistoletazo de salida a la XIV edición de la vuelta cicloturista al concejo de Piloña.

Un escaso par de kilómetros de callejeo urbano se interpusieron entre la salida y el primero de los senderos de la jornada, el que, tras superar una entrada en contraperalte, que a punto estuvo de dar con los huesos en el suelo de más de un despistado, nos aupó, precioso, estrecho y sombrío tramo mediante, a Biedes.

Desde Biedes, un falso llano ascendente nos conduciría hasta Argandenes, donde llegamos después de rodar un escaso kilómetro por alquitrán.

No hizo falta entrar en el pueblo, pues justo a la altura del cartel indicador, una pista, a tramos de tierra, en otros de roto cemento, nos pone a los pies del que quizás sea el sendero mas “disfrutón” de este trozo de mundo, el que, partiendo de la solitaria casería de San Pedru, enlaza con las cercanías de Valles.

La espesura de un frondoso bosque, a punto de ser desnudado por la nueva estación, ve como una casi imperceptible senda serpentea por entre la suave ladera. Sobre esta, mil derrapadas, un millón de apuradas de frenada y alguna que otra caída, afortunadamente sin consecuencias, pondrá a ciclistas y máquinas a las puertas del primer avituallamiento de la jornada, el que se situó en Villamayor.

El imprescindible reagrupamiento para cruzar la carretera nacional, volvió a juntar a unos y otros y con el espíritu de camaradería que siempre caracterizó a esta marcha y unas buenas dosis de paciencia se llegó a la estrecha senda que trepa, sin concesión ni descanso hasta el Caleru, una senda que hizo portear a mas de uno hasta que al final se llegó a Moñes, desde donde se enlazó, sin tocar asfalto, con Pesquerín, pueblo donde nace la recién estrenada pista que va a morir al Corralín.

Una de las muchas cotas inhumanas incluidas dentro de la Piloñesa (la gran vuelta a Piloña en BTT) que más de uno recordará por el asfixiante calor que azotó en las “píndias” curvas y contracurvas finales. Tirando de riñón y gemelo por fin se alcanzó el segundo avituallamiento, situado en la majada misma de Corralín, cota culminante de la jornada.

Quien llegara con los reflejos justos hasta aquí, a buen seguro que pasaría mas de un aprieto en el aéreo sendero que, a modo de travesía lateral, se hubo de superar para ir en busca del resbaladizo camino que baja hasta al río Color, cerca ya de la Matosa.

Mas de una caída, alguna de cierta gravedad, se sucedieron durante este tramo, sin duda el que mas hizo trabajar a la organización en los prolegómenos de la marcha, pues fueron arduas las labores de limpieza y acondicionamiento imprescindibles para darle un mínimo rango de ciclabilidad.

Todo aquel que se olvidara la cámara en casa, perdería la ocasión de hacerse la obligada foto sobre la pasarela que cruza el, por estas alturas, aún poco caudaloso río Color, pues pocas instantáneas definen tan a la perfección la orografía piloñesa como esta. Una preciosa pasarela de madera, rudimentaria a la vez que sólida, sirve de nexo de unión entre el vergel de una orilla y la frondosidad de la contraria, donde una casi intransitable senda enlaza con la pista que al fin nos lleva ya hasta el alquitrán del pueblo de la Matosa.

Una rapidísima bajada por entre el oscuro firme nos deja en la carretera del puerto de la Collada de Moandi, por donde nos dejamos vencer por la gravedad y perdemos metros sobre la suave pendiente, sin tocar el freno ni dar una pedalada, hasta llegar al fuerte repecho, que ya por hormigón, nos lleva hasta Samalea.

Una concatenación de pista de grava y tierra y algún camino rural, nos dejarán en la plaza del pueblo de Sevares, donde se ubicó el tercer y último avituallamiento, y desde aquí un segundo paso por Moñes, un precioso tramo de descenso técnico y una machacona subida hasta Melardi, serán los hitos previos al paso por Valle, último pueblo por donde se habrá de rodar antes de cerrar el bucle que nos deje de nuevo en Infiestu.

Entre las diez de la mañana y este momento, casi 1.800 m de desnivel positivo acumulado, una cifra engañosa si tenemos en cuenta lo técnico de los tramos donde mayores porcentajes se alcanzaron, rampas del orden del 26 % de desnivel sobre el hormigón del Corralín.

45 kilómetros de ruta total, varias decenas de estos por comprometidos senderos y estrechos caminos, mas de 300 amigos con los que compartir pedaladas y un sol radiante en el valle del Piloña.Una hora mas tarde, ya duchados y en Villamayor, tendría lugar la típica espicha, sidra, buen yantar, sorteos, anécdotas, historias y mas historias.

Un buen día de BTT aquel 1 de octubre.

Texto: Jorge Fernandez

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